Acuerdo con EE.UU.: ¿un triunfo talibán?
28 de febrero de 2020En agosto pasado, Estados Unidos y el grupo negociador talibán estuvieron ya a punto de llegar a un acuerdo en Doha. Pero el presidente Donald Trump suspendió las negociaciones en septiembre, en reacción a un ataque talibán contra soldados estadounidenses. Pocas semanas después, las conversaciones se reanudaron y cinco meses más tarde, el acuerdo quedó listo para su firma. Para ello fue decisivo que se respetara una semana de "reducción de la violencia" que se había convenido.
"Los estadounidenses, por sí solos, no tienen suficientes herramientas de presión para inducir a los talibanes a aceptar el acuerdo”, dijo a DW Ali K. Shishti, experto paquistaní en materia de seguridad. Estima que Trump hizo valer sus buenas relaciones con el primer ministro Imran Khan, de manera que "la cúpula militar pakistaní ejerció su influencia para que la rama talibán de Pakistán indujera a sus compañeros de lucha afganos a cesar los ataques contra objetivos estadounidenses”.
Acuerdo acelerado
Expertos en Afganistán señalan que lo medular del acuerdo será la reducción de la presencia de tropas estadounidenses en el país, la principal demanda talibán desde el derrocamiento de su régimen en 2001. Agregan que Trump, por su parte, quiere llevar a los soldados de regreso a casa, para mejorar sus posibilidades de reelección. Y ese sería el motivo de un acuerdo acelerado.
Por lo que se sabe hasta ahora, el contingente estadounidense en Afganistán, que consta de unos 12.000 uniformados, habrá de reducirse a 8.600. La consecuencia será que el ejército afgano se verá sometido a mayor presión talibán. Observadores temen que el gobierno de Ashraf Ghani pudiera verse también forzado a hacer más concesiones. "Desgraciadamente, el gobierno de Kabul no tiene un papel protagónico en este acuerdo, ni para Estados Unidos, ni para las potencias regionales”, apunta Ali K. Shishti.
Observadores reconocen, sin embargo, que no había otra manera realista de abrir el camino a una solución política duradera en Afganistán. Porque la fuerza militar talibán sigue siendo considerable y Estados Unidos no está dispuesto a involucrarse militarmente por tiempo indefinido en ese país.
A espaldas de la población
Otros aspectos provocan desconfianza a la defensora de derechos humanos Humaira Saqib, de Kabul. "Estamos preocupados por la falta de claridad en torno al acuerdo y porque la población no se entera de casi ningún detalle de lo que convienen Estados Unidos y la cúpula talibán. Ellos hablan, por ejemplo, de la liberación de prisioneros, pero nosotros no sabemos bajo cuáles condiciones esa gente será puesta en libertad”, dice a DW. "Washington sostiene que, tras el acuerdo, habrá conversaciones entre el gobierno de Kabul y los talibanes. Pero éstos siguen rechazando negociaciones directas con el gobierno. ¿Qué pasará con el acuerdo, si los próximos pasos del proceso de paz no se llevan a cabo según los planes?”, se pregunta la activista.
Todavía no está claro qué papel tendrá el gobierno de Kabul en la firma del acuerdo en Doha Por lo menos está previsto que viaje una delegación como testigo.
Suhail Shaheen, un portavoz talibán, dijo a DW: "Nosotros no hemos invitado a la delegación del gobierno afgano a Doha. En el caso de que lo haya hecho Estados Unidos, eso no nos atañe”. Shaheen describe así el plan para la próxima etapa: "Tras la firma del acuerdo habrá una fase para generar confianza. En ella serán liberados 5.000 prisioneros de nuestras filas, que se encuentran en cárceles afganas, y 1.000 presos de las filas del gobierno afgano. Solo tras este paso podrá comenzar el diálogo interno en Afganistán”.
(er/cp)
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