A pesar de Fukushima, Japón depende de la energía nuclear
16 de noviembre de 2022El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 sacudió Japón, provocando un enorme tsunami que inundó los reactores de la central nuclear de Fukushima Daiichi. El accidente nuclear más grave desde Chernóbil provocó un rechazo generalizado hacia la energía atómica. Poco tiempo después, Berlín anunció un plan de diez años para abandonar la energía nuclear, una petición del partido Verde.
Más de 11 años después de la catástrofe, y a pesar de que Japón se encuentra en el llamado Anillo de Fuego - la línea de volcanes activos y frecuentes terremotos - este verano Tokio volvió a comprometerse con la energía nuclear.
El primer ministro Fumio Kishida anunció que Japón reactivará hasta nueve reactores nucleares para el invierno y otros siete para el próximo verano, arguyendo la necesidad de asegurar el suministro de energía en el marco de la guerra en Ucrania y ayudar a cumplir los objetivos de Japón de cero emisiones netas. "La invasión rusa de Ucrania ha transformado enormemente el panorama energético mundial", advirtió Kishida en agosto.
Las propuestas a largo plazo anunciadas incluyen la ampliación de la vida útil de los reactores nucleares más allá de los 60 años actuales. "Uno tiene la sensación de que los políticos de Japón estaban esperando volver a comprometerse con la tecnología nuclear", dice a DW David Hess, analista de la Asociación Nuclear Mundial.
Japón no tiene ni petróleo ni carbón en grandes cantidades
El contexto ha cambiado. El suministro de gas a Asia ya era escaso el pasado invierno debido a la situación generada por la pandemia de COVID-19, y la crisis energética mundial disparó aún más los precios del gas natural hasta alcanzar máximos históricos, mientras los países asiáticos y europeos luchaban por asegurarse el suministro de gas natural licuado (GNL) como alternativa al gas de gasoducto ruso.
Detrás de la decisión japonesa está también la falta de recursos energéticos convencionales, como el petróleo y el gas. "Japón no tiene mucho carbón ni petróleo, por lo que siempre ha importado un porcentaje muy elevado de su demanda energética, no solo de electricidad [también de transporte y calefacción]", explica a DW Jim Smith, profesor de ciencias medioambientales de la Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido.
Antes de la fusión de Fukushima, alrededor de un tercio de la generación de energía de Japón procedía de la energía nuclear. En 2020, la cifra se había reducido a menos del 5 por ciento. Tokio ha fijado un nuevo objetivo para que la energía nuclear proporcione hasta el 22 por ciento de su suministro eléctrico en 2030.
Los límites de las energías renovables y la falta de terreno disponible para ampliar masivamente la energía hidroeléctrica, solar y eólica también explican el resurgimiento previsto de la nuclear. Aun así, el Gobierno elevó el año pasado el objetivo de las energías renovables en la generación de electricidad hasta el 36-38 por ciento en 2030, lo que supone duplicar la cifra de 2019.
Hess, de la Asociación Nuclear Mundial, dijo a DW que la decisión de Japón formaba parte de un "giro global" hacia la energía atómica, citando las recientes decisiones de Polonia, la República Checa, Gran Bretaña, Suecia y Francia. Señaló que el apoyo bipartidista a la energía nuclear también está creciendo en Estados Unidos. "Otros países construyen sus primeros reactores, como Egipto, Uzbekistán y Filipinas", agrega.
Alemania sigue descartando la energía nuclear
A pesar de que Berlín ordenó este invierno una ampliación a corto plazo de la vida útil de tres centrales nucleares restantes debido a la crisis energética, Alemania sigue descartando la energía atómica. España y Suiza también han anunciado planes para dejar de generar energía nuclear durante la próxima década. Otras naciones como Australia, Austria, Dinamarca, Irlanda, Italia, Malasia, Portugal y Serbia siguen oponiéndose a la energía nuclear.
La Unión Europea determinó recientemente que la energía nuclear podría ser considerada como energía verde, para ayudar a desbloquear potencialmente miles de millones de euros de financiación de inversores con mentalidad ecológica.
(jov/ms)