Agricultores sicilianos se adaptan al cambio climático
8 de enero de 2019Cuando en 2001 Andrea Passanisi comenzó a cultivar mangos y aguacates en el viñedo de su familia, en las laderas del Etna, apenas tenía 17 años. Sus vecinos, que estaban más acostumbrados a ver un paisaje de aceitunas y naranjas, pensaron que estaba loco.
"Quería escribir un nuevo capítulo en la historia agraria de Sicilia", cuenta. "Se trataba de adaptación y visión de futuro".
Así que Passanisi arrancó las plantas viejas y plantó otras nuevas. Fundó Sicilia Avocado, una empresa de cultivo ecológico y sostenible, que 17 años después exporta aguacates, maracuyá y limones australianos a toda Europa, e incluso a China.
Passanisi, licenciado en derecho y convertido en agricultor, pertenece a una nueva generación de agricultores sicilianos, que aprovecha el aumento de temperatura de 1,5 grados centígrados para redefinir el perfil agrícola de la isla, produciendo en armonía con la naturaleza y adaptándose a las nuevas condiciones climáticas. Debido al aumento de la temperatura, Sicilia ofrece ahora las condiciones ideales para las plantas más exóticas, así como para los animales.
Más allá del cultivo de plantas
En 2013, la Granja Gjmala, en el pueblo volcánico de Trecastagni, comenzó a criar un pequeño número de dromedarios para la producción de leche.
"Las temperaturas más altas han influido definitivamente en la adaptabilidad y resistencia de los animales aquí en Sicilia", cuenta el criador y veterinario Santo Fragalà. "Las nuevas condiciones han hecho más fácil recrear su hábitat original aquí", explica.
Aunque afirma que los consumidores aún no están acostumbrados a negocios exóticos como el suyo, cree que tanto los consumidores como los empresarios están comenzando a comprender lentamente que la adaptación al clima también ofrece algunas oportunidades.
La nueva situación es favorable para agricultores como Alberto Continella, en quien Passanisi encontró un mentor para sus esfuerzos empresariales.
Su padre fundó una empresa exportadora de aguacate en los años 60, en una época en la que estos cultivos eran muy desconocidos en Sicilia. Hoy en día, su huerto tropical es el más grande de la isla y el hogar de exuberantes y verdes árboles de aguacate de 50 años de edad.
Con más de dos décadas de experiencia a sus espaldas, Continella está encantado de compartir sus conocimientos.
"Los agricultores sicilianos suelen ser muy individualistas y evitan cooperar con otros en la misma profesión porque temen la competencia", cuenta. "Nosotros defendemos lo opuesto. Queremos dar a otros agricultores que quieran empezar a cultivar frutas tropicales el conocimiento necesario para que no fracasen", explica.
El cultivo adecuado para cada clima
El agua es clave. Continella y Passanisi creen que trabajando juntos, los agricultores pueden compartir los altos costes del agua y presionar de forma más eficaz para que se revise la anticuada infraestructura de riego de la isla, que en la actualidad está desperdiciando agua en lugar de distribuirla con sensatez.
Cuanto mejor comprendan los agricultores cómo utilizar las propiedades del microclima y del suelo, mejor podrán plantar sus cultivos en los lugares que mejor se adapten a sus necesidades.
La zona de la pequeña ciudad de Giarre, por ejemplo, situada entre el Etna y el Mar Mediterráneo, ofrece agua suficiente para asegurar una cosecha de la fruta tropical que dio nombre a la empresa Sicilia Aguacate.
"El suelo, enriquecido por las cenizas del Etna y la pureza del agua extraída de este subsuelo, confiere a cada fruto propiedades organolépticas especiales y valiosas, y lo convierte en el espacio ideal para el cultivo de estas plantas", explica Passanisi.
De vuelta a las raíces
El empresario quiere "compartir esta nueva filosofía y espíritu emprendedor" y animar a las generaciones más jóvenes a insuflar nueva vida a las viejas tierras familiares. Sin embargo, también advierte en contra de subirse al carro tropical sin conocimiento. Según Passanisi, muchos futuros agricultores se asustaron debido al cambio climático. "Pensaron que eso resolvería sus problemas económicos". No obstante, la mayoría de las veces no tenían los conocimientos prácticos ni la orientación para aplicar esos planes. Sabían poco sobre el clima y sobre cómo adaptar sus cultivos a él.
Carlo Aranzulla es un agricultor de 25 años de edad, granjero de día y radiólogo de noche, que ha desenterrado las tierras sin cultivar de su abuela en la provincia de Siracusa, al este de Sicilia, para empezar su propia granja de naranjas y limones orgánicos. Aranzulla es representante de Coldiretti, la asociación agrícola de Italia, y afirma que la generación joven está interesada en tener éxito en el campo como medio de vida.
"Muchos de mis compañeros de clase de la universidad se han iniciado en la agricultura como una carrera secundaria, aunque estudiaron economía o derecho”, cuenta. "Algunos de ellos incluso han dejado sus estudios para dedicarse por completo a la agricultura".
Ya existe un mercado para los productos tropicales de Sicilia en Alemania y Bélgica, pero los consumidores locales se están adaptando cada vez más al sabor exótico de las frutas más raras, como la annona y el guayabo.
Para Passanisi, es solo el comienzo de una nueva era en la agricultura siciliana. "Creo que esta isla mediterránea puede ofrecer y ofrecerá algunas oportunidades interesantes de crecimiento sostenible en el campo tropical", concluye, mientras desparece su silueta entre una arboleda con vistas al Etna.
(ar/jov)