Bayern celebró, despidió y ofendió
18 de mayo de 2008Medido en términos de las exigencias de la afición del Bayern Munich la espera por un nuevo titulo fue larga, demasiado larga, dos años enteros entre el vigésimo –obtenido en el 2006- y el vigésimo primer trofeo en la colección del club. Por eso cuando hay que celebrar se llena no sólo el estadio con quienes tenían un tiquete de entrada, también toda el área periférica con miles de seguidores menos afortunados.
A las 3:15 de la tarde, cuando el auditorio de 69000 mil personas ya llevaba más de una hora y media pre celebrando, empezó previo al pitazo inicial del partido programado para la fecha en el Allianz Arena contra el Hertha Berlín, la primera parte de la celebración oficial.
Hora de decir adiós (I)
El primer acto del gran teatro montado por el Bayern para recibir formalmente el trofeo de campeones, llevó el titulo “Despedidas”. Uno a uno los que dejaban la institución recibieron un ramo de flores de manos del gerente deportivo del equipo Uli Hoeneß y del gerente general del club Karl-Heinz Rummenigge.
Jan Schlaudraff, jugador ofensivo que parte en dirección a Hannover, fue el primero de ellos, luego fueron llamados los nombres del tercer portero del equipo Bernd Dreher, el asistente técnico Michael Henke, y la leyenda alemana, campeón del mundo en 1974 en el arco y entrenador de arqueros en el Bayern, Sepp Maier. Incluso hubo tiempo para rendirle tributo al árbitro Markus Merk, para quien este sería el último partido de su carrera.
Luego vino la despedida de Oliver Kahn en su incursión final en la Bundesliga y la de Ottmar Hitzfeld, quien se retira del fútbol a nivel de clubes para asumir la conducción del seleccionado suizo una vez concluya la Eurocopa.
El entrenador del Bayern protagonizó a esa hora, 3:23 p.m., uno de los momentos más emotivos en la historia del fútbol del país. Al escuchar su nombre en los altavoces del estadio caminó hacía el sitio del homenaje acompañado primero por un par de lagrimas y luego, sin poder controlarlo, por un sentido y sonoro llanto que silenció el estadio y contagio tanto a la tribuna como al directivo Uli Hoeneß.
“Fueron lagrimas de felicidad. Después de 7 años y medio de servicio a esta institución, que costaron mucho esfuerzo y dedicación, lo único que sentí en ese momento fue un profundo agradecimiento por todo lo vivido” comentó Hitzfeld su llanto.
Intermezzo de 88 minutos
La pausa que entre acto y acto se efectúa en el teatro, fue llenada en el gran espectáculo presentado en el Allianz Arena por lo que usualmente es el tema central cuando se asiste al estadio: con un partido de fútbol.
El enfrentamiento contra el Berlín amenazaba con convertirse, a juzgar por el titulo obtenido ya hace tres semanas y el olor a fiesta que reinaba en el ambiente, en un largo, inevitable y tedioso compromiso antes de la entrega del trofeo.
Sin embargo los futbolistas del Bayern, nunca satisfechos con lo ya obtenido, siempre hambrientos de más, pisaron el acelerador y se aseguraron con ello nuevos triunfos: victoria 4-1; Luca Toni (autor de 3 goles) se coronó como el máximo artillero de la Bundesliga (24 anotaciones); e impusieron un nuevo récord como la valla menos vencida en un campeonato tras encajar tan sólo 21 tantos en la temporada.
Además el entrenador Hitzfeld se encargó de acortar el partido al ordenar la sustitución de Oliver Kahn con el ingreso del portero suplente, Michael Rensing, en el minuto 88.
Hora de decir adiós (II)
Los dos minutos restantes del enfrentamiento fueron olvidados tanto por los jugadores en la cancha como por el resto de quienes vivieron ese lapso de tiempo. Nadie sabe con certeza lo que pasó en el normal discurrir del resto del juego pues en la memoria sólo quedó la imagen de Oliver Kahn abandonado con los brazos en alto el gramado y el sonido del estrepitoso gritar de la afición, agradeciéndole por las alegrías entregadas a lo largo de una carrera de más de dos décadas, dentro de las cuales se cuentan 14 años defendiendo el pórtico del Bayern Munich.
Discretamente, para no interrumpir el flujo de emociones, el árbitro Merk dio por concluido el partido abriendo así paso a otro gran momento: la entrega del trofeo que reconocía al Bayern Munich como campeón del fútbol alemán.
Mientras la tarima donde el acto se llevaría a cabo era ensamblada, una comparsa de cazadores soltaba, al compás del anunció del año por parte del animador del evento, un tiro de salva; en total 21, uno por cada titulo. Llegado el momento los jugadores del Bayern ascendieron uno a uno a la tarima, cuando ya todos estaban allí se les entregó el trofeo en forma de un gran disco.
La música subió en volumen, fuegos artificiales acompañaron los acordes de la canción “We are the Champions” que visualmente estuvo complementada por un cielo que se tiñó de rojo y blanco, primero con globos y luego con papel picado que con gran fuerza era disparado por maquinas especiales al aire.
Hora de decir adiós (III)
Oliver Kahn y Ottmar Hitzfeld sólo dieron una vuelta olímpica. Cuando el resto del equipo iniciaba la segunda ronda alrededor del estadio ellos se encaminaron a una conferencia de prensa programada para que los dos veteranos del fútbol se despidieran de los medios de comunicación que durante tantos años reportaron sobre ellos.
“Estoy contento de poder despedirme con grandes triunfos y al tiempo que lo hace Oliver Kahn, con quien compartí muchas batallas y la misma filosofía futbolística” dijo el entrenador.
¿Piensa en una nueva carrera como árbitro? Le preguntaron al portero aludiendo al intercambió de camisetas que protagonizó con el referee Merk; “de ninguna manera, eso fue sólo un gesto de respeto mutuo, mi decisión está tomada y no hay regreso a las canchas de fútbol” contestó.
¿De todos los jugadores latinoamericanos con los cuales compartió durante su vida profesional, cuál vivirá siempre en su memoria? Fue el interrogante formulado por DW-WORLD; “Micho (Martín Demichelis), él es un súper tipo, un excelente jugador, alguien que me animó mucho para perseguir en esta temporada el récord de la valla menos vencida y que hizo todo para que se hiciera realidad. Hay otros de quienes me llevaré buenos recuerdos: Lucio, (Giovanni) Elber y Roque (Santacruz) se cuentan entre ellos” reveló Kahn.
Caravana rumbo al balcón
Del estadio, en las afueras de Munich, hasta el centro de la ciudad, son apenas 10 kilometros, pero los campeones necesitaron 2 horas para cumplir el trayecto. La caravana de 14 carros convertibles en las cuales eran transportados, se movía lentamente en medio de la gran masa de gente que salió a saludar su paso.
En la Plaza Mariana (Marienplatz), el corazón de Munich, esperaban más de 30 mil personas vestidas de rojo y blanco que eran informadas por pantallas gigantes del punto en el cual se encontraba la caravana. Cada vez que el grupo dejaba atrás una calle y se anunciaba su cercanía el lugar rompía en un grito de júbilo.
Aproximadamente a las 9 de la noche el equipo ingresó al edificio de arquitectura gótica de la alcaldía frente al cual estaba aglomerada la multitud. Uno a uno se asomaron al balcón los jugadores exhibiendo sus trofeos y medallas, la afición no paraba de cantar y corear los nombres de las estrellas; el Zenit de la celebración del campeonato, el momento en que seguidores y jugadores son un solo cuerpo con una inmensa alegría, había sido alcanzado.
Final infeliz
Sin embargo aún faltaba un acto para dar por terminada esta puesta en escena protagonizada por el Bayern Munich; el cierre, esta vez carente de broche de oro.
Como es tradicional el gobierno de la ciudad invita al campeón a una pequeña recepción en un salón privado de la alcaldía. El discurso del anfitrión, que esta vez no fue el alcalde en persona sino un representante suyo, elogió los meritos del Bayern y entregó una copa de plata en reconocimiento al logro.
El turno en el uso de la palabra era ahora del invitado, el Bayern, y por eso el gerente general del club Karl-Heinz Rummenigge se dirigió al pulpito. El texto leído por Rummenigge dejó perplejos a todos los presentes.
“Hoy no voy agradecer esta recepción” inició el gerente “porque aquí no somos invitados por amigos, el alcalde no deja la impresión de ser un amigo del Bayern Munich”. “A mi no me interesa si él hace parte de la junta directiva del 1860 (el otro equipo local) pero solicito que recapacite su actitud”.
Rummenigge inició entonces la lectura de un catalogo de quejas al gobierno local, entre ellas la ausencia de un representante del gobierno local durante la final de la Copa Alemana en Berlín, o “que nos inviten a celebrar en el balcón de la alcaldía y el alcalde se marche de vacaciones a Grecia en vez de mostrar su respeto y estar presente en esta fecha”.
Apenas unos segundos luego de terminar su discurso se escuchó la orden “¡todos a los buses!” y jugadores y directivas del Bayern abandonaron el recinto dejando abandonada la copa de plata presente de la alcaldía, y sin firmar el libro de honor abierto para esa ocasión especial.
De esta forma cayó el telón de la celebración del vigésimo primer titulo en la Bundesliga alcanzado por el Bayern Munich. Teatro a lo grande.