Balance de Davos: "las cosas sí fueron diferentes"
31 de enero de 2010En realidad, fue como siempre. El Foro Económico Mundial, celebrado en las montañas de Suiza, atrajo a numerosos de jefes de Estado y de Gobierno y a cientos de directivos. Estos hablaron hasta la saciedad en el sinfín de actividades, paneles y círculos e hicieron contactos y negocios en las muchas recepciones y fiestas.
También se dio con un eslogan respetable. Por una vez, el recapacitar, rediseñar y renovar el mundo formó parte del Foro Económico Mundial. Nada más y nada menos les dictó, vía teléfono móvil, el fundador del evento, Klaus Schwab, a los casi 2.500 participantes de todo el planeta.
Y, aún así, las cosas sí fueron diferentes en el año dos tras la dramática crisis financiera internacional. En 2010 se acercaron hasta Davos muchos más banqueros, gestores de fondos financieros y representantes de las entidades de capital de riesgo que en 2009. Hacia fuera comedidos e incluso humildes, buscaron tras los caros bastidores de los hoteles de lujo posibles aliados para su lucha contra los planes de reforma de Barack Obama. Se oponen a que el Estado dictamine la separación del banco comercial y el banco de inversiones.
Ante esto, la política se mostró indiferente. En ausencia del presidente estadounidense, el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, asumió el papel del predicador moral. Con claras palabras, le leyó la cartilla a la industria financiera. Un mensaje inequívoco- también esto es nuevo en Davos en comparación con los años anteriores.
E igualmente insólito para el Foro Económico Mundial: el viento sopla cada vez más a favor de los llamados países en desarrollo. Estos ganan influencia en Davos y su voz se escucha más. Son los ganadores de la crisis.
Los alemanes han jugado un papel secundario, aún más después de que el ministro de Exteriores y vicecanciller, Guido Westerwelle, cancelara a última hora su asistencia. Pero también esto sucedió con frecuencia en otras ediciones.
Autor: Marco Vollmar
Editora: Emilia Rojas Sasse