Autos diésel, política e industria automotriz
22 de febrero de 2018El Center Automotive Research CAR de la Universidad de Duisburg-Essen midió en las primeras seis semanas de 2018 niveles excesivos de óxido de nitrógeno en 35 ciudades alemanas. Para ello se analizaron datos de 399 estaciones por todo el país. El jefe de CAR, Ferdinand Dudenhhöffer, exige por ello el reacondicionamiento de los autos diésel. Si no, no se podrá evitar prohibir su circulación.
Este debate ya ha originado que en 2017 se pusieran en circulación un 13% menos de autos diésel y un 14% más de autos de gasolina.
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"La industria automotriz tiene un problema de credibilidad si los coches de tres o cuatro años de edad no pueden circular más por las ciudades”, dijo Stefan Bratzel, coordinador del Center of Automotive Management, de la Escuela Superior de Economía de Bergisch Gladbach. Si los autos diésel se reequiparan, el problema se solucionaría. Pero, ¿quién pagaría los 2.000 euros por auto, teniendo en cuenta que seis millones de vehículos diésel circulan en Alemania? Bratzel opinó que "la industria automotriz podría permitirse correr con los gastos, aunque con mucho malestar”. Pero, si los fabricantes de coches en Alemania pagasen dicha factura, esto se podría exigir también en los otros países europeos. Entoces, "ya estaríamos hablando de 50 hasta 60 millones de autos”, explicó el experto. Y eso sí que no sería posible para la industria automotriz.
Sin embargo, esta no es la única culpable. La política se lo ha puesto muy fácil: en Bruselas, los gobernantes alemanes han impedido durante mucho tiempo la aplicación de regulaciones de emisiones más duras. En Alemania, los fabricantes han tenido siempre a su alcance resquicios legales, por la carencia de una clara regulación. "La política ha empeorado la situación con su cultura de hacer la vista gorda”, juzgó Bratzel.
El miedo de los sindicatos
Probablemente, una "placa azul” para autos con baja emisión de óxido de nitrógeno habría ayudado hace años para que los fabricantes cumpliesen los límites de emisión, como lo exige desde hace mucho tiempo la Asociación Alemana de Medio Ambiente y Protección de la Naturaleza (BUND). Sin embargo, el Ministro de Transportes, Alexander Dobrindt, se ha negado rotundamente. En la próxima coalición gubernamental tampoco parece ser un tema relevante. El partido socialdemócrata (SPD) sí se preocupa por las consecuencias sociales de la prohibición de los autos diésel, ya que estos perderían mucho valor. El jefe del sindicato Unión Industrial de Trabajadores del Metal, IG Metall, Jörg Hofmann, habla de "expropiación fría”. No solo está preocupado por la pérdida de valor de los autos afectados, sino también por los puestos de trabajo que dependen de los autos diésel.
"No hay una receta mágica para salir de este atolladero", dijo el experto Dudenhöffer. Bratzel recomienda que "no se reaccione con pánico”. Un ejemplo en su opinión es la "imprudente idea” del Gobierno de ofrecer servicios gratis de trenes de cercanía con el fin de reducir el impacto medioambiental. Por eso, llama a analizar primero los aspectos económicos, ecológicos y sociales.
Brigiite Scholtes (RMR/ER)
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