América Latina: ¿ejemplo de gestión de la deuda en Europa?
18 de abril de 2015Puede compararse la situación de América Latina en los años 80 y 90 y la situación de los países europeos endeudados hoy. Sí, puede compararse, dice la Prof. Barbara Fritz, del Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín. Pero con un acotamiento: hay que tener en cuenta que los países latinoamericanos estaban endeudados en moneda extranjera, mientras que los países europeos están endeudados hoy en su misma moneda.
También para el economista Prof. Dr. Rolf J. Langhammer, del Instituto de Economía Mundial de Kiel, América Latina puede ser tomada por Europa como inspiración para analizar el problema de la deuda en algunos países de Europa. Ya a fines de los años 80 debía haberse reconocido en América Latina que el problema de la deuda no puede resolverse con dinero fresco: "Los problemas eran más profundos, el servicio de deuda era demasiado elevado. La misma situación tenemos hoy en el espacio europeo", dice el Prof. Langhammer.
El problema no es la liquidez, sino la estructura
"En el caso de Argentina, ya en los años 1996 al 2000 estaba claro que el país no iba a poder pagar, pero igual fue apoyado con programa de liquidez de corto plazo", recuerda por su parte la Prof. Fritz. "Esos programas iban acompañados de condicionamientos, pero que finalmente no ayudaron mucho". La situación acabó, como es sabido, con un estallido: la cesación de pagos de la Argentina en 2001/2002.
Y otro paralelo: la salida de Grecia del euro es comparable al abandono del tipo de cambio 1 a 1 con el dólar por parte de Argentina antes del estallido de la crisis de deuda: "La pérdida de confianza sería muy grande, la devaluación también y con ello la deuda en dólares aumentaría mucho expresada en moneda nacional", subraya la Prof. Fritz. Lo que al final efectivamente ocurrió en la Argentina. Ante esa disyuntiva se ve hoy también Grecia en caso de que saliera de la eurozona.
En el caso de Argentina, la cesación de pagos ayudó a crecer, pero esa experiencia también demuestra que lo esencial es una política económica consistente a largo plazo: "Los problemas económicos que tiene hoy la Argentina se deben a la política económica de los últimos ocho años y no al recorte de deuda", agrega. "En los primeros años, la política económica apuntó a un superávit fiscal y una estabilización del tipo de cambio, lo cual fue efectivo".
En todo caso, "para que las deudas puedan disminuir, los países necesitan crecimiento". Tal como se registra actualmente en Irlanda, que ha sabido combinar políticas de austeridad con crecimiento económico. En vista de las aproximaciones entre Podemos y el Gobierno de Venezuela, la Prof. Fritz no recomienda, sin embargo, el modelo venezolano: "Por suerte España no tiene una estructura económica parecida a la de Venezuela, cuya economía es en un 90 por ciento dependiente del petróleo, lo que crea una enorme situación de dependencia de un solo producto".
En cuanto a la redistribución de la renta petrolera, "se lleva a cabo en gran parte en forma discrecional. El rígido sistema de control de precios, el racionamiento, tipos de cambio segmentados y las grandes ganancias en el mercado negro generan increíbles distorsiones económicas". Y eso no sería recomendable para España.
La necesidad de la bancarrota soberana
El punto de no retorno se alcanza en todo caso cuando un país definitivamente carece de las condiciones necesarias para pagar sus deudas a largo plazo. En ese caso no parece haber otra opción que el recorte de deuda. "Un recorte unilateral de deuda no es algo deseable, pero lo mismo que hay bancarrotas de empresas, tendría que haber un marco legal para bancarrotas de países", dice la Prof. Fritz.
Rafael Correa, el presidente de Ecuador, escribió a fines de 2013 un artículo para "Le Monde Diplomatique" en el que dijo que "Otra vez se tematiza el problema del sobreendeudamiento, pero no se menciona su otra cara: la sobreoferta de crédito, lo cual exime de responsabilidad al capital". Para la Dra. Fritz, el argumento no es válido, "ya que un Estado soberano puede tomar deuda o no", lo mismo que un acreedor "le puede prestar dinero o no a un Estado".
Agrega que el problema central es por eso "la no existencia de reglas de derecho internacional que permitan una salida ordenada de una bancarrota estatal", lo que, en su opinión, "es urgentemente necesario, porque alguien tiene que decidir cómo se reparten los costos en un caso así".
A la misma conclusión llega el Prof. Langhammer: "Grecia es un caso sui generis. Pero mientras no se llegue a crear un derecho internacional de bancarrota de Estados debemos formular por lo menos instrumentos para poder definir hasta qué punto los países tienen capacidad a largo plazo para pagar sus deudas". En ese sentido, América Latina es un ejemplo de lo que debe… y de lo que no debe hacerse.