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Alepo y Palmira dañan la imagen de Rusia

Juri Rescheto
13 de diciembre de 2016

La pérdida de Palmira y la inminente conquista de Alepo son dos caras de la guerra en Siria, en la que Rusia juega su propio juego. En opinión de Juri Rescheto, este es un juego muy peligroso.

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Concierto de la Orquesta Sinfónica del Teatro de Mariinsky en las ruinas de Palmira.
Concierto de la Orquesta Sinfónica del Teatro de Mariinsky en las ruinas de Palmira.Imagen: picture-alliance/dpa/M. Voskresenskiy

Tras la caída de Palmira, se buscó a un culpable. ¡La culpa la tienen los rusos!, sostiene Jean-Marc Ayrault, el ministro de Relaciones Exteriores de Francia. Según el diplomático, Moscú solo finge luchar contra los terroristas, mientras que en realidad solo trata de salvarle el pellejo al presidente Al Asad.

¡Esas son puras mentiras!, dicen los rusos. Para ellos, la culpa la tienen los estadounidenses porque suspendieron los combates para liberar el feudo islamista de Al Raqa. Igor Konashenkow, portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, dice que esto despejó el camino a Estado Islámico (EI) hacia la ciudad iraquí de Mosul.   

De acuerdo con los comunicados diarios de los militares rusos, cerca de 4.000 combatientes de EI operan en Palmira. El Ejército de Bashar Al Asad ayuda y salva a los habitantes.

La primera víctima de la guerra: la verdad

¿Quién tiene razón? Eso nunca lo sabremos. En la guerra, la verdad es todavía más rara que en tiempos de paz. Lo que sí es un hecho es que la caída de Palmira daña la imagen de los rusos como salvadores del mundo. La caída de Palmira pone en ridículo presentaciones de los rusos como el concierto de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky, bajo la dirección del dirigente estrella Walerij Gergiew, en las antiguas ruinas tras su "liberación” en mayo de este año. La condecoración estatal "Para el Entendimiento de los Pueblos”, que recibió tras el evento, resultó ser una farsa.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quiere limitar el daño argumentando que el ataque contra Palmira es un intento de los islamistas por desviar la atención del Ejército sirio de Alepo, a punto de caer en manos de Al Asad.

Con ayuda de los rusos y sus bombas, el dictador sirio ha recuperado el poder. Los expertos preguntan cada vez con más insistencia por cuánto tiempo Occidente podrá seguir exigiendo una Siria sin Al Assad.

Los bombardeos no bastan

Juri Rescheto dirige la redacción de DW en Moscú.
Juri Rescheto dirige la redacción de DW en Moscú.

Los rusos han demostrado fuerza, tanto en Palmira como en el resto del país, sin tomar en cuenta las pérdidas, la muerte de civiles, el sufrimiento humano. Esto ha quedado claro sobre todo en Alepo, donde la victoria del régimen sirio se debe sobre todo a las Fuerzas Armadas rusas. 

No obstante, el éxito militar es peligroso, también para los rusos. Pese a los 64 bombardeos lanzados por la Fuerza Aérea rusa en una sola noche, Palmira volvió a caer en manos de los yihadistas. El mundo ha perdido nuevamente la ciudad, patrimonio cultural de la humanidad. Palmira simboliza la absurdidad de los bombardeos rusos y la desorientación de una potencia extranjera en esta guerra altamente complicada.

La caída de Palmira demuestra que una victoria parcial en Siria no necesariamente es duradera. La guerra contra el terror es una lucha larga, que no solo puede depender de ataques aéreos rusos y sirios, ya sea en Palmira, en Alepo o en cualquier otro lugar.