Alemania 2010: crece la intolerancia entre los más ricos
5 de diciembre de 2010“Radicalización del centro”, “ascenso de un crudo sentimiento burgués”, “ideología naturalizadora de la desigualdad” fueron frases claves en la presentación de los nuevos y alarmantes resultados del mayor y más antiguo estudio representativo de tendencias en Alemania: “Estados de Ánimo Alemanes”, del equipo de trabajo del sociólogo de la Universidad de Bielefeld, Wilhelm Heitmeyer.
Por noveno año consecutivo los sociólogos volvieron a indagar, por vía telefónica, entre unas 2.000 personas. El desarrollo y las causas de los principales prejuicios están en el foco de este termómetro del trato de los alemanes con los más desfavorecidos socialmente: indigentes, desempleados, discapacitados, inmigrantes, entre otros.
Los investigadores ya no se sorprenden del consenso constante en torno a sentimientos islamofóbicos o a la defensa de privilegios para los alemanes nativos. Lo nuevo en 2010 es el ascenso de este consenso entre los alemanes de mayores ingresos – que poseen también, generalmente, altos niveles de instrucción. Los científicos hablan de “glaciación del clima social” y “ofuscamiento de la ciudadanía”.
“Hay un consenso islamofóbico, incluso entre aquellos de los que no se esperaba hasta ahora”, dijo Heitmeyer. “La islamofobia aumenta notablemente también entre quienes se ubicarían políticamente en la izquierda o el centro moderado”, se sorprendió, en Berlín, la redacción del Tageszeitung – reconocido diario de izquierda liberal.
“Lucha de clases desde arriba”
Los inmigrantes, especialmente los musulmanes, integran el grupo contra el que se manifiesta la mayor y más creciente agresividad. Casi la mitad de los alemanes (un 49 por ciento) comparte la opinión de que “en Alemania viven demasiados extranjeros”, reporta el diario Die Zeit. “Quién llega nuevo a algún lugar debería conformarse, en principio, con menos” – coincidió casi el 65 por ciento de los encuestados, un 11 por ciento más que el año anterior.
Adicionalmente, cerca del 40 por ciento de los ciudadanos que contestaron a este estudio indicó que la presencia de “tantos musulmanes” los hace sentir a veces como extraños en su propia tierra. También a desempleados a largo plazo e indigentes se les achaca incapacidad o poca voluntad para aportar a la sociedad.
Detrás de esta creciente intolerancia pudiera estar, en primer lugar, la crisis económica y financiera. Durante décadas, los ciudadanos de mayores ingresos estuvieron concentrados en su ascenso social, pero ahora muchos notaron que también ellos pueden caer y reaccionan percibiendo como competencia a los más débiles – aquellos que podrían quitarles sus ingresos, o con quienes tendrían que compartirlos, explica Heitmeyer.
El sociólogo alemán no se consuela con que esta encuesta tuviera lugar a inicios del verano, antes de que se estabilizara el mercado de trabajo alemán, escribe el Süddeutsche Zeitung. “Lo más alarmante es, justamente, lo rápido que se acaba la tolerancia cuando alguien siente apenas amenazado su estatus”, señala el rotativo muniqués.
Es una “mezcla de la preocupación por el propio estatus económico y social con el miedo al colapso de todo el sistema económico y financiero occidental”, analiza el diario Die Welt: “con la confianza en el capitalismo desaparece la esperanza del bienestar duradero y la seguridad en la vejez”.
Malas noticias para el sistema democrático
Lo más preocupante – tanto para los científicos como para los más influyentes diarios alemanes que se hicieron eco del estudio – son las consecuencias políticas previsibles de la extensión de los prejuicios y la intolerancia entre la ciudadanía. El proyecto sociopolítico del grupo de mayores ingresos, por ejemplo, se centra en el desmontaje de los derechos a la seguridad social y su sustitución por la caridad de los ricos y la responsabilidad propia de los socialmente desfavorecidos.
Heitmeyer desecha, por el momento, la posibilidad del surgimiento de una formación política más a la derecha que la conservadora Unión Democratacristiana gobernante (CDU), pero sólo porque falta la presentación carismática de tal alternativa. Sin embargo, el potencial para el ascenso de una ideología de derecha populista, “un movimiento silencioso, que no se muestra en la calle, pero campea en las mentalidades, existe hace mucho”, asegura el sociólogo. Y los diarios alemanes remiten al debate en torno al reciente libro islamofóbico del antiguo presidente del Banco Federal, Thilo Sarrazín.
¿Qué hacer?
“Cuando un grupo social se arroga el derecho de despreciar a otro, se legitima la violencia”, advierte Heitmeyer en entrevista con Die Zeit. “Si las formas tradicionales de integración a través del trabajo, la participación política, la familia, los grupos sociales dejan de ser una opción, tenemos que encontrar otras formas de reconocimiento social” o, de lo contrario, “nuevas formas de control”, sugiere el director del Instituto de Investigación Interdisciplinaria de Conflictos y Violencia de la Universidad de Bielefeld.
¿Qué hacer contra el desarrollo de estas alarmantes tendencias sociales? “Hay políticos que nos oyen, pero no son muchos”, aseguró a Die Zeit el sociólogo alemán y agregó que “el actual Gobierno no ha sido muy receptivo”. Lo primero que él haría, en este caso, sería evitar la falsa impresión de armonía social que prefieren los políticos: “provocar un fuerte debate, para evitar esta espiral de silencio en la que cada vez más gente cree que, con sus posturas xenófobas, discriminatorias, peyorativas, pertenece a la mayoría”.
Autor: Rosa Muñoz Lima
Editora: Claudia Herrera Pahl