En el contexto del debate sobre la reforma judicial que quiere llevar a cabo mediante reformas constitucionales en el último mes de su mandato, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha declarado una "pausa" en las relaciones con los representantes diplomáticos de EE. UU. y Canadá, quienes habían señalado sus reservas frente a este proyecto político. El representante de Washington había alertado de que la reforma judicial del Gobierno ponía en "riesgo" la democracia en México y la relación comercial con Estados Unidos, además de advertir que la elección popular de jueces facilitaría la intromisión de los cárteles en la justicia. Para el Gobierno mexicano, estas críticas representan una acción inaceptable de injerencia que contraviene la soberanía nacional. Estados Unidos y Canadá, que junto con México forman el T-MEC (el tratado que sucedió al NAFTA), piden seguridad jurídica para las inversiones que sus empresas realizan en el país vecino.
"Tienen que aprender"
Esta intención de "pausar" las relaciones con otros países es una medida que va más allá del canon diplomático y es un invento de la diplomacia presidencial en México, que se aplica sin consultar a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Aunque el artículo 89 de la Constitución otorga al titular del Poder Ejecutivo la prerrogativa de conducir la política exterior del país, las acciones externas de AMLO han asumido características de "exabruptos", en forma de cartas e intervenciones frente a otros Estados cuando han contravenido los puntos de vista del presidente y generado su ira. "Ellos quisieran tener injerencia en asuntos que solo le corresponden a los mexicanos. Ojalá haya de parte de ellos una rectificación de que van a ser respetuosos de la independencia de México, de la soberanía de nuestro país. Tienen que aprender, no es cualquier cosa”, fueron las palabras clave con las que justificó el castigo de la "pausa".
Aunque quedan en la oscuridad las implicaciones de la "pausa" decretada por el presidente, es evidente su intención de señalar un extrañamiento respecto a las opiniones vertidas por parte de sus socios del Norte. Apelar a la defensa de la soberanía nacional siempre ha sido uno de los motivos que ha esgrimido AMLO para obtener el apoyo necesario en su país para llevar a cabo sus acciones políticas y, así, calmar las controversias que puedan surgir en torno a un determinado tema.
La controvertida "reforma judicial"
La mayoría oficialista pretende aprobar en los primeros días de septiembre la reforma judicial, un proyecto codicado por AMLO, con su mayoría ampliada, que permite alcanzar el número necesario para las reformas constitucionales requeridas. Este procedimiento ha venido acompañado de inseguridad en los mercados financieros y cambiarios. Asimismo, en el sector de la justicia se han llevado a cabo huelgas contra los efectos laborales de la reforma.
Preocupa especialmente una posible pérdida de autonomía del poder judicial frente a los intereses del Ejecutivo, que trata de ampliar su influencia y control sobre la selección de los jueces y su trabajo, esencialmente mediante la elección popular de todos los jueces, magistrados y ministros de las cortes en el país a partir del próximo año. Y también, por ejemplo, a través de un Tribunal de Disciplina Judicial, que supervisaría incluso a la Suprema Corte de Justicia. Esta última institución es la que ha captado la atención del presidente, ya que se ha resistido a someterse al poder presidencial y es una de las últimas en defender su autonomía e independencia. Con esta reforma, el Gobierno pretende restituir "una legitimidad emanada del poder popular", cerrando así la brecha sistémica que se había creado entre el poder judicial y la sociedad.
¿Un nuevo partido hegemónico?
Con el respaldo mayoritario obtenido en las elecciones del 2 de junio de 2024, el partido oficialista Morena y sus aliados disponen de las mayorías suficientes para cambiar profundamente a México según sus prioridades. Esta situación puede dar inicio a un nuevo período de hegemonía de un solo partido en el país. La eliminación de poderes que podrían limitar el poder ejecutivo fue uno de los resultados centrales del sexenio de AMLO. Habrá que ver si su sucesora, Claudia Sheinbaum, quien asumirá la presidencia el 1 de octubre, es capaz de manejar el poder con responsabilidad, no solo hacia el interior, sino también hacia el exterior. Será esencial que logre distanciarse de la diplomacia de "pausas" empleada por AMLO y reconducir al país a una política exterior que se desarrolle con compromiso e iniciativa.
(ers)