Baviera aprueba en referéndum una estricta ley antitabaco

En bares, restaurantes y allí donde se sirva comida, es decir, también en las carpas del Oktoberfest, aunque este año quedarán todavía excluidas, estará prohibido fumar. Tal vez a algún turista le parezca extraño, se decían ayer los bávaros, pero en el Estado federado el pueblo ha hablado y su veredicto es que, quien quiera encenderse un cigarrillo, tendrá que hacerlo a partir del próximo 1 de agosto en la calle, sin excepciones.

"Sí a la protección de los no fumadores" porta por nombre la iniciativa que ha llevado la cuestión hasta someterla a referéndum. Con el triunfo de esta propuesta, Baviera adelantará al resto de Alemania en lo que a legislación antitabaco se refiere. Pero ejemplo empieza a cundir, y Renania del Norte-Westfalia y el Estado de Berlín anuncian acciones similares.

Gastrónomos vs. no fumadores

Sebastian Frankenberger es el hombre estos días en Baviera. Fue él quien puso en marcha la iniciativa que ha dado por resultado tan restrictiva ley antitabaco. Para unos, la persona que los ha librado de locales llenos de humo, dolores de cabeza, ropa apestante, comida insípida y pulmones dañados y demás males. Para otros, alguien que trata de coartar su libertad y, sobre todo, que podría hacer menguar sus ingresos: muchos dueños de bares y restaurantes bávaros han puesto el grito en el cielo.

Es la pelea de siempre, la misma que ha impedido que muchas de las legislaciones antitabaco ya existentes en Alemania sean aplicadas con éxito. Mientras que los no fumadores apelan al derecho a la protección de la salud, el sector gastronómico se queja de que los clientes se le escapan si no ofrece una esquina en la que se pueda fumar. Al final, las inspecciones son insuficientes, los propietarios usan trucos de dudosa solvencia legal (como el convertir de la noche a la mañana bares corrientes en clubes de fumadores), la política empieza a regular las excepciones y la ley acaba existiendo sólo sobre el papel.

En Baviera será, sin embargo, diferente a partir del 1 de agosto, porque a la prohibición de fumar en todos los lugares públicos cerrados con oferta gastronómica no se le acepta, según el texto aprobado popularmente, matización alguna: ni áreas separadas, ni regulaciones en función del tamaño del local. Otra cuestión es si va a existir voluntad política suficiente para hacer cumplir la nueva normativa. También los dirigentes bávaros han sido muy comedidos hasta ahora en este asunto, que podría costarles votos, y la efectividad del proyecto seguirá dependiendo de que existan en la práctica los mecanismos de control.

El objetivo es nacional

"Quiero que la población participe masivamente y que después vuelva la calma", declaró el primer ministro de Baviera, Horst Seehofer, antes de la celebración del referéndum. Pero, aunque la iniciativa antitabaco venció con un 61% de los votos, sólo el 38% de los bávaros fue a depositar su papeleta, y dificulta que se cumplan los deseos del político cristianosocial.

Tampoco el hecho de que los impulsores de la votación estén decididos a extenderla al resto de Alemania contribuye a que se zanje el debate. "Sigo esperando que la política a nivel nacional reconozca que el pueblo desea una ley antitabaco amplia y la implante en todo el territorio. Esto puede hacerse fácilmente a través del derecho laboral, aplicando la obligación que tiene el Gobierno de proteger a los trabajadores, también a los empleados de bares y restaurantes. Así, no tendríamos que esperar a que en 2013 la Unión Europea tenga lista su directiva", dice Sebastian Frankenberger.

Sin embargo, Berlín repite una y otra vez el mismo argumento, que le permite mantenerse bien lejos del candente tema: la salud es competencia de los Estados. "Todo eso ya lo hemos intentando. La regulación a través del derecho laboral… esa discusión ya la tuvimos hace unos años, y no sirvió para nada. Me alegro de la decisión que se ha tomado en Baviera, incluso aunque sé que no todos los miembros de mi partido comparten esta opinión, pero la salud es cosa de los Estados", dijo la liberal Mechthild Dyckmans, delegada de Drogas del Gobierno alemán.

Autor: Luna Bolívar/ Frank Kempe

Editor: Pablo Kummetz