AI: “China: torturas en prisión”
12 de noviembre de 2015Desde que Xi Jinping asumió la presidencia en 2013, el seguimiento a las políticas de derechos humanos en China se ha intensificado. Bajo Xi, el gobierno chino ha tomado drásticas medidas contra la disidencia, advierten varios grupos de derechos.
Los activistas denuncian la represión de activistas y abogados de derechos humanos, así como la reducción de espacios para la prensa nacional e Internet. Los defensores de derechos humanos enfrentan cada vez más hostigamiento, detenciones arbitrarias y encarcelamiento. Además, está la cuestión de la tortura de detenidos a manos de la policía y los organismos de seguridad. A pesar de la promesa del gobierno de poner fin a esta práctica, las organizaciones de derechos humanos dicen que la Policía sigue golpeando y torturando para obtener confesiones.
¿Una práctica generalizada?
"El sistema de justicia penal de China sigue siendo muy dependiente de las confesiones forzadas mediante tortura y malos tratos, incluso contra los mismos abogados que denuncian”, dice AI en el reporte "No End in Sight”, de este 11 de noviembre de 2015. ¿Qué esperanzas pueden tener los acusados?", pregunta Patrick Poon, experto en China de AI. El informe se publica una semana antes de que China enfrente un debate de Naciones Unidas contra la tortura en Ginebra.
Revisar las leyes
Como parte de la revisión de la Ley de Procedimiento Penal del país en 2012, el gobierno chino había prometido erradicar la práctica de la tortura contra los detenidos. Después de sonados casos de brutalidad policial contra presuntos delincuentes que causaron revuelo internacional en 2009 y 2010, el gobierno anunció medidas para prohibir los llamados "jefes de celda" y excluir las supuestas confesiones logradas con tortura, aumentando así las esperanzas de que podría mejorar el tratamiento de los detenidos penales ordinarios.
Shang Baojun, abogado pekinés de la firma Mo Shaoping, cree que la tortura sigue estando muy extendida en China, aunque "es muy difícil estimar el número de confesiones obtenidas mediante esta práctica, ya que no existen datos oficiales, aunque la situación es un poco mejor en grandes ciudades como Beijing que en las áreas rurales", dijo a DW.
El analista de AI Patrick Poon, concluye que "si el gobierno chino tiene tomar en serio el resto de los derechos humanos debe comenzar por vigilar que las fuerzas del orden no cometan abusos".