Alarma por deshielo acelerado en el Ártico
9 de marzo de 2011Los hielos del Már Ártico están desapareciendo. Hace 20 años que se realizan expediciones a esa región, y, muchos de los participantes cuentan que en 1990, cuando emprendieron su primer viaje polar, el hielo tenía una densidad de 4 metros.
“Eso cambió muchísimo en estos años”, dice el noruego Borge Ousland. En 2007, una expedición al Polo Norte, por encargo del Instituto Polar de Noruega, se dedicó a estudiar la consistencia de los hielos. “Entonces, la densidad se había reducido a sólo 1.5 hasta 2 metros, lo que significa una disminución del 30 por ciento en sólo 20 años”, explica el experto.
Y eso tiene consecuencias directas sobre el clima, ya que los hielos flotantes funcionan como un escudo protector, una superficie blanca que refleja la energía solar y la devuelva a la atmósfera, señala Ousland. “Si esa superficie se derrite, entonces, la superficie oscura del agua absorbe la energía, lo que produce un aumento de la temperatura del agua”, subraya.
El Ártico, zona clave para el planeta
El hielo del Ártico es uno de los elementos que los científicos consideran de riesgo para el clima de todo el planeta. No es una región aislada del resto, dice, por ejemplo, el investigador español Carlos Duarte. Se trata de una zona clave en la que confluyen dos continentes y tres océanos. “Es por eso que los cambios que se originan allí tienen consecuencias en todo el medioambiente”, aclara Duarte, que lidera el proyecto “Artic Tipping Points” (Puntos críticos en el Ártico), financiado por la Unión Europea.
El Ártico, explica el científico, controla en gran medida las corrientes oceánicas más importantes de la Tierra. “El hielo derretido modifica la temperatura y el contenido de sal de los mares. Y los hielos de Groenlandia influyen en la altura del nivel del mar. Además, en el Ártico hay enormes depósitos de gases tóxicos, como el metano, que son claves para el clima global”, dice Carlos Duarte.
Bomba de tiempo bajo los océanos
El profesor Duarte y su equipo calculan que el hielo flotante alcanzará en menos de diez años un “punto de inflexión”, y que, entonces, en el Ártico no habría más hielo en verano, un proceso que desencadenaría otros, y que ya hoy representa un motivo de alarma. El hielo continental en Groenlandia se ha estado derritiendo en cantidades récord, según investigaciones realizadas en 2010. Y, según un nuevo estudio, el permafrost o capa congelada permanente, podría derretirse hasta en un 60 por ciento hasta el año 2200, incluso si se lograra una reducción de las emisiones de CO2.
Esto causa gran preocupación, ya que, con un aumento de la temperatura de las aguas, podrían liberarse de pronto enormes cantidades de gas metano, congelado y depositado en forma de hidrato de metano en el fondo marino del Ártico. “Si eso sucede, podría emitirse una cantidad de gases invernadero cinco veces mayor que la cantidad total que hemos emitido en la Tierra en los últimos 150 años”, advierte el experto.
Eso significaría un calentamiento acelerado del clima global, y lo más peligroso de todo eso es que ese calentamiento progresaría mucho más rápidamente que lo que pronostican los experimentos. Según Duarte, “los modelos científicos parten de un desarrollo lineal que no tiene en cuenta esos puntos de inflexión en el ecosistema”.
Otro factor que no toman en cuenta los experimentos científicos es la intensa sequía de las superficies de turba en el norte del globo. Los incendios de turba en Rusia, en el verano de 2010, son una señal de alerta de que se ha llegado a un punto crítico, ya que esos incendios, en Rusia o en Canadá, son difíciles de sofocar y emiten todavía más C02.
"Hay que tomar ya medidas políticas"
Para Carlos Duarte, hace tiempo que deberían haberse tomado de medidas concretas a nivel político. Según él, es ya muy tarde para discutir quién dará el primer paso hacia una industria libre de CO2. “Alguien tiene que empezar, con la esperanza de que otros sigan el ejemplo”, dice el científico. También Dirk Notz, investigador del Instituto Max Planck de Meteorología, exige reacciones inmediatas de la clase política. “Todavía estamos donde estábamos hace veinte años”, dice. “Hace veinte años que la ciencia está transmitiendo señales muy claras de que se deben tomar medidas decisivas. Si se tiene interés, como ciudadano, en que el clima siga siendo lo que es hoy, se llega a la conclusión de que los gobiernos deben tomar medidas concretas como para, por ejemplo, salvar los hielos flotantes del Ártico”, subraya el experto.
Todos estos investigadores, que pasan gran parte de su vida en el Ártico, ven como cambia día a día el clima en esa región, señal de alarma para todo el planeta. En el Ártico, el concepto de “cambio climático” se ha transformado en una experiencia cotidiana. Por ejemplo, en lo que concierne a los conflictos geopolíticos surgidos por la desaparición de partes de los hielos flotantes, ya que se supone que, debajo de ellos, se esconden tesoros minerales. Si eso se aplica a otras regiones del globo más pobladas en las que el cambio climático podría tener consecuencias semejantes, se tiene una idea de los efectos y amenazas que conlleva el calentamiento del clima.
Autora: Irene Quaile/ Cristina Papaleo
Editor: José Ospina Valencia