Alemania bajo cero
8 de enero de 2009Las calles se cubrieron de hielo y nieve, y los árboles pintan con sus siluetas blancas un paisaje de tarjeta postal. Pero el idilio invernal termina allí donde hay que asomar la nariz para cumplir con las obligaciones cotidianas. Los habitantes de Alemania no se rinden e intentan darle calor a su cuerpo enfundados en botas y gorras, pero el frente frío “Quentin”, un sistema de alta presión, no perdona.
Mayor ola de frío en 22 años
La ola de frío polar hizo descender las temperaturas en toda Europa. El seis de enero, en las regiones alemanas de Erzgebirge y Baja Lausacia, los termómetros marcaron hasta -27,7º C, mientras la sensación térmica hacía castañetear los dientes: era de aproximadamente 32º C bajo cero. En la madrugada de hoy se midieron -34,6 grados en Bavaria.
Hace 22 años que no se siente tanto frío en tierras germanas. Así lo informa el centro meteorológico Meteomedia. Las regiones del este de Alemania son las más afectadas, si bien en el oeste, en Renania del Norte-Westfalia, y en el norte de Baviera, el invierno también muestra su rostro más gélido. Según Meteomedia, las temperaturas más bajas se registraron en Delitzsch, Sajonia, con 26 grados bajo cero.
En el pico más elevado de la cadena montañosa, el Zugspitze, de 2962 metros, los termómetros midieron menos frío que en la zona del Rin, por ejemplo. Esto se debe a que las temperaturas en las altas montañas siempre son bajas, pero el aire frío no llega allí con tanta intensidad como a las zonas bajas, donde además se mantiene por más tiempo.
Caños congelados, autos parados
Las bajas temperaturas congelaron las aguas de algunos ríos y arroyos, por lo que muchos se alegraron de poder por fin ir a patinar sobre hielo. Pero la clara advertencia de los Cuerpos de Bomberos es que sólo se puede practicar dicho deporte en superficies que hayan sido habilitadas oficialmente, ya que el peligro de hundimiento es grande.
En una escuela de la ciudad de Siegburg, en Renania del Norte-Westfalia, se tuvieron que suspender las clases el mismo día de su reinicio, el 5 de enero, ya que la calefacción había dejado de funcionar. Se congelaron las tuberías.
Lo mismo sucedió en algunas viviendas, en las que las cañerías dejaron de transportar agua debido a que ya no era líquido, sino hielo. Los plomeros estaban de parabienes.
En las autopistas alemanas, además de diversos accidentes debidos a la caída del llamado “hielo fulminante” (Blitzeis), que sorprende a los automovilistas con pistas resbalosas en cuestión de segundos, miles de conductores tuvieron que pasar horas detenidos al costado de la autovía, esperando que llegaran los camiones a despejarlas de nieve, o simplemente porque la batería del automotor dijo “basta” ante tanto frío.
En varios aeropuertos, entre ellos el de Fráncfort, el más grande del país, se cancelaron diez vuelos y hubo varios retrasos.
Vías y ríos helados
El transporte público se vio afectado, en tanto los trenes dejaron de funcionar normalmente, ya que los rieles deben ser descongelados varias veces por día. Hubo demoras y trenes cancelados en varias ciudades de Alemania. También las puertas de los vagones amenazaban con dejar de abrirse debido al frío. Y muchos no pueden llegar puntualmente al trabajo, ya que hasta los tranvías tienen dificultades en llegar a destino.
En el canal del río Elba se detuvo la navegación a lo largo de los 60 km del canal que corre a orillas de la ciudad de Lübeck. Este miércoles por la noche, un barco quedó atrapado en el Canal Central Dortmund-Ems, que une a lo largo de 325 km varias ciudades alemanas, por lo que se encargó un rompehielos para liberar la navegación.
Ni siquiera los ciclistas tienen demasiada suerte, ya que, debido a las calles heladas, por tramos es casi imposible llegar pedaleando a algún sitio.
Pero la vida sigue…
Para salir de casa en estos días conviene abrigarse hasta los dientes. Y son afortunados quienes se desempeñan en lugares cerrados. Otra suerte corren los puesteros, vendedores de pescados, frutas y otros productos de los tradicionales mercados callejeros, quienes apenas soportan permanecer al aire libre durante ocho o diez horas al día. Allí sólo ayuda vestirse con cinco suéters, varios pares de medias, bufandas, gorras de piel, y tener como acompañante un buen calefactor.
Los servicios sociales de las grandes ciudades alemanas están muy ocupados recorriendo las calles en busca de los “sin techo” que, a pesar de la crudeza invernal, siguen durmiendo bajo las estrellas. Algunos de ellos buscan refugio en túneles o lugares abandonados, pero no hay garantía de que sobrevivan hasta el día siguiente, por lo cual los empleados de la “Ayuda para el frío” (Kältehilfe) salen con su ómnibus a tratar de convencerlos de pasar por lo menos una noche en uno de los alojamientos provisionales, en donde recibirán una sopa caliente y la posibilidad de no morir de frío. Así y todo, ya son cuatro los muertos por congelamiento en Alemania.
Y como el frío siberiano parece no querer abandonar Europa sino hasta dentro de semanas, sólo queda hacer al mal tiempo buena cara, y abrigarse. Al menos, si el gas no escasea, la calefacción ayudará. Y si los mecanismos naturales contra el frío como la piel de gallina y el castañeteo de dientes fallan, quedan los escalofríos, que hoy abundan por todas partes.