8N-anti K: protestas en Argentina
8 de noviembre de 2012Es primavera en Argentina, pero a pesar del tiempo radiante, negras nubes se ciernen sobre el ánimo del país, profundamente dividido.
Casi a diario los unos vitorean, banderas en mano, lo que consideran buenas obras del gobierno de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Entre éstas: la nacionalización de empresas petroleras y medidas proteccionistas de la propia industria frente a la competencia extranjera.
Delante del palacio presidencial y por la noche, los otros golpean sartenes y cacerolas; se trata de protestar, haciendo mucha bulla, contra el populismo, la corrupción y el intervencionismo estatal. Entretanto, muchos ven peligrar las libertades civiles.
“Quería participar en las manifestaciones porque creo que hay ataques del gobierno contra la libre expresión. Trabajo para periódicos, es decir vivo de la libertad de opinión. La necesito para sobrevivir”, dice Marcelo Birmajer, escritor y periodista.
Amenazas y difamaciones
De la gente que participa en los “cacerolazos”, pocos son los que se atreven a hablar con periodistas. Tienen miedo de los ataques de la prensa cercana al régimen. Y tienen razón, opina Birmajer: “en los discursos de la presidenta, difundidos a nivel nacional, te ves atacado. Te echan al cuello a la AFIP, la policía de recaudación de impuestos. Sus medios te ridiculizan y avergüenzan públicamente. Eso da miedo, claro”.
Quien critique a las instituciones o la política gubernamental es calificado de enemigo, de alguien que le hace daño a Argentina. Para los miembros del gobierno, los manifestantes son de extrema derecha, egoístas y retrógrados. En las redes sociales, defensores y detractores del régimen mantienen una lucha campal. La misma presidenta Kirchner decía en septiembre en un discurso: “Sólo hay que tenerle temor a Dios. Y a mí, en todo caso, también un poquito”. Esto que para algunos de sus adeptos es muestra de la seguridad en sí misma de la presidenta, para otros suena a amenaza.
Miedo por la democracia
Son sobre todo medidas como la prohibición de comprar dólares ilimitadamente lo que muchos ciudadanos perciben como antidemocrático. Se sienten inseguros, porque no confían en el peso argentino. Para ahorros y negocios inmobiliarios es el dólar la moneda usual.
Según el Gobierno, las manifestaciones son manipuladas por la oposición. Los manifestantes lo niegan y aseguran no pertenecer a partidos políticos. El escritor Birmajer cree que la oposición no está en condiciones de sacar provecho de las protestas: “No veo a nadie en la oposición que tenga apoyo en las bases. Seguro que hay varios líderes, pero ninguno tiene la capacidad en este momento de aglutinar los intereses de la mayoría y suscitar un cambio”.
Como fuere, de la manifestación de este 8 de noviembre -convocada a través de redes sociales y correos electrónicos- se esperaba que un millón de personas llenara las plazas centrales de todo el país. Un número de manifestantes nunca antes visto. Y una prueba más de la división argentina.
Autor: Marc Koch/Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas