Beethoven y Shostakovich, naturaleza y política
4 de mayo de 2012Son dos sinfonías bien distintas, pero, según Vladimir Ashkenazi, se trata de “dos grandes obras de dos grandes compositores”. La Sexta o “Pastoral” de Beethoven y la Décima de Shostakovich sonarán en el Teatro Municipal de São Paulo (Brasil) el 14 de mayo y en el Teatro Círculo de Rosario (Argentina) el 17 del mismo mes, dentro de la gira que la DSO emprende por Sudamérica.
¿Un Beethoven soviético?
Si Beethoven hubiera escrito su Sexta Sinfonía bajo el régimen de Stalin, probablemente el Partido habría dado el visto bueno a la obra. ¿Por qué motivo? Porque su contenido extramusical, con constantes referencias sonoras a la naturaleza, es asequible para todo el mundo. Los pastores, los arroyuelos, el elogio de la vida campestre, el canto de los campesinos, la tormenta, los pájaros, quedan reflejados en este cuadro sonoro de singular encanto. No en vano es una de las sinfonías más populares del ciclo beethoveniano.
Lo dudoso es que un carácter como Beethoven hubiera escrito una obra tal bajo el régimen de Stalin. Es poco probable que su personalidad rebelde y su independencia de pensamiento le llevara a escribir música complaciente con un poder como el que ejercía Stalin. Recordemos que retiró la dedicatoria a Napoleón que inicialmente había sido el destinatario de su Tercera Sinfonía “Heroica”.
Vladimir Ashkenazi se deshace en elogios ante la figura de Beethoven: “!Qué hombre tan magnífico! ¡Qué ejemplo para nuestras vidas! En su obra no hay nunca una huella de “¡oh, pobre de mí! ¡qué tragedia!” Escuche sus últimas sonatas para piano, por ejemplo. La opus 109 irradia una paz increíble. O la opus 111: hay drama en el primer movimiento, pero mucha paz en el segundo.”
Quizá, como hizo Shostakovich en su Décima, Beethoven hubiera escrito un cuadro sonoro meditabundo y reflexivo, con cierto aire de danza al final del último movimiento, escrito cuando ya el dictador había fallecido.
Componer bajo la dictadura
Shostakovich tardó casi nueve años en escribir su Décima Sinfonía después de concluir la Novena. Durante ese tiempo, el compositor soviético se había convertido en un clásico en vida, una celebridad internacional. Sin embargo, en su propio país, como a muchos otros compositores, se le acusaba de hacer una música inadecuada para el pueblo.
Un comité de expertos designados por el Partido dictaba indicaciones sobre qué géneros eran los mejores para evitar caer en un arte elitista. En ese sentido, se preferían las obras con textos: óperas, cantatas, comedias musicales…todo aquello que resultara accesible para la mayoría.
Shostakovich concluyó la Décima meses después de morir Stalin, en el año 1953. Mravinski, al frente Filarmónica de Leningrado, la estrenó en diciembre de ese mismo año. El director Vladimir Ashkenazi, que llegó a conocer personalmente a Shostakovich, relata que la fecha de composición es muy significativa en la sinfonía. “Los tres primeros movimientos son bastante deprimentes, dice. Pero terminó de componer el último cuando Stalin murió. Entonces sintió –igual que muchos otros sentimos- que, quizá, a partir de entonces, comenzaría una nueva era. El Finale es hasta cierto punto optimista.”
Autora: María Santacecilia
Editora: Emilia Rojas