“Ataques acústicos”: un pretexto para Trump
4 de octubre de 2017Nadie sabe qué ocurrió realmente. Las investigaciones no han arrojado ningún resultado; ni siquiera las realizadas por el FBI en la embajada estadounidense en Cuba y en las casas de los diplomáticos afectados por lo que la prensa ha llamado "ataques acústicos”. Y tampoco el gobierno de Washington está en condiciones de explicar lo sucedido o de señalar culpables. Por eso, se limita a reprochar a La Habana no haber garantizado la seguridad de diplomáticos extranjeros en su territorio. Ese fue el motivo esgrimido para retirar a gran parte del personal de la embajada estadounidense en la isla, lo que sirvió de base para la posterior expulsión de 15 diplomáticos cubanos de Estados Unidos. Una medida que, según el secretario de Estado, Rex Tillerson, apunta a restablecer la "equidad en nuestras respectivas operaciones diplomáticas”.
Lo que tiene elementos que parecen sacados de una novela de suspenso político, ha llevado así al punto más bajo las relaciones diplomáticas cubano-estadounidenses, restablecidas bajo la presidencia de Barack Obama.
¿Qué hay detrás?
Bert Hoffmann, del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo, considera que se aprovecharon los incidentes "para dar un mensaje de mano dura hacia Cuba. En ese sentido, creo que son utilizados y no son la razón realmente”. El politólogo reprocha al gobierno de Trump de "hacer de eso un escándalo político”, aunque acota: "sí pasó algo, y la parte cubana tampoco se ve bien en eso. No se sabemos si fueron los cubanos, o si fue otra parte, o si fue un accidente; hay muchas especulaciones, pero algo pasó”.
En eso coincide Profesor Piero Gleijeses, de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de ha universidad Johns Hopkins. Pero está convencido de que "el gobierno cubano no tiene nada que ver con esto, porque La Habana tiene interés en mantener relaciones con Estados Unidos”. El académico explica que, si bien en Cuba hay pequeños sectores que temían que la apertura hacia Estados Unidos pudiera llevar a concesiones en el plano ideológico, se trata de una minoría sin fuerza. Atribuirle lo ocurrido a algún grupo dentro del gobierno cubano, "para mí no tiene ningún sentido, porque hay mucha disciplina dentro del gobierno cubano”, afirma.
¿Quién se beneficia?
Cuba, en todo caso, no se ve como un beneficiario del nuevo enfriamiento en las relaciones con Estaos Unidos. Bert Hoffmann lo califica como "una complicación mayor” para La Habana y explica: "la economía está en crisis ya, con el descenso del comercio con Venezuela y los efectos del huracán Irma, incluyendo los efectos que tendrá sobre la temporada turística, que también va a ser muy baja”.
Entre los sectores contrarios al acercamiento, en cambio, hay satisfacción. Según Piero Gleijeses "la gente como el senador Rubio está feliz, la derecha republicana está feliz, y los demócratas no pueden atacar la medida”, porque el gobierno de Trump solo dice reaccionar a una agresión y actuar para proteger a sus diplomáticos.
Ambos académicos, coinciden, sin embargo en que no es probable que se llegue a una nueva ruptura de las relaciones diplomáticas. Hoffmann indica que "tampoco es del interés de muchos en Estados Unidos una ruptura formal. Obviamente algunos cubano-americanos lo desean así, pero también hay muchos que quieren que se mantengan abiertas las posibilidades de hacer negocios con Cuba”. No obstante, prevé que las relaciones se enfriarán. Tampoco Gleijeses ve posibilidades de una mejora en los vínculos. "No va a haber buenas relaciones con Cuba durante el período de Trump, en absoluto. Cuba tampoco es lo bastante importante económicamente como para que haya una presión muy fuerte dentro de Estados Unidos para mejorar las relaciones con La Habana”, afirma. En su opinión, las relaciones se mantendrán a un nivel bajo, como hasta ahora. Pero no cree que el presidente Trump quiera llegar a una ruptura "a menos que pueda encontrar un pretexto” que lo justifique ante la ciudadanía, mayoritariamente favorable a la apertura hacia Cuba. El incidente de los "ataques acústicos” ha bastado, por ahora, como pretexto para endurecer la política con Cuba, sin enfrentar al mismo tempo a la opinión pública estadounidense.