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Ampliando el horizonte: el servicio social voluntario en Alemania

Martina Witt/ CP24 de septiembre de 2013

El Servicio Voluntario Europeo (SVE) permite que jóvenes de 18 a 30 años puedan reunir experiencias en otros países y, al mismo tiempo, ofrecer sus conocimientos y capacidades a la sociedad.

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Imagen: picture-alliance/dpa

María del Mar Cortés es una española que decidió dedicar su servicio voluntario en Alemania a cuidar niños en un jardín de infantes bilingüe de Hannover. En Andalucía, su lugar de origen, María del Mar trabajó como maestra y le parecía importante probar algo nuevo. ¿Por qué en Alemania? “Siempre quise aprender alemán”, explica. Desde hace casi un año ayuda a los educadores del jardín de infantes, además de enseñarles a los niños el idioma español casi jugando.

500 voluntarios para Alemania

El Servicio Voluntario Europeo (SVE) es el programa más antiguo en su tipo. Fue creado en 1996, pero tomó cierto tiempo encontrar organizaciones que se encargaran de seleccionar y enviar a los voluntarios a los diferentes países, dice Karin Schulz, de la agencia alemana “Jugend für Europa” (Juventud para Europa). Entretanto, en Alemania prestan servicios más de 500 voluntarios provenientes de países de la Unión Europea, y también de Noruega, Turquía y Rusia. La mayoría de ellos son estudiantes.

En contrapartida, cerca de 850 voluntarios alemanes ofrecen sus conocimientos y experiencia en el extranjero. A ellos se suman servicios de voluntarios fundados recientemente, como “Weltwärts”, del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, o “Kulturweit”, del Ministerio de Relaciones Exteriores, que solo envían voluntarios. A través del intercambio mutuo se trata de reforzar la conciencia de una Europa unida, subraya Schulz.


Experimentar que “Europa existe”

El intercambio con otros europeos es también el factor clave para Manfred Pruisken, presidente de la asociación de artistas circenses “CircO”, una red que desde hace años trabaja con jóvenes europeos voluntarios. De acuerdo con su nivel de conocimientos, trabajan en grupos individuales como equilibristas o bailarines que forman a otros jóvenes interesados en aprender las artes del circo.

En el proyecto CircO los jóvenes aprenden malabarismo.
En el proyecto CircO los jóvenes aprenden malabarismo.Imagen: CircO

Uno de ellos es Liis Reiman, una joven estonia de 22 años que apoya al grupo en tareas administrativas y en el entrenamiento. “Esto es algo fantástico para los jóvenes porque se dan cuenta de que Europa realmente existe”, dice Wolfgang Pruisken. Las alumnas Lina y Hanna también mejoran allí sus conocimientos de inglés: “Con ella nos animamos a hablar”, dicen.

Liis estudió Dirección Cultural en Estonia. Hace dos años, organizó un festival circense en su ciudad, descubriendo su pasión por el equilibrismo. “Estuve explorando distintas posibilidades para aprender más en este aspecto, y el Servicio Voluntario Europeo era una oportunidad buena y económica”, cuenta. Los participantes no pagan nada, y se les ofrece un lugar donde vivir, comida y una pequeña suma para gastos diarios.

Contactos que amplían el horizonte

Trabajar con niños y adolescentes, colaborar en proyectos de protección de animales, de entendimiento entre los pueblos y contra el racismo son algunas de las posibilidades que ofrece el Servicio Voluntario Europeo. Pero el SEV no se dedica a la cooperación al desarrollo, como lo hace el programa “Weltwärts”. Su principal objetivo es que los jóvenes compartan experiencias y conozcan otros países de Europa. Además, los participantes también aprenden mucho sobre sí mismos, explica Liis, ya que salen de su “zona de confort” para lanzarse a vivir otras realidades distintas de la suya.