Arrecia la crisis en Venezuela
5 de enero de 2003"Venezuela está al borde del precipicio, si no de una guerra civil", advertía a fines de diciembre el diario francés Le Monde. La amenaza de un baño de sangre sigue pendiendo sobre el país, convertido en un verdadero polvorín tras más de un mes de huelga general, con la que un amplio frente de empresarios, sindicatos, partidos y parte de los medios de comunicación intentan derribar el gobierno de Hugo Chávez.
A diferencia de Estados Unidos, que comienza a ponerse nervioso por la semi-parálisis del suministro de petróleo venezolano en momentos en que se prepara para una operación militar contra Irak, para Europa el conflicto resulta distante y difícil de comprender. Pero también en el viejo continente se ha tomado conciencia de que la enconada pugna que se libra en Caracas puede tener repercusiones inquietantes, más allá de las fronteras nacionales.
Repercusiones internacionales
La factura también la pagará el resto del mundo, según el matutino madrileño El País, que apunta: "Si el quinto productor mundial de petróleo no recupera su producción -para lo que tardará bastante más de los 45 días prometidos Chávez- y a ello se suma la incertidumbre de una guerra cada vez más probable contra Irak, todas las economías pueden sufrir con un aumento incontrolado del precio del petróleo. Las consecuencias de la crisis venezolana no son sólo para Venezuela".
Hasta el inicio de la huelga, el país latinoamericano producía diariamente tres millones de barriles de petróleo (de 159 litros). "La producción se ha reducido actualmente a 172 mil barriles diarios y dista mucho de normalizarse", según un alto ejecutivo de la empresa petrolera PDVSA. Considerando que este producto reporta casi el 80% de los ingresos totales del país, no sorprende tampoco el devastador impacto interno de la virtual paralización de actividades.
Los frentes se endurecen
Al margen los aspectos económicos, el terremoto político que sacude a Venezuela preocupa desde luego a toda la región. Las esfuerzos de mediación de la OEA todavía no arrojan frutos perceptibles y, peor aún, los frentes se endurecen. Mientras la oposición llama a un boicot tributario e intenta inducir al ejército a sumársele, el presidente no da señas de disposición a negociar.
En opinión del especialista en Venezuela de la fundación Conrad Adenauer, cercana la Unión Cristiano Demócrata alemana (CDU), "da la impresión de que, mediante su actitud inflexible, Chávez quiere acorralar a las fuerzas moderadas de la oposición y azuzar a los sectores que siguen una línea de confrontación". En este sentido, el experto hace notar que "mientras más improbable se vuelve la disposición del presidente al consenso, más peso adquieren los que desean endurecer las huelgas".
Tampoco la oposición se muestra dispuesta a ceder y, por lo visto, está resulta a pagar el precio de esta rebelión cívica para derrocar a Chávez. Un precio demasiado alto en términos políticos, si implica un golpe militar, y durísimo en términos económicos, porque la paralización productiva de seguro dejará graves secuelas. La riqueza natural de un país es garantía de una pronta recuperación, sin una adecuada conducción política. Si no, que lo digan los argentinos.