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Derecho al agua potable aportará a conflictos

29 de julio de 2010

Expertos alemanes coinciden en que la resolución de la ONU de incluir el agua potable y el saneamiento como derecho humano es un paso crucial para que los Estados logren un suministro equitativo.

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El agua potable es necesaria para sobrevivir, y ahora un derecho humano.Imagen: EU pressefoto

La medida no vinculante, aprobada el miércoles (28.07.2010) por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que fue presentada por Bolivia, define que el derecho al agua limpia y al saneamiento es "un derecho humano esencial para el total disfrute de la vida y de todos los derechos humanos". Una de sus cláusulas también insta a los países, así como a las organizaciones internacionales a "incrementar los esfuerzos" para proporcionar agua potable y saneamiento a todas las personas.

Expertos alemanes, cuyo país fue uno de los que votó a favor de la inclusión del nuevo derecho en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, coincidieron en que éste es un símbolo político importante, y que además podría aportar a la solución de conflictos internacionales.


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El acceso igualitario al agua potable es uno de los retos de los Estados.Imagen: AP

Importancia política

El derecho al agua potable y al saneamiento básico es fundamental, ya que aquí se trata de la sobrevivencia de los seres humanos", dijo Beate Rudolf, directora del Instituto alemán de Derechos Humanos, a la cadena radial DeutschlandRadio Kultur. Para la experta esta resolución tiene una importancia política muy alta. Con ella, "los Estados declaran al mundo que se encuentran dispuestos a cumplir con este derecho".

De la misma opinión es el ministro alemán de Medio Ambiente, Norbert Röttgen. El agua es un requisito básico para el desarrollo económico y social, así como para el suministro de alimentos se requiere la creciente población mundial. Ratificado este texto, cualquier gobierno estará más comprometido a impulsar las metas para el suministro de agua y saneamiento, dijo Röttgen este jueves (29.07.2010) en Bonn.

Estados deben vigilar a empresas privadas

A pesar de que el planeta está cubierto en un 70 por ciento de agua, sólo el tres por ciento de esta cantidad es agua dulce, y de esa no más de un tercio es accesible para el uso humano.

Children drinking water from a water pipe in Patna
Es deber de los Estados brindarle acceso igualitario al agua potable.Imagen: UNI

La experta en gestión de recursos hídricos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), Dorothea August, celebró la aprobación de la ONU como un paso enorme a nivel internacional. "Nos acercamos cada vez más a una crisis mundial del agua. Por lo tanto, ya era hora de que el acceso al agua potable para todas las personas fuera consagrado en una resolución de la ONU. De esta forma, también se reestablece constitucionalmente la gestión de los recursos hídricos naturales", dijo August.

Sobre la disputada privatización del abastecimiento, Beate Rudolf, directora del Instituto alemán de Derechos Humanos, dijo que los derechos humanos no prohíben la privatización de ese tipo de servicios. Sin embargo, "obligan a los Estados, en el caso de una privatización, a vigilar a las empresas para asegurar que todas las personas tengan acceso al agua potable".

Solución de conflictos

Rudolf se mostró convencida de que la resolución de la ONU podrá contribuir también a solucionar los conflictos por recursos hídricos entre los Estados. "Los derechos humanos son indicadores y también una finalidad de la cooperación internacional. Y en este sentido, el derecho al agua potable puede contribuir a solucionar conflictos en zonas fronterizas, donde las personas necesitan el agua para sobrevivir y para su higiene personal, por lo que se deben respetar esos derechos", expresó Rudolf.

Entre los países que se abstuvieron de votar la nueva resolución de Naciones Unidas se encuentran, entre otros, Austria, Canadá, Japón, Estados Unidos e Inglaterra. A parte de Alemania, votaron a favor también España, Italia, Francia, China y Rusia.

Autora: Cristina Mendoza Weber / dpa

Editora: Luna Bolívar Manaut