AI: Corea del Norte amplía sus gúlags
5 de diciembre de 2013Durante nueve años, Kim Young Soon vivió en el infierno, como prisionera del campo de trabajos forzados número 15, en Yodok. Su crimen fue haber conocido un episodio escabroso de una amiga suya con el exdictador norcoreano Kim Jong Il. Por eso, tanto Young Soon como su familia fueron aislados del resto de la sociedad.
Las consecuencias fueron fatales. Los padres de la prisionera murieron de inanición. Su hijo se ahogó, y a su esposo no lo ha visto desde que fue liberada, en 1989.
Kim Yung Soon vive hoy en Seúl, y al contar su historia, contribuye a reconstruir la realidad cotidiana en los campos de trabajos forzados de Corea del Norte. Ella es una de los dos testigos a los cuales Amnistía Internacional (AI) da voz, a través de un informe publicado este jueves (05.12.2013)
Tomas aéreas
Junto con estos testimonios, AI publicó fotografías aéreas de dos gúlags: los campos 15 y 16, en Yodok y Hwasong. En el caso del campo 16, “se trata de las primeras imágenes que llegaron a nuestro poder”, dice a DW Rajiv Narayan, especialista de AI para el Este de Asia.
Estimaciones de 2011 señalaban que tan sólo en el Campo 16 estaban internadas cerca de 20.000 personas, y la tendencia parece crecer. “Las fotografías muestran que se construyen nuevos bloques dentro de los campos de trabajos forzados”, señala el especialista de AI.
El Campo 16 tiene una extensión de 560 kilómetros cuadrados. Ahí, los internos son obligados a realizar trabajos en actividades como la agricultura y la minería. Ese campo alberga a unos 50.000 prisioneros en 40 bloques ruinosos, más otros cinco de construcción reciente, según el informe de AI.
Testimonios estremecedores
Se desconoce exactamente cuántas personas son sometidas a reclusión en condiciones inhumanas o degradantes, por designios del régimen norcoreano. Estimaciones independientes dicen que podrían ser hasta 200.000.
Oficialmente, dichos campos de trabajos forzados no existen. El gobierno de Corea del Norte niega sistemáticamente que cuente con tales centros de reclusión.
Del mismo modo, las autoridades norcoreanas descalifican testimonios como el de un exvigilante del Campo 16, que relató los métodos de tortura aplicados allí. El régimen afirma que tales decaraciones son mentira.
“El testigo ha descrito los casos de mujeres que fueron violadas y luego desaparecieron sin dejar rastro. Se teme que hayan sido ejecutadas”, indica Rajiv Narayan. “El antiguo vigilante dice haber visto cómo se obligaba a prisioneros a cavar sus propias tumbas”.
Según los relatos, a dichos prisioneros se les hacía formar fila, y luego eran golpeados con martillos hasta morir. Luego, los cadáveres eran enterrados en las fosas.
Horror cotidiano
Ciudadanos norcoreanos son enviados a los campos de trabajos forzados, incluso por haber cometido pequeñas faltas. O por haber nacido en la familia equivocada. Por ejemplo, Shin Dong-Hyuk, hijo de una pareja de prisioneros que pasó sus primeros años en uno de los gúlags de Corea del Norte.
En su libro “Fuga del Campo 14”, publicado hace un año y medio, Dong-Hyuk relata sus estremecedores recuerdos, entre ellos, cómo fue obligado a presenciar la ejecución de su madre y su hermano.
Kim Young Soon también vio cómo fueron fusilados dos prisioneros que habían intentado darse a la fuga. “Primero se les disparó tres veces en una pierna, y luego tres veces en el pecho”. Los demás internos debían presenciar el macabro espectáculo.
Los resultados de la investigación realizada por Amnistía Internacional serán sometidos a la comisión de las Naciones Unidas establecida en 2013, con el fin de investigar violaciones de los derechos humanos cometidas en Corea del Norte. El organismo presentará un informe al respecto a principios de 2014.