Beethoven en tres dimensiones
8 de septiembre de 2012
Al virtuoso pianista y compositor Franz Liszt le parecía un crimen que, más de una década después de la muerte de Beethoven, no existiera una estatua digna en su honor. Había por aquel entonces un tira y afloja sobre quién debía ocuparse de financiar tal monumento, asunto resuelto por el propio Liszt con una generosa donación de su bolsillo.
Finalmente, la estatua dedicada por Bonn se descubrió en 1845. El homenaje de la ciudad natal de Beethoven se anticipó más de tres décadas al de Viena, lugar de acogida del inmortal compositor, que no dispuso de su propio monumento hasta 1880.
Dar la espalda al poder
El 12 de agosto de 1845 se descubrió en la plaza Münsterplatz de Bonn la primera estatua de Beethoven, a pocos metros de la casa natal del compositor. El evento estuvo acompañado por un maratoniano concierto de tres días, que hizo historia como el primer festival dedicado al sordo de Bonn.
Muchos todavía bromean con el hecho de que la escultura dé la espalda al mismísimo balcón desde el que Federico Guillermo IV y la Reina Victoria de Inglaterra fueron testigos de la inauguración del monumento. En su día, el hecho causó cierto revuelo.
Sobre este asunto habla para Deutsche Welle Silke Bettermann, una historiadora residente en Bonn, autora del libro Beethoven im Bild (Beethoven en imágenes). Bettermann apunta que “esta anécdota se repite una y otra vez, lo que demuestra que hay algo de cierto en ella. La gente forzó al rey prusiano a permitir la exhibición de una estatua de un compositor de clase media en una plaza pública. A ello se le suma el hecho de que Beethoven era conocido por su bruscos modales, incluso con los poderosos”.
La estatua de Bonn, modelo para el futuro
El monumento de Bonn realizado por Ernst Hähnel no es precisamente arte de vanguardia. La postura, los ropajes y el pedestal utilizados se corresponden con la tendencia dominante en el siglo XIX a la hora de representar grandes personajes.
Las características del monumento de Bonn han servido de modelo para muchas otras estatuas repartidas por el mundo, incluyendo la Librería del Congreso de Washington y la Conservatorio de San Petersburgo. La segunda mitad del siglo XIX fue testigo de un boom beethoveniano. Se prodigaron los monumentos del genio en zonas germanas, pero también en Francia, Bélgica, Italia, Francia, así como América del Sur y del Norte.
Hoy existen más de cien estatuas de Beethoven repartidas por el mundo. Solo la mitad de ellas se encuentran en Europa. En las últimas décadas, incluso Asia ha erigido monumentos en honor al compositor. “Mientras que las estatuas en Asia muestran cierta candidez al tratar de unir los estilos autóctonos orientales con el retrato tradicional de Beethoven, la vieja Europa busca recrear una nueva imagen del compositor”, concluye Bettermann.
Autora: Anastassia Boutsko/MS
Editor: Enrique López