Alemania critica autorización de maíz transgénico
19 de mayo de 2004"No se han realizado los suficientes estudios para determinar si el nuevo maíz encierra peligros o no. En la evaluación científica se transfirieron simplemente datos del maíz para forraje al maíz dulce cuya importación ahora se ha permitido", explicó la ministra.
Se trata de la variedad de maíz Bt 11, cuyas semillas son producidas por la empresa suiza Syngenta. La planta es resistente a un determinado tipo de peste.
Política restrictiva
Hasta ahora, la UE ha seguido una política más bien restrictiva con respecto a los organismos genéticamente modificados (OGM). Los productos que contienen OGM deben ser autorizados y etiquetados como tales.
Además se debe poder establecer claramente de dónde provienen y los vendedores deben asumir responsabilidades en caso de eventuales consecuencias negativas. La última autorización data de cinco años atrás.
En Alemania, los productos que contienen OGM son rechazados en general por la población. Aproximadamente el 80% de los consumidores se niega a aceptarlos. Por ello, varios intentos de introducir en el mercado alimentos de ese tipo han fracasado.
Los OGM encierran riesgos incalculables para el medio ambiente y la salud humana, teme por ejemplo la organización ambiental Greenpeace. Los activistas ecológicos dicen que no existen estudios de largo plazo acerca de los efectos de los OGM. Agregan que podrían surgir nuevos tóxicos o albúminas que provocan alergias.
¿Aporte a la alimentación mundial?
Por otra parte, los defensores de los OGM argumentan que la técnica genética supondría un gran aporte a la alimentación mundial, al hacer a las plantas resistentes contra enfermedades y plagas. Agregan que se podría cultivar fruta, verdura y cereales en lugares donde hasta ahora no es posible, debido por ejemplo a la sequía o la salinización del suelo.
Uno de los impulsores más decididos de los OGM son los EEUU, donde los alimentos genéticos tienen buena aceptación. Plantas modificadas genéticamente se cultivan en los EEUU desde hace ya casi una década.
Los detractores de los OGM argumentan que el problema no es la falta de alimentos, de los que hay ya suficiente en el mundo, sino que numerosos seres humanos no tienen ingresos suficientes para comprarlos.
Una situación complicada
La situación en los países en desarrollo es complicada. Muchos de ellos se han pronunciado hasta ahora en contra de los OGM, pero más debido a los temores a perder mercados en Europa a que por eventuales problemas de salud, dice Rudolf Buntzel, encargado del Servicio Evangélico de Desarrollo (EED) para cuestiones alimentarias.
Además de eventuales consecuencias negativas derivadas del consumo de OGM, los críticos temen sobre todo los efectos negativos del cultivo de las nuevas plantas para la variedades ya existentes, en caso de cruzamientos indeseados.
La gestión de la biodiversidad es justamente uno de los puntos más candentes. Y ello por dos razones. La primera, porque representa una gigantesca reserva de "oro verde" que en su mayor parte está inexplorada.
Conservación de recursos vivos
La segunda razón es que los países ricos en biodiversidad, generalmente países en desarrollo, tienen el legítimo interés de que la comunidad internacional valore sus recursos vivos, y que se vean compensados de un modo justo por su conservación y su disponibilidad para la humanidad, dice Enrique Iáñez Pareja, del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Granada, España.
Agrega que las plantas transgénicas pueden amenazar la integridad de los recursos genéticos sobre todo en los países tropicales. La introducción de variedades transgénicas en las regiones de origen de las plantas cultivadas acentúa las preocupaciones anteriores.
Por ejemplo, resalta Iáñez, se están ensayando ya patatas transgénicas en México, uno de los sitios donde aún crecen patatas silvestres. La introducción en ese mismo país de maíz transgénico es arriesgada, ya que Mesoamérica posee parientes silvestres (teosinte) que hace falta preservar puros.
En caso contrario, si finalmente se producen híbridos indeseados, estaríamos amenazando no sólo parte de la biodiversidad, sino dilapidando un capital natural que nos podría ser útil en el futuro, como fuente para programas de mejora genética, concluye el científico.