Entrevista con Sven Giegold
26 de enero de 2010Deutsche Welle: Tanto el cambio climático como la crisis financiera demuestran que así no podemos seguir. Desde hace tiempo, usted es de los que exige cambios. ¿Los que tienen el poder de tomar decisiones en sus manos han aprendido algo, en su opinión?
Sven Giegold: Retóricamente mucho, en sus actos terriblemente poco. Entretanto, en todas las conferencias se habla de reglas ecológicas y económicas, de que los mercados financieros tienen que ser mejor regulados. Lamentablemente, es al revés, como lo muestra la Cumbre de Copenhague. La Cumbre fracasó porque los países ricos no estaban dispuestos a pagar parte de la crisis y, al revés, las economías emergentes no estaban dispuestas a tan grandes compromisos. Y en los mercados financieros se sigue especulando como antes y las medidas se hacen esperar.
¿Qué tiene que cambiar?
En mi opinión, necesitamos que los países estén dispuestos a avanzar en ambos campos. En Europa eso se traduce en que tenemos que tomarnos en serio el asunto del clima. No podemos hablar dos idiomas. Esto significa no más centrales de carbón, una reestructuración consecuente de los sistemas de movilidad, aislamiento de edificios. Lo que llamamos el new deal verde. Un fuerte programa de inversiones que cree puestos de trabajo y al mismo tiempo proteja el clima. Y con ello sentar un precedente para el resto del mundo.
En el mercado financiero tenemos la misma situación. Si todo el mundo espera a ver quién decide qué, no avanzamos. Entonces, nosotros, a nivel europeo, tenemos que decidirnos por reglas estrictas para los mercados. Hay cada vez más propuestas. Y en torno a ello se forcejea en este momento; por eso es importante que impongamos las normas y no dejemos que se diluyan bajo la presión de grupos de interés.
¿Qué debe cambiar en los mercados financieros?
Lo más importante, en mi opinión, es plantearse la pregunta de quién paga la crisis. A nivel mundial, varios miles de millones de euros han sido destinados a palearla. Necesitamos sistemas impositivos para los mercados financieros, para que no sean los ciudadanos los que acaben pagando las deudas estatales. Los paraísos fiscales deben desaparecer. No puede ser que haya partes del mercado que se queden sin regular. Quien opere desde ahí no debería tener acceso al mercado financiero de Europa. Y todos los bancos deberían conservar suficiente capital propio y no derrocharlo en dividendos y altos sueldos. Estas serían unas primeras medidas básicas.
Usted habla del new deal verde, ¿comprende éste una economía más justa?
El new deal verde tiene tres elementos. Por un lado, la lucha contra el cambio climático; reglas estrictas para los mercados financieros por el otro y, en tercer lugar, un mayor equilibrio social. Esto vale especialmente para Alemania, en donde la tijera social se abre cada vez más. El paquete que proponemos nosotros incluye fuertes inversiones sobre todo en el campo de la educación. Pero también un incremento en los subsidios sociales.
Obama y muchos otros políticos hablan del new deal verde como solución para la crisis financiera y climática. ¿Significa esto que la idea se vuelve consenso y mainstream?
Juntar la idea del combate al cambio climático y la salida de la crisis financiera, algo histórico, se ha difundido y Obama ha tomado de ahí ciertas ideas. Pero también Ban Ki Moon, como jefe de Naciones Unidas, y el Gobierno surcoreano. Algunos países tienen más ambiciones que otros al respecto, como Alemania. mainstream todavía no es porque hay mucha oposición de parte de quienes aún quisieran seguir financiando a las viejas industrias.
¿Dónde notan ustedes esa oposición?
Esa oposición se nota cuando se intentan hacer reestructuraciones consecuentemente ecológicas, cuando se exige que no se construyan automóviles con altos niveles de emisión, cuando se pide no invertir en sistemas de energía atómica.
¿Qué pronósticos hace para los siguientes años en los que hay que sentar las bases para proteger el medio ambiente, vista la fragilidad del proceso tras el fracaso de Copenhague?
Los pronósticos dependen de la actitud de la gente. Si los ciudadanos ven como cambia el clima y no ejercen presión en la política ni en la economía, entonces el futuro del planeta no se ve bien y peor se ve el futuro de todos aquellos que tienen que cargar con los costos del cambio climático. Por otro lado, si los ciudadanos no lo permiten y toman la iniciativa –como vemos en muchos lugares, en cuanto a la energía eólica y solar- e invierten en energías renovables, la política se verá presionada a hacer cambios rápidos.
Autor: Gero Rueter
Editora: Luna Bolívar Manaut