Acuerdos comerciales con la UE: “El trabajo apenas empieza”
11 de diciembre de 2012El Parlamento Europeo ratificó este martes los acuerdos de asociación con América Central y un tratado de libre comercio con Perú y Colombia. Por verse está si estos acuerdos permitirán a América Central jugar en primera división, si tendrán impactos en la población rural colombiana, o si significarán una mayor inclusión social para los trabajadores de las minas en Perú.
En todo caso, según cálculos oficiales, podrían incrementar los ingresos de los seis países centroamericanos: un 0,5 por ciento en el caso de Nicaragua y un 3,5 por ciento en el caso de Costa Rica. En cuanto a Colombia, incrementaría en un 1,7 su PIB anual, y en un 0,7 por ciento el de Perú.
Un claro sí
A los riesgos de la ‘neocolonización' –que, según sus detractores, podrían presuponer los tratados- se oponen las ventajas mutuas del libre comercio, de la asociación estratégica y el apoyo que pueda brindar la Unión Europea al desarrollo social de esas regiones.
Como fuere, después de un largo debate en torno a las mayores o menores bondades de estos acuerdos y a su impacto -que sobre todo la sociedad civil teme sea negativo-, la eurocámara se pronunció claramente a favor de ellos. En el caso de América Central, el 74 por ciento votó a favor, y en el caso de Colombia y Perú lo hizo un 65 por ciento.
El voto negativo –un 13 por ciento para Centroamérica y un 19 por ciento para Colombia y Perú- provino mayormente del ala izquierda del Parlamento Europeo, que no ve asegurado el aporte de estos acuerdos al desarrollo sostenible e inclusivo. Más de 160 organizaciones de la sociedad civil -entre ellas iglesias, sindicatos y organizaciones humanitarias- habían solicitado su no ratificación debido al temor a nefastas consecuencias originadas en las fuertes y peligrosas asimetrías.
Un problema de visión
A este respecto, “hay una percepción que se basa en un desconocimiento de los avances que han hecho tanto el Perú como Colombia. Venimos haciendo esfuerzos en el campo económico, y nuestro crecimiento es ejemplar. También se están haciendo grandes esfuerzos por abordar temas como el desarrollo sostenible, la protección de la Amazonía y el respeto a los derechos fundamentales. Este acuerdo nos va a dar la oportunidad de que se acerquen a nuestras realidades”, dijo a DW Cristina Ronquillo, embajadora de Perú ante la UE.
Por su parte, Rodrigo Rivera, embajador de Colombia ante la UE, señaló que “hay una visión sesgada de algunos sectores políticos que no quieren reconocer lo que todo el mundo está reconociendo, es decir, que Colombia está evolucionando positivamente, que está creciendo, y que lo está haciendo con inclusión social”.
¿El vaso se llenará?
“Es como una carrera entre un vehículo moderno y un Ford T de inicios de siglo; obviamente las diferencias son grandes, pero creemos que es importante apostar al desarrollo, y que con él podremos mejorar nuestra situación financiera. Vemos este acuerdo como una enorme oportunidad, también para la integración centroamericana”, dijo a DW Lautaro Sandino, embajador de Nicaragua ante la UE.
En cuanto a Perú y Colombia –cuya situación de derechos humanos ha sido la piedra de toque- se reconoce que, a pesar de toda pujanza económica en América Latina, el vaso de los asuntos sociales está a medio llenar. En ese contexto, las obligaciones contraídas en la hoja de ruta con objetivos concretos de mejoras estructurales –demasiado vagos para unos, ambiciosos para otros- son vistas como un gran logro del período de negociación.
“Cuando saquemos balance, veremos el resultado de políticas efectivas que ya inició el Perú y que facilitarán las herramientas de este tratado”, afirma optimista la embajadora Ronquillo.
“Es un acuerdo muy sofisticado que incluye cláusulas que eran atípicas en los acuerdos netamente comerciales: sostenibilidad en materia social, ambiental, de derechos laborales, y la cláusula de derechos humanos. Nos permite acceder a la primera economía del mundo con más de 500 millones de consumidores de alto nivel de ingresos. Nos va a permitir a los colombianos seguir creando empleo y crecimiento económico con inclusión social”, es la previsión del embajador Rivera.
Monitorear impactos
Con todo, y a pesar del gran apoyo que han tenido los acuerdos en la eurocámara, se temen impactos sociales y laborales. “El impacto habría que verlo por sectores. Son acuerdos de libre comercio, y, en este caso, sí son muy asimétricos; no fomentan ni frenan de por sí el desarrollo. Lo que pasa es que muchos sectores de los países latinoamericanos no son competitivos. Por otro lado, lo que más le importa a la UE es exportar servicios y bienes industriales e importar materias primas y recursos naturales. La estructura asimétrica no se distingue de un acuerdo de libre comercio que firma Colombia con Estados Unidos”, explica a DW Susanne Gratius, investigadora del think tank europeo Fride.
Por eso, para estar seguros de que estos acuerdos comerciales representen verdaderamente un progreso para la gente, y que los europeos, por ejemplo, no se beneficien de un café cosechado en condiciones laborales nefastas, el acuerdo con Colombia y Perú incluye -por primera vez- el monitoreo de cumplimiento de estándares sociales, laborales y medioambientales. Lo mismo podría instituirse para el acuerdo con América Central, informa a DW Bernd Lange, eurodiputado del bloque socialdemócrata.
“Tenemos que ver qué impactos económicos van a tener. En Europa, el tema del banano es especialmente sensible, y hemos establecido ciertas salvaguardas. También hemos regulado los productos lácteos en América Latina. Tenemos que tener cuidado de que con los productos europeos no se ponga en peligro la producción local”, afirma Lange, satisfecho de que el mecanismo de monitoreo se vaya a encargar de detectar si, en el marco de este acuerdo, los derechos sociales y laborales no se quedan a la vera del camino del libre comercio. “El trabajo no concluye con la ratificación del tratado”, concluye Lange: “apenas empieza”.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Cristina Papaleo