Acercamiento cubano-estadounidense no aleja a La Habana de Caracas
19 de diciembre de 2014Venezuela tiene un vínculo tan estrecho con Cuba desde 1999, cuando el difunto Hugo Chávez asumió la presidencia del país sudamericano, que es inevitable preguntarse cómo influirá sobre sus relaciones el histórico acercamiento diplomático entre La Habana y Washington, hecho público este miércoles (17.12.2014) por el hombre fuerte de la isla, Raúl Castro, y el jefe del Gobierno estadounidense, Barack Obama; un anuncio que, por cierto, parece haber tomado desprevenido al sucesor de Chávez en Caracas, Nicolás Maduro.
“¿Y por qué tendría Cuba que informarle a Venezuela que un arreglo estaba en camino, si la de esos países nunca fue una relación entre iguales? Así como Nikita Kruschev no consultó a Fidel Castro, sino que le participó la intención de Moscú y Washington de terminar la crisis de los misiles de 1962, a Maduro se le notificó, en vivo y directo desde La Habana, que Cuba y Estados Unidos habían decidido mejorar sus relaciones. Venezuela tiene una postura subordinada de cara a la isla”, señala Ivo Hernández, de la Universidad de Münster.
“Ahora es muy probable que Caracas se alinee con La Habana y ajuste su posición frente a Washington”, sostiene Víctor Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA) de Hamburgo. “Cuba es la que marca el paso en materia diplomática porque tanto Chávez como Maduro colocaron a Venezuela en una situación de dependencia. El castrismo recibe 110.000 barriles diarios de petróleo venezolano; suficientes hasta para reexportar. Pero el chavismo también depende de Cuba”, enfatiza Mijares.
Un vínculo más espeso que el petróleo
“A una evidente dependencia ideológica se suma una forma de dependencia más difícil de medir, relevante en los ámbitos de la seguridad y la defensa de Venezuela: Chávez cultivó un nexo personal con los hermanos Castro que hizo posible tejer un aparato de inteligencia y contrainteligencia muy efectivo entre La Habana y Caracas. Es por eso que cualquier alteración en la relación de Cuba con Estados Unidos ejercerá efectos sobre Venezuela, aunque no necesariamente se trate de efectos bruscos”, agrega el politólogo del GIGA.
“Además, las políticas exteriores de ambos países han sido coordinadas para alcanzar metas modestas, pero efectivas con miras a apuntalar al debilitado Gobierno de Maduro. Gracias al respaldo del estamento cubano, Venezuela será miembro rotativo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del 2015 al 2017 y miembro rotativo del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Por un tiempo limitado, eso dificultará que los desafueros de la administración Maduro sean criticados con dureza”, explica Mijares.
“Los comentarios que circulan por las redes sociales venezolanas, sugiriendo en tono socarrón que Maduro se siente ofendido tras ser abandonado por Castro, no pasan de tener valor anecdótico. No cabe esperar un alejamiento súbito entre Venezuela y Cuba ni otros cambios abruptos en sus relaciones debido al restablecimiento progresivo de los nexos diplomáticos entre La Habana y Washington. Esa fue una noticia espectacular, pero no traerá consecuencias inmediatas que ameriten declaraciones sensacionalistas”, opina el experto.
¿Qué pasará con el discurso antiimperialista?
Maduro celebró los gestos de concordia de La Habana y Washington, describiéndolos como una “victoria del pueblo cubano” y una muestra de “valentía” de Obama, y aseguró que Venezuela haría lo posible para que sus relaciones con el “gigante del norte” tomaran “el rumbo que tienen que tomar, ahora que soplan vientos frescos”. En Twitter, sus numerosos opositores citaron esa última frase con sorna, recordando que apenas dos días antes el mandatario venezolano había convocado a una protesta antiestadounidense en Caracas.
“Venezuela se está aislando gracias a ese discurso de confrontación tan propio de la Guerra Fría”, comenta Hernández. Y él no es el único en tachar de anacrónica la prédica chavista prevalente. Mijares y otros analistas apuntan a la Bolivia de Evo Morales, al Ecuador de Rafael Correa y hasta a la Nicaragua de Daniel Ortega para contrastar el talante ideologizado de la administración Maduro con el pragmatismo económico de otros Gobiernos latinoamericanos de izquierda que exhiben un auténtico interés en cooperar con Estados Unidos.
No obstante, Mijares insiste: “Cuba avanza hacia una diversificación de sus relaciones internacionales para que su élite política pueda mantenerse en el poder, pero no por eso abandonará de un día para otro su virulento discurso antiimperialista ni dejará de animar al Gobierno venezolano a repetir que Cuba es el faro de la revolución latinoamericana. Y Venezuela, que tiene poco margen para reaccionar ante ese proceso, tendrá que adaptarse lentamente a la nueva situación, matizando, quizás, progresivamente, su propia arenga antiestadounidense”, sostiene el especialista del GIGA.