El desafío de reducir los casos de embarazo adolescente
22 de marzo de 2019Cada año nacen dos millones de niños de madres que tienen entre 15 y 19 años en América Latina y el Caribe. La región tiene la segunda mayor tasa de embarazo adolescente del mundo, con 66,5 nacimientos por cada mil jóvenes (período 2010-2015). Solo es superada por África subsahariana, mientras que la tasa mundial promedio es de 46.
Se trata no únicamente de un problema de salud pública, sino también de desarrollo, derechos humanos e inequidad. El 15% de todos los embarazos de la región se producen entre menores de 20 años, según el informe "Acelerar el progreso hacia la reducción del embarazo en la adolescencia en América Latina y el Caribe”, de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Los expertos coinciden en que el embarazo adolescente es multicausal, y en América Latina sobresalen dos factores: falta de acceso a una educación sexual integral y a servicios de prevención y anticoncepción.
"A esto contribuyen factores culturales y de la comunidad, que siguen oponiéndose a esta educación”, señala la Dra. Sonja Caffe, asesora regional en salud de adolescentes para la OPS/OMS, en diálogo con DW. Junto a campañas contrarias a la educación sexual del Estado y en las escuelas, hay desconocimiento y temor de muchos padres y madres.
"Cada familia puede reforzar sus valores religiosos o morales en el hogar, pero los estados tienen la obligación de dar educación sexual integral, basada en datos científicos, y que no solo consista en información biológica, para que los adolescentes puedan elegir cómo vivir su sexualidad o si la quieran posponer. Pero hacer de cuenta que ellos no eligen tener sexo, esconder el tema y obviar la discusión trae las tasas de embarazo que tenemos”, indica Doz Costa, directora adjunta de Amnistía Internacional para América Latina.
Barreras sociales, legales, familiares, pero también algunas dentro del propio sistema de salud, complican la situación. Doz Costa advierte que para los adolescentes es difícil acceder a métodos anticonceptivos, pues muchos servicios atienden solo si van con sus padres, lo cual inhibe la consulta: "El acceso debiera ser diferenciado, en servicios amigables y con privacidad, donde puedan buscar información, ayuda e insumo sin el acompañamiento de sus padres”.
Niñas y jóvenes vulnerables
El embarazo adolescente es también un reflejo de los altos niveles de desigualdad de la región, que perpetúan esta vulnerabilidad. Estudios han demostrado que hay mayores tasas de embarazo entre niñas y jóvenes de menor escolaridad, mayor pobreza y de sectores rurales o indígenas.
"En algunos países, las adolescentes sin educación o con solo educación primaria tienen cuatro veces más posibilidad de quedar embarazadas que adolescentes con educación secundaria o terciaria. Las menores de hogares en el quintil inferior tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades de empezar a concebir hijos que las de quintiles más altos en el mismo país”, indica el informe.
Entre países, y al interior de los mismos, hay grandes diferencias. La mayor tasa de embarazo adolescente se registra en República Dominicana, con 100,6 nacimientos por cada mil menores. "En grupos rurales, el embarazo y la maternidad adolescente son mucho más aceptados, y hay tasas mucho más altas. En estos grupos hay que enfatizar el efecto de la maternidad temprana en la pobreza de la madre y también del hijo o hija, y educar mostrando que hay otras soluciones”, sostiene la Dr. Caffe. Un nuevo plan lanzado por el gobierno en febrero pasado, con un enfoque basado en la equidad y en grupos vulnerables, debiera atender estos aspectos.
Argentina, a pesar de que no tiene una tasa muy alta, es el único país latinoamericano en el cual ésta aumentó, lo que se explicaría, entre otras causas, por el incremento de la pobreza y el descenso de la escolarización en algunas provincias.
Planes que funcionan, y otros que no
Un error común en Latinoamérica es mantener planes no basados en la evidencia y sin monitorizarlos. Por bien intencionados o efectivos que parezcan, es clave medir cómo están funcionando y en qué grupos hay más vulnerabilidad, para enfocar allí las acciones.
"Debemos identificar cuáles son los grupos más vulnerables y con una carga más alta de embarazos, y desarrollar intervenciones que respondan a este contexto”, afirma la Dra. Caffe. Los estudios muestran que enfocar el embarazo no sólo como un tema biológico, sino social, en un trabajo multisectorial, ayuda a prevenirlo.
"En países como Uruguay, Costa Rica y Chile está dando resultado el acceso a información, servicios y a anticoncepción y, más importante, a anticonceptivos de larga duración, que son más afectivos en el grupo adolescente”, observa la Dra. Caffe.
Por el contrario, una medida poco efectiva es promover la abstinencia sexual. "La evidencia dice que esto no funciona. Hay algunas chicas que pueden beneficiarse de una recomendación para postergar el inicio de su vida sexual, pero las cifras indican que en general esto ocurre muy temprano en nuestra región. Si esa es la evidencia, un enfoque de abstinencia no apoya a quienes ya tienen sexo. Debemos implementar intervenciones que las apoyen para protegerse”, afirma la experta.
Embarazos de alto riesgo
La mortalidad materna es una de las principales causas de muerte en adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años en la región de las Américas, según datos de la ONU. En 2014, fallecieron cerca de 1900 a causa de problemas de salud durante el embarazo, el parto y el posparto.
A nivel global, el riesgo de muerte materna se duplica en madres de menos de 15 años en países de ingreso bajo y mediano, y hay un 50% más de muertes de recién nacidos de menores de 20 años, comparado con los de mujeres de 20 a 29 años.
Una situación especialmente grave y menos estudiada es la de los embarazos en niñas menores de 15 años. América Latina es la única región del mundo en que estos van en aumento. El 2% de las mujeres en edad fértil en la región tuvieron su primer parto antes de los 15 años, según el UNFPA.
Aún más grave, a esa corta edad esos embarazos, casi en su totalidad, tienen su origen en la violencia sexual. El caso de la niña argentina de 11 años embarazada tras ser violada reiteradamente por el hombre que era pareja de su abuela es una realidad más frecuente de lo que se piensa, y reabre el debate sobre la violencia contra la mujer en la región, el acceso al aborto seguro y la maternidad forzada, que organismos de derechos humanos denuncian como un tipo de tortura contra las niñas.
(cp)
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