En un barrio muy turístico de Berlín, a pocos pasos de Alexanderplatz con su emblemática torre de televisión, vive Paula Ávila. Chilena de nacimiento, pasó una temporada en la Isla de Pascua o Rapa Nui y vivió en Dinamarca antes de establecerse en Berlín. "Soy superdulcera" dice la joven pastelera y declina revelar cuál es su pastelería favorita, tras haber conocido los sabores de latitudes tan distantes y culturas tan variadas. Reconoce que la repostería alemana es más sobria y menos azucarada comparada con los cupcakes que hornea en su trabajo, y en general con los pasteles estadounidenses. Para demostrarlo, en la cocina de su casa explica las diferencias entre la cheescake y su versión alemana el "käsekuchen,” elaborado con "quark" un queso blanco batido, más bajo en calorías. Paula sueña con abrir su propio negocio en Alemania y elaborar pasteles artesanales decorados con flores naturales con los que compartir los recuerdos, sabores y colores de su infancia en Chile.