Alemania debate sobre la corrupción en el deporte
9 de abril de 2015El Parlamento alemán ha decidido ocuparse del tema corrupción en el deporte internacional y recientemente debatió en torno a los criterios bajo los cuales las grandes organizaciones internacionales, como la FIFA y el Comité Olímpico Internacional (COI), deberían escoger las sedes para sus eventos.
Deutsche Welle conversó con el parlamentario del Partido Verde Özcan Mutlu, uno de los promotores de la discusión, sobre la actitud que debe asumir Alemania frente a los problemas del deporte internacional, y lo que puede hacer el país y sus instituciones para limpiar su imagen.
Señor Mutlu, ¿cómo describiría usted la situación actual del deporte internacional?
El deporte en general se encuentra en una gran crisis de credibilidad. Cuando la gente escucha hablar de la FIFA o del COI, inmediatamente piensa en corrupción, en gigantismo, en clientelismo, en falta de transparencia, e incluso, como en el caso del Mundial de Catar, en violación de los derechos humanos. Aquí existe un gran problema: al momento de otorgar las sedes de los grandes eventos las confederaciones y las instituciones olvidan cosas como la defensa del medio ambiente, de los derechos humanos, de la trasparencia e incluso hasta del mismo deporte.
¿Cuál debe ser la posición de Alemania ante esa situación?
Alemania no puede solo criticar lo que pasa en torno a los Juegos Olímpicos y los Mundiales. Nosotros tenemos que actuar, tenemos que servir de ejemplo, mostrar cómo deben hacerse bien las cosas, definir cuáles son los criterios de adjudicación de esos eventos, que solamente de esa forma serán observados con ojos positivos por el público.
Desde la perspectiva alemana, ¿Cuáles criterios de adjudicación son los que deben tenerse en cuenta?
Por ejemplo aspectos como la trasparencia, el apoyo popular, pues a los ciudadanos hay que preguntarles lo que quieren y permitirles participar en el proceso, el respeto a los derechos humanos, la protección del medio ambiente, la forma en la que se conseguirá la infraestructura, o la colaboración de organismos como Transparencia Internacional. Desde el principio hay que estar atentos para que los anfitriones no conviertan los eventos deportivos en plataforma de propaganda para sus intereses, por eso no se le deben otorgar a dictadores u oligarcas que los instrumentalizan para demostrar su poder.
¿Y quién es responsable de introducir los cambios?
El deporte debe reformarse a sí mismo desde su interior. La política no debería tener que decidir sobre el deporte, pero el deporte debe por su parte entender que no está libre de la política. Es inaceptable que el deporte continúe actuando como si sus actividades estuvieran al margen de la política cuando la FIFA y el COI son instituciones políticas que organizan juegos de poder.
¿Cómo puede Alemania hacerle entender esto al deporte?
El problema es que la FIFA y el COI no pagan impuestos en ningún país del mundo y tienen su sede en Suiza. Alemania no tiene ninguna posibilidad de ejercer presión sobre ellas. Habrá que empezar conversaciones bilaterales con Suiza y analizar si ese estatus de asociaciones del que disfrutan es apropiado cuando se piensa en combatir la corrupción. Desde que se conoció el Informe García de la FIFA, ha quedado claro que la corrupción está presente por todos lados en el deporte internacional, y precisamente por eso hay que conversar sobre las posibilidades de pedirles cuentas por sus actos.
El presidente del COI, Thomas Bach, es alemán, y la Federación Alemana de Fútbol es la más grande en la FIFA ¿Cómo puede Alemania hacer uso de ese peso en el mundo del deporte?
Nuestros funcionarios deportivos también tienen una responsabilidad en este proceso, y por ese –dentro de sus posibilidades- deben poner en la agenda de sus respetivas instituciones los temas de Derechos Humanos, lucha contra la corrupción, transparencia, etc. Todos debemos tener la misma meta: un deporte limpio. Pero naturalmente la FIFA y el COI están organizados de tal forma que todos los países tienen solo un voto sin importar su peso demográfico, económico o político. Alemania es igual que las Filipinas o la República de Mauricio.
¿Se necesita entonces el apoyo de la comunidad internacional?
Hay mucho trabajo por hacer. Nosotros estamos intentando involucrar a otros partidos en diferentes países de Europa a los que les hemos estado informando sobre lo que se está debatiendo en Alemania. Cuantos más parlamentos se ocupen del tema, más esperanzas hay de que algo cambie de verdad. Nosotros no queremos solo llamar la atención sobre lo que está sucediendo, nosotros queremos reformas.