Bayern Múnich: llegó la hora de la verdad
18 de febrero de 2014Ya son 16 los partidos en los que el Bayern ha anotado por lo menos dos goles a su favor en todas las tres competencias en las que participa (Bundesliga, Copa Alemana y Champions League). En 12 de ellos los rivales han sido alemanes, equipos que han sido arrollados sin mayor consideración, en varias ocasiones propinándoles incluso vergonzosas goleadas como fue el caso del Friburgo (4-0), Hamburgo y Fráncfort (5-0), y Bremen (7-0).
Para el espectador neutral los partidos del Bayern en la Bundesliga tienen un halo de “prácticas de lujo en estadios llenos”. La superioridad que irradia el club de Múnich sobre el resto de sus colegas alemanes es enorme, no importa con cuanta cordialidad la quiera maquillar el entrenador Pep Guardiola cuando dice “cada partido en la Bundesliga es difícil”.
La meta es otra
Pisando el freno y jugando a media marcha, así se ha acostumbrado el Bayern a resolver a su favor sus juegos en la Bundesliga. Es comprensible que en el campeonato alemán, decidido con suficiente anticipación, los bávaros dosifiquen sus fuerzas, prueben variantes tácticas, alternen a sus jugadores, y se exijan sólo hasta el límite de lo necesario
Al fin y al cabo hoy por hoy, cuando quedan únicamente 39 puntos por disputar, llevan una ventaja de 16 puntos sobre el segundo, lo que les permitiría coronarse como campeones de Alemania -a más tardar- en la primera semana de abril..
Esa situación no deja de ser meritoria, sin duda. Pero de otro lado, el paseo del Bayern en Alemania se torna potencialmente peligroso cuando se tiene en cuenta que la verdadera meta del club esta temporada es conseguir una hazaña internacional que hasta ahora nadie ha logrado: defender el título de la Champions League ganando su prestigioso trofeo por segunda ocasión consecutiva.
En Múnich el equipo camina al borde del precipicio. Con un pie en el terreno firme de la Bundesliga, con el otro pronto a dar un paso al vacío en la Champions League, donde cada partido a partir de la fase de octavos de final que arranca esta semana es un “todo o nada”. A corto plazo el gran triunfo del entrenador Pep Guardiola y su cuerpo técnico será poder hacerle entender a los jugadores que la superioridad en la Bundesliga se debe traducir internacionalmente en una confianza en sí mismos que esté libre de vanidad y soberbia.
Guardiola ha conseguido plantar en la cancha a un equipo que en Alemania no duda de sus capacidades, es consciente de sus fortalezas, utiliza sin consideraciones sus ventajas, y se sabe en posición de darle la vuelta a cualquier situación adversa gracias a los recursos que tiene a la mano. Lo que aún le falta probar al Bayern del entrenador español es que ha entendido que los rivales que enfrentará a partir de ahora en la Champions League, empezando este miércoles (19.02.2014) con el Arsenal, están (teóricamente) a su misma altura.
La sombra del pasado
Eso no se puede decir de casi ningún contrincante de los que ha enfrentado el Bayern hasta ahora en la Bundesliga. El campeonato en Alemania se ha convertido en el gran laboratorio futbolístico del club de Múnich, pero los experimentos, por más resultados positivos que arrojen, no son la realidad. Aún queda entonces por ver cuántos jugadores se dejan engañar por el espejismo, y cuánto podría terminar costando caer en la trampa de creer que lo verdaderamente difícil también puede ser fácil.
Hace apenas un par de años el Bayern vivió una dolorosa experiencia en medio de una constelación que guarda muchos paralelos con la actual. Entonces el Bayern también se trazó como objetivo de temporada ganar la Champions League, cuya final se jugaría en el estadio Allianz Arena de Múnich. Para lograrlo los bávaros resolvieron con bastante anticipación la Bundesliga al relegarla a un segundo plano, confiando, además, en que aún les quedaba la opción de conquistar un título local tras alcanzar un cupo en la final de la Copa Alemana.
El cálculo resultó ser erróneo. El Dortmund se llevó la Copa Alemana, Chelsea se apropió de la Champions League en Múnich, y el Bayern quedó desolado y herido en su amor propio. Lo que vino después fue el mejor año del club al ganar el "Triplete" (Bundesliga, Copa Alemana y Champions League), y posteriormente incrementar la calidad futbolística de la mano de Pep Guardiola, a quien le ha llegado la hora de poner a prueba las bondades de todo lo que ha “entrenado” en el campeonato de Alemania.