América Latina: falta de consenso en la política exterior
18 de noviembre de 2004Muchos consideran que los países del sur deberían contar con un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Grandes grupos de naciones, que disponen desde hace tiempo de considerable influencia en el mundo, no pueden quedar relegadas a un papel marginal, sino que les corresponde un sitial junto a las grandes potencias.
Siguiendo este principio, no sólo Latinoamérica, sino también África, el sudeste asiático y el mundo árabe deberían estar convenientemente incorporados al organismo.
México y Argentina
Pero, ¿qué países habrían de representar a sus respectivas regiones? Brasil se siente predestinado a ocupar un asiento permanente, en nombre de América Latina. No obstante, está por verse si las restantes naciones del continente concuerdan. DW-WORLD conversó al respecto con Dr. Sérgio Costa, catedrático de Sociología en la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil) y docente del Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín.
A su juicio, Brasil tiene las mejores cartas para lograr su objetivo, ya que cumpliría con las condiciones necesarias mejor que los otros dos potenciales aspirantes latinoamericanos: México y Argentina.
Costa destaca, por ejemplo, la gran dependencia económica mexicana de Estados Unidos, evidenciada por el papel preponderante del NAFTA en su balanza comercial. En su opinión, lo estrecho de esas relaciones da pie a justificadas dudas en cuanto a que México pueda actuar con plena
independencia de Washington, si consigue un asiento permanente en el Consejo.
La situación económica es también un factor en contra de una postulación argentina. Según el sociólogo, es incierto que ese país pudiera asumir los costos adicionales derivados de semejante posición. Además estima que Buenos Aires no puede garantizar la suficiente estabilidad democrática, tras las turbulencias políticas de los últimos años.
El móvil de Brasil
En contraste, hace notar que, aparte de contar con estabilidad democrática y fortaleza económica, Brasil también ha asumido en los últimos años mayores responsabilidades en misiones de la ONU como las de Timor Oriental (1999) y Haití, donde lidera a los cascos azules que trabajan por la reconstrucción del estado caribeño.
Sin embargo, Costa, se muestra escéptico en cuanto a las ventajas que una membresía permanente en el Consejo de seguridad reportaría a los brasileños, al margen de la importancia simbólica que tendría. Pero ella es relevante para la diplomacia y el gobierno carioca.
Costa indica que la posibilidad de desempeñar un papel relevante en la política internacional implica, para Brasil, un paso sustancial hacia la “modernidad”. Tanto más notable sería que este paso histórico lo consiguiera dar un gobierno de izquierda, con raíces en los “partidos populares”.
Por esta razón, el ejecutivo brasileño está dispuesto a pagar un alto precio por su postulación, como el que supone financiar la labor que se lleva a cabo en Haití. Del mismo modo, algunas concesiones hechas recientemente a Argentina, en el marco del Mercosur, pueden ser interpretadas según el sociólogo como un esfuerzo para atenuar las resistencias a la candidatura brasileña.
Divergencias y coincidencias
No obstante, en América Latina dista de haber consenso. En opinión de Costa, forjar allí una línea conjunta será más difícil que en la Unión Europea, ya que las diferencias son aún mayores. La postulación de Brasil lo ilustra claramente. Algunos países la respaldan, como Perú, Venezuela, eventualmente Bolivia y, sorpresivamente, también Chile. Otros, por el contrario, tienen grandes reparos.
Admitir la validez de las prerrogativas de Brasil significaría, por ejemplo para Argentina, reconocer la supremacía carioca en el Cono Sur. Por otra parte, de prosperar la iniciativa brasileña, es probable que también México saltara al ruedo con su propia postulación.
Por ahora, sin embargo, no se perfila una alternativa clara, que pueda ser susceptible de negociaciones regionales. Aún así, Costa cree reconocer algunas premisas básicas para una postura latinoamericana coordinada en el Consejo de Seguridad. Los países de la región comparten el temor a sucumbir a la supremacía estadounidense.
Por esa razón tienen interés en fortalecer una posición multilateral que contraponer a las ambiciones unilaterales de Washington. En consecuencia, el catedrático opina que la postulación brasileña podría servir de aliciente en la región para desarrollar posturas conjuntas ante problemas concretos de la política internacional.