¿Adiós a los antioxidantes?
24 de enero de 2013El proceso de oxidación de la célula la somete a una especie de estrés que la lleva a degenerarse, y que es, entre otras cosas, responsable de enfermedades ligadas al envejecimiento, como la demencia, las enfermedades cardíacas y circulatorias y hasta el cáncer.
Las moléculas oxidantes poseen uno o varios átomos de oxígeno demás de los que tienden a liberarse, los “radicales libres”. El átomo libre de oxígeno se acopla a una molécula de proteína en la célula, es decir, la oxida. Esa oxidación altera la proteína celular y la daña. Las moléculas oxidantes son generadas en forma natural a través del proceso de la respiración, pero también provienen de sustancias tóxicas, como el humo del cigarrillo. Hasta ahora se conocen casi 12 tipos distintos de oxidantes. Uno de los más conocidos es el ozono (O3), y las radicales libres, en forma de gases presentes en el aire que respiramos. También el peróxido de hidrógeno (H2O2), usado como líquido en productos cosméticos y en desinfectantes y blanqueadores.
Las vitaminas desintegran los oxidantes
Hasta el momento, los científicos suponían que el proceso de oxidación en las células se podía detener ingiriendo los llamados antioxidantes, capaces de retardar la oxidación de otras moléculas y de evitar que se produzcan los radicales libres que provocan reacciones en cadena que dañan las células. Uno de los antioxidantes más conocidos es la vitamina C, la E, y la Betacarotina o Provitamina A.
Los médicos siguen recomendando la ingesta de esas sustancias en el marco de una alimentación natural y balanceada. Pero subrayan que los antioxidantes en forma de medicamentos o complementos vitamínicos no ayudan a detener los procesos de envejecimiento y degeneración celular. “Hemos realizado muy buenos estudios a largo plazo en los que no se produjo ningún efecto positivo”, afirma Isabell Keller, de la Asociación Alemana para la Alimentación. “Los antioxidantes no evitan que surjan enfermedades. Por el contrario, se ha constatado que hasta pueden aumentar el riesgo de que se produzca cáncer”, señala la experta. El motivo es muy simple, y lo descubrieron recientemente especialistas en bioquímica de la Universidad de Heidelberg: es altamente probable que las células no necesiten ningún tipo de apoyo para deshacerse de los oxidantes porque cuentan con uno propio y muy efectivo.
Cárcel celular para productos de la oxidación
El investigador Tobias Dick, del Centro alemán de Investigación del Cáncer, demostró cómo lo hacen: las células se protegen con un antioxidante propio llamado glutatión, algo así como la “madre” de todos los antioxidantes. Al ingresar un oxidante en la célula, ésta aísla el producto resultante y lo encierra en una especie de zona de seguridad, para desintegrarlo más tarde.
“Hasta el momento partíamos de que cuánto más glutatión oxidado hay en una célula, más oxidación habría en ella”, explica Dick. Pero eso se reveló como un error, ya que “constatamos que esa correlación es falsa”. Lo que se descubrió es que las células son mucho más resistentes y robustas frente a los oxidantes de lo que se suponía hasta ahora.
El experto logró definir la “zona de seguridad” celular gracias a que descubrió una sustancia responsable de transportar y eliminar al glutatión oxidado. Dick espera ahora poder modificar el proceso de transporte con sustancias químicas para intentar reforzar a las células de modo que se vuelvan más resistentes al estrés de la oxidación, o, incluso, menos resistentes, lo que podría dar buenos resultados en una terapia contra el cáncer, ya que se así se podría destruir a las células cancerosas.
Verduras y frutas: ayudantes contra la oxidación celular
Sin embargo, los antioxidantes siguen siendo importantes para el organismo, pero los expertos subrayan que es suficiente con ingerir los que están presentes en los alimentos. “El efecto positivo de las frutas y las verduras está comprobado y es eficaz”, señala Isabell Keller, de la Asociación Alemana para la Alimentación. Además de vitaminas, las frutas contienen todo tipo de sustancias beneficiosas para la salud, como, por ejemplo, los flavonoides, que dan color a las bayas, las manzanas, las naranjas y las zanahorias. Quien se alimenta sanamente está haciendo lo correcto para evitar enfermedades.
La experta recomienda comer frutas y verduras cinco veces al día, es decir, para un adulto, una cantidad de aproximadamente 400 gramos de verduras y 250 gramos de frutas. “Eso se logra fácilmente si se desayuna con algo de frutas, y se come ensalada en el almuerzo y en la cena. En invierno se puede comer una ensalada de brócoli, coliflor o alubias”, dice Keller. Y para el apetito entre comidas, nada mejor que unos pequeños bocados de verduras y frutas crudas. “De ese modo, no se necesitan complejos vitamínicos adicionales”, asegura. A pesar de eso, existen ciertos complementos, que no son antioxidantes, que sí es bueno ingerir, como la sal yodada y fluorada, a través de la cual se integran al organismo estos importantes minerales y se evita la falta de yodo y flúor. El ácido fólico, por ejemplo, es una sustancia recomendada en mujeres embarazadas, ya que evita el peligro de malformaciones congénitas, como la espina bífida. Asimismo, se recomienda la ingesta de vitaminas K y D en los primeros años de vida del bebé. Y la vitamina D como complemento es importante para personas que están muy poco expuestas a la luz del sol.
Autor: Fabian Schmidt/ Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse