Antorcha de los pecados
10 de abril de 2008El Stuttgarter Zeitung contempla así los acontecimientos en torno de la polémica llama: “Desde hace mucho, el recorrido de la flama se ha convertido en símbolo de lo difíciles que serán estos juegos. Acentúa, por lo pronto, todos los enredos causados por el otorgamiento de la sede olímpica a un Estado autoritario. El Comité Olímpico Internacional (COI) debe reflexionar si en lo sucesivo debe o no bajar el perfil al trayecto: un viaje jubiloso por cinco continentes y 21 países; eso no lo consiguieron ni siquiera los nazis, que fueron los creadores de dicha idea en 1936. Pero mientras tanto, los sucesos de la llama olímpica pueden ser vistos como algo positivo pues han abierto los ojos a muchos. Representan de alguna forma la larga serie de retos que China representa para el resto del mundo.”
El COI debe protestar
A su vez, el Tagesspiegel, de Berlín, dice que la negociación es necesaria pese a todas las protestas: “Incluso el otorgamiento de la sede a China fue un símbolo político; se esperaba que con ello ocurriera la ansiada apertura de China. Por eso, si el gobierno de Pekín abusa de los símbolos olímpicos para encarcelar a opositores, reprimir a manifestantes, obstaculizar el trabajo de la prensa y endurecer la expedición de visados, el mismo COI debe protestar de modo mucho más claro. ¿Por qué debe forzosamente atravesar el fuego olímpico la provincia del Tibet, y por qué se prohibe a los atletas hablar de política, mienrtas que los funcionarios chinos gozan de esa libertad? A cuatro meses de la ceremonia inaugural, el margen de maniobra es lo suficientemente grande como para ejercer presión a base de crítica clara. A estas alturas, China no puede desinvitar al mundo.”
Consenso deseable
Desde Holanda, el periódico De Volkskrant, alaba la postura del presidente de Francia: “El que Sarkozy deje abierta la posibilidad de ausentarse de la ceremonia inaugural es encomiable. Su actitud se distancia así de la de su antecesor, Chirac, que siempre cultivó un respeto incondicional hacia la dirigencia china. Sería deseable que esta cautela fuera seguida por otros mandatarios europeos. Sería demasiado pedir una postura común y unitaria en toda Europa, pero cierto consenso en el continente acerca de este tema constituiría por sí mismo una ganancia importante.”
La antorcha de los pecados
La Repubblica aborda el tema con singular ironía: “La antorcha de los pecados se ha vuelto invisible. Acosada como un botín, huidiza del gran público. Se le ha resguardado y viaja ahora de incógnito, custodiada por la policía. Igual que un criminal al que la turba pretende linchar. Hoy, la antorcha es símbolo del crimen y la opresión. Representa al Tibet y a Darfur, pero no sólo a ellos. Es cierto que la llama olímpica se ha convertido en un rehén. ¿Tiene sentido obligarla a pasar por 21 países en tales circunstancias?”