Analistas alemanes advierten sobre la ''segunda ola'' de la crisis
26 de febrero de 2009La manifestación central se lleva a cabo este jueves en la sede principal del consorcio Opel, en la ciudad alemana de Rüsselsheim. Hasta ahí llegaron políticos como el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, quien al mismo tiempo es vicecanciller y posible candidato socialdemócrata en las elecciones federales de otoño próximo.
Divorcio difícil
La base la conforman los principales afectados: 15.000 trabajadores que ven en peligro sus empleos y que, para salvarlos, promueven un divorcio expedito entre Opel y General Motors.
No será fácil atender a esta petición. De un modo u otro, Opel forma parte de General Motors desde hace 80 años. Las patentes del fabricante alemán son propiedad de la matriz estadounidense. Las instalaciones de la planta de Bochum datan de los años sesenta, de modo que no son las más eficientes.
Así, los trabajadores de Opel se aferran también a la esperanza de ayudas estatales. El gobierno alemán se ha declarado dispuesto en principio a otorgarlas, aunque no se sabe si en la medida requerida: medios como el semanario der Spiegel calculan que Opel necesitará 3,3 millardos de euros para sobrevivir a largo plazo.
Entre tanto, el entorno general de la crisis habla este jueves con un lenguaje claro.
La Agencia Federal del Trabajo en Alemania informó que el número de desempleados volvió a aumentar en febrero respecto al mes anterior.
La tasa de paro, informó la institución, se incrementó 0,2 por ciento en este mes para ubicarse en 8,5 por ciento. Si prosigue la actual evolución, el desempleo podría alcanzar a 3,5 millones de personas en un promedio anual.
¿La segunda ola de la crisis?
Otros indicadores se refieren a lo que podría ser la segunda gran ola de la crisis, en lo que a la industria del automóvil se refiere. Un estudio de la consultoría especializada Oliver Wyman, con sede en Múnich, estima que 80 empresas proveedoras.
El punto máximo, dice el documento, se presentará en el mes de marzo, cuando los efectos positivos de la temporada navideña y de los modelos flexibles de jornada laboral se hayan agotado.
El documento advierte que los primeros signos de la crisis entre los proveedores de la industria automovilística comenzaron a notarse en las pasadas semanas.
Las empresas con capital foráneo a cargo de grupos de inversionistas son, a juicio de los expertos muniqueses, las que se enfrentan a una mayor amenaza de insolvencia.
Hay crisis para rato
También en Múnich, el presidente de la aseguradora Allianz, Michael Diekman, estimó que la crisis financiera internacional dejará sentir sus efectos por lo menos durante lo que resta del presente año.
“Consideramos que la evolución negativa de la economía mundial comenzará a recuperarse a finales de 2009 o principios de 2010”, dijo el directivo empresarial.
Dijo además que dicha recuperación depende sobre todo del curso que siga la economía estadounidense, así como de los precios de la energía y el petróleo.
Diekman no aventuró un pronóstico específico para el consorcio Allianz. Pero los números, también aquí, hablan por sí solos. Tras las ganancias récord de 2007, la mayor aseguradora de Europa terminó 2008 con pérdidas por 2.400 millones de euros.
Eso se debió a la compra en 2001 del Dresdner Bank, que hundió el balance financiero de Allianz con pérdidas por 6.400 millones de euros. El Dresdner Bank fue adquirido por la aseguradora en 24.000 millones de euros y fue vendido en enero en apenas 5.000 millones de euros al Commerzbank. Éste, por su parte, recibe ayudas financieras del Estado alemán debido a los efectos de la crisis.
Entre el realismo y el pesimismo
Una encuesta dada a conocer este jueves señala el poco optimismo que priva en Alemania sobre el rumbo que tomará la crisis. De acuerdo con el sondeo de opinión, 69 por ciento de los alemanes considera que la situación económica en el país empeorará en los próximos seis meses.
Al mismo tiempo, 61 por ciento de los participantes opina que exiten soluciones viables. Los encuestados depositan sus esperanzas en acciones internacionales como las que podrían surgir de la cumbre del G-20 a celebrarse en abril, así como del gobierno federal y de la propia clase media alemana.