A pesar de los contratiempos, debemos seguir vacunando
1 de agosto de 2021Es una tragedia. Primero, la gente tuvo que esperar meses para recibir la vacuna contra el SARS-CoV-2 y ahora los médicos están esperando que las personas vengan y se vacunen. Mientras tanto, miles de dosis vencidas terminan en la basura.
Muchos estados alemanes, incluidos Hamburgo, Berlín y Baden-Württemberg, han propuesto devolver sus dosis excedentes al Ministerio de Salud. De otra forma, deberán desecharse una vez que alcancen su fecha de caducidad.
Ya es bastante negativo que la eliminación de las vacunas le esté costando millones a los contribuyentes, pero lo peor es el hecho de que algunas personas aún mantienen su escepticismo hacia la vacuna, lo que hace que sea cada vez más difícil para Alemania alcanzar el objetivo de la inmunidad colectiva, aclamado al inicio de la campaña de inoculación.
Información contradictoria y libertad personal
Mucha gente es responsable de esta tragedia. No solo los que no quieren vacunarse, sino también los políticos que no toman las decisiones necesarias y los expertos que dan información contradictoria.
Al invocar sus derechos a la libertad personal, los antivacunas corren el riesgo de contribuir a una situación en la que los derechos de la sociedad a la libertad en general están restringidos.
Esta comprensión de la libertad a expensas del público en general no tiene nada que ver con el ideal del ciudadano ilustrado, que los liberales defienden con razón. Al contrario, muestra que algunos están dispuestos a privar a la sociedad en su conjunto de su libertad cuando se imponga el próximo cierre.
Las recomendaciones contradictorias con respecto a la vacuna de AstraZeneca también han contribuido a la tragedia. Mientras la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) la aprobó para todos los grupos de edad, el Stiko, el comité permanente de vacunación en Alemania, ha recomendado que AstraZeneca solo se administre a personas mayores de 60 años. Dinamarca incluso dejó de usarla por completo.
En Alemania, los responsables políticos parecen haberse apartado de este tema para centrarse en la campaña electoral. La destrucción de vacunas caducadas no se considera un tema de discusión adecuado, y mucho menos el tema de la vacunación obligatoria.
El hecho de que los vecinos de Alemania hayan introducido la vacunación obligatoria para determinadas profesiones muestra que otro camino es posible. En Italia es obligatoria para los trabajadores de la salud a partir del 25 de mayo y el gobierno está actualmente debatiendo si hacer lo mismo con los maestros.
En Francia, los trabajadores de hospitales y residencias deberán demostrar que están vacunados a partir del 15 de septiembre si quieren seguir haciendo su trabajo. Y el 16 de junio, el gobierno británico introdujo una legislación que obliga a cuidadores a vacunarse a partir de octubre.
Debemos seguir vacunando
La pandemia ha dejado en claro que los debates ideológicos y las posturas políticas no salvan vidas ni hacen que los virus sean inofensivos. Esto solo puede pasar con el rápido desarrollo de una vacuna. Gracias a la excelencia científica y la cooperación internacional, parece posible que consigamos controlar la pandemia.
Esto hace que esta destrucción de valiosas vacunas sea aún más devastadora. El sufrimiento de quienes han contraído COVID-19 y de los familiares de quienes han fallecido a causa de él, nos obliga a seguir adelante, a pesar de los dolorosos retrocesos, y seguir vacunando y luchando por cada vida humana.
Esto también significa que tendremos que seguir participando en debates desagradables y tomar decisiones, en lugar de eludir nuestras responsabilidades. Solo entonces esta tragedia llegará a su fin.
(rr/dzc)