Alemania: ¿Por qué comemos tanto en Navidad?
17 de diciembre de 2018DW: ¿Es la glotonería siempre fue algo negativo?
Gunther Hirschfelder: Durante siglos, los humanos sufrimos como especie, como grupo social y como individuo, porque no teníamos lo suficiente para comer. Hasta mediados del siglo XIX, siempre hubo una dramática carencia de calorías, por lo que ser gordo se consideraba positivo. Comer mucho y bien era el privilegio de los ricos.
Pero incluso en la Antigua Grecia, la moderación gastronómica se consideraba una virtud y la gula, un defecto.
Pero en vísperas de Navidad, la gente siempre ha comido mucho...
Al contrario, la cena navideña durante siglos no era copiosa. El ayuno anterior a la Navidad, interrumpida solo por la festividad de San Nicolás, fue impuesto por la Iglesia Católica hasta 1917 y se siguió respetando incluso después. En las investigaciones de los años treinta y cuarenta, todavía se ha podido comprobar que mucha gente practicaba el ayuno. Hasta entonces, el Adviento servía de preparación para la Navidad, un tiempo de silencio, contemplación y retiro espiritual.
La Navidad jugó un papel cada vez más importante a partir del siglo XIX. En realidad, la Semana Santa siempre era el punto culminante del año eclesiástico. En los años 50 del siglo XX comenzó, en realidad, la glotonería.
¿De qué manera se manifestó ese fenómeno?
Los años 50 se conocen por el alto consumo de azúcar, carne y alcohol. A mediados del siglo XX, llegaron al mercado más productos de Navidad y Adviento. El consumo aumentó drásticamente porque Alemania se convirtió en una sociedad de consumo y dejó de ser solo una sociedad de suministro. El Adviento evolucionó gradualmente del ayuno a la glotonería.
A principios del siglo XX, había calendarios de adviento de chocolate, pero la crisis económica y las dos guerras mundiales hicieron que este lujo fuese imposible para muchas familias. Después de la Segunda Guerra Mundial, las cosas cambiaron. En los años cincuenta y sesenta, la temporada festiva abarcaba toda la temporada de Adviento, la Nochebuena, el 25 y el 26 de diciembre. Y en la actualidad, todos los productos de Navidad y Adviento están disponibles en todo el país desde finales del verano.
¿De dónde viene esa ansia de festejar y celebrar?
Tenemos una sociedad permanentemente regulada con alimentos y bebidas nutricionales, lo que es fisiológicamente muy importante, pero no se corresponde con las necesidades emocionales y culturales de muchas personas. Es por eso que las empresas siempre están buscando oportunidades para evadir dichos mecanismos regulatorios. La temporada de Adviento y de Navidad se convierte entonces en una época para comer sin mesura. El efecto sicológico es para muchas personas el siguiente: "En realidad, me alimento bastante sano, pero ahora es época de Adviento". Se crean pequeñas excepciones, que tienen el efecto de una válvula de escape.
Y cuanto más pequeño sea el rol de la religión o la Iglesia en la sociedad, más importante se vuelve la comida. Tradicionalmente, la víspera de Navidad suponía el final del ayuno. Entonces comían una serie de platos tradicionales, como la ensalada de arenque, la ensalada de papa o las salchichas.
¿La ensalada de papa y las salchichas eran la cena de Navidad en aquel entonces?
Sí, la comida de Nochebuena. En el siglo XX, la celebración de la Navidad se convirtió en un festín: la ensalada de arenque o la ensalada de papa con arenque se convirtió en una comida de lujo. Cuanto más perdemos de vista el carácter espiritual y litúrgico, más celebramos la Nochebuena, no el nacimiento del Señor, sino a nosotros mismos. Y, por supuesto, hay una fiesta principal: la Nochebuena, que se ha convertido en el evento social más vinculante del año.
¿No es la gula una medida de compensación gigantesca?
Vivimos tiempos de cambio e incertidumbre. Como sociedad, tenemos miedo al futuro y al presente. No estamos en condiciones de soportar tantas crisis permanentemente. En una sociedad moderna, tenemos que hacer que todo sea especial y no cotidiano. Eso lo brinda la Navidad.
Y cada año, la Navidad tiene que ser mejor y más grande. Es una permanente decepción en comparación con la Nochebuena de la niñez.
Esa es la esencia de la sociedad capitalista de consumo. Tengo la necesidad permanente de comprar. Esta es la lógica del consumo que, en última instancia, nunca satisface a menos que compre más.
(rmr/jov)
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