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Expectativas por cumbre del clima

16 de noviembre de 2009

A pesar de que tal vez no se logre un acuerdo, la cumbre sobre cambio climático en Copenhague no puede declararse nula antes de haber comenzado, dice el jefe de la delegación alemana de Greenpeace.

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Cambio climático: llegó la hora de actuar.Imagen: AP


Aunque por el momento sólo hay nubes negras en el horizonte, ya que no se divisa la posibilidad de llegar a un acuerdo vinculante que suceda al Protocolo de Kyoto, aún quedan muchas cartas por jugar para salvar al planeta, opina en entrevista con Deutsche Welle Martin Kaiser, jefe de la delegación alemana de Greenpeace para la cumbre de la ONU a realizarse el 22 de diciembre en la capital de Dinamarca.

Deutsche Welle: ¿Es mejor olvidarse de Copenhague?

Martin Kaiser: No, en absoluto. Pero es totalmente inaceptable que, al margen de la cumbre de la APEC, Barack Obama intente minimizar las expectativas puestas en Copenhague, impidiendo así tal vez obtener buenos resultados. Frente a eso, lo único que se puede hacer es oponer resistencia. Tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el presidente francés, Nicolás Sarkozy, deberían enviar una clara señal desde Europa y aclarar que ellos, junto con muchos países en vías de desarrollo, que son y serán los más afectados por el cambio climático, lucharán por lograr un acuerdo vinculante en Copenhague.

Pero Angela Merkel dijo que sólo viajará a Copenhague si otros políticos de alto rango también lo hacen, y sólo si hay perspectivas de éxito. Parece que aún no sabe si hacer las maletas o no.

Yo creo que Barack Obama, en su carácter de Premio Nobel de la Paz, no puede permitirse no viajar a Copenhague. Y de él dependerá también si la canciller alemana y otros viajan o no. Justamente son los EE.UU los que intentan por todos los medios reducir las expectativas de la cumbre sobre el cambio climático en Copenhague. Ante semejante trasfondo, el presidente de los EE.UU. no puede darse el lujo de huir de la cumbre.

Ayer (15.11), también el primer ministro de Dinamarca, Lökke Rasmussen, que fue entrevistado, dijo que los acuerdos de Copenhague deberían sentar las bases para futuras negociaciones, con un plazo para su cumplimiento. ¿No se trata del mismo plan de acción de Bali?

Lo que hace el primer ministro danés por el momento es irresponsable, por dos motivos. En primer lugar, se olvidó de que su país es parte de la Unión Europea, y de que ésta ha determinado que se debe llegar a un acuerdo vinculante. Y en segundo lugar, como anfitrión tiene la responsabilidad de definir el marco para la celebración exitosa del plan de acción de Bali, y no debe jugar a hacer política a lo grande y minimizar las expectativas.

¿Es decir que usted espera, a pesar de todo, que en Copenhague se produzca un acuerdo concreto y no sólo una declaración de intenciones políticas?

Sería un escándalo que los jefes de Estado y de Gobierno no actuaran ahora mismo. Y justamente aquellos que siempre han prometido que en Copenhague habrá un acuerdo internacional vinculante deben comenzar a trabajar en serio, los teléfonos no deberían parar de sonar, y deben viajar personalmente a Copenhague para exigir de Obama y del gobierno de los EE.UU. lo que el mundo esperó largamente durante el gobierno de Bush, es decir, un acuerdo internacional vinculante entre países, entre ellos, los EE.UU, que se adecue a lo que dicta la ciencia en cuanto al cambio climático. De otro modo, creo que nadie puede afirmar con responsabilidad que está comprometido con la protección del clima.


Ahora no sólo EE.UU., sino también China ha declarado no querer comprometerse en concreto. Lo mismo vale para Brasil e India. ¿Qué opina usted? Sin duda es un argumento para que el Senado y el Congreso de EE.UU digan que no quieren firmar nada vinculante hasta tanto China, el otro gran productor de CO2, no se comprometa.

Sí, nos hallamos en una fase, cuatro semanas antes de Copenhague, en la que la táctica juega un papel importante. Nadie quiere ser el primero en poner las cartas sobre la mesa. Pero también está claro que precisamente países como China, India, Brasil e Indonesia, que se cuentan entre los mayores contaminantes de la atmósfera, hacen las tareas y están dispuestos a jugarse. Los EE.UU. también lo saben, y, por eso, el hecho de que China no deje solo a Obama puede entenderse como un gesto amable. Pero realmente decisivo sería que Obama pase por encima de los intereses de la industria del carbón y de la del petróleo, que por el momento bloquean el debate, y que lleve a cabo, como presidente de los Estados Unidos de América aquello para lo cual lo habilita la Constitución de ese país, es decir, firmar acuerdos internacionales.

Autora: Helle Jepessen/ Cristina Papaleo

Editor: Pablo Kummetz