Hiroshima recuerda y advierte
6 de agosto de 2011En Hiroshima, este año la ceremonia fue similar a las anteriores. Pero fue especial; acudieron muchas personas que tuvieron que ver con la reciente catástrofe de la central atómica de Fukushima. El alcalde de la ciudad, Kazumi Matsui, hizo no sólo un llamado a la eliminación de las armas nucleares, sino también a un cambio en la política energética en Japón.
Confianza resquebrajada
“La catástrofe en la central atómica Fukushima 1 y el persistente peligro que representa la radioactividad han desatado una enorme ola de miedo, no sólo en la región afectada. La confianza que alguna vez tuvieron los japoneses en la energía nuclear está resquebrajada. Partiendo de la advertencia de que la humanidad no puede coexistir con la energía atómica, algunos exigen renunciar totalmente a ella. Otros se declaran a favor de un control estricto de los reactores y una mayor utilización de energías renovables. El Gobierno japonés debería aceptar esta realidad con humildad, revisar su política energética y tomar medidas para recuperar la confianza de la población”, subrayó Matsui.
Es la primera vez que en Hiroshima se menciona el peligro del uso civil de la energía nuclear. Naoto Kan, primer ministro japonés, expresó una vez más su voluntad de cambiar la política energética. “Tenemos que despedirnos de la idea de que las centrales son seguras. Hay que investigar el origen de la catástrofe y tomar todas las medidas de seguridad posibles, pero también debemos reducir nuestra dependencia con el objetivo de llegar a una sociedad que no se base en la energía atómica”,
Los supervivientes de Hiroshima
Casi el 70 por ciento de los supervivientes de Hiroshima –los llamados hibakusha, `persona bombardeada´- se declaran a favor de un pronto cierre de las centrales nucleares. Shuntaro Hida se acuerda con precisión de cómo salió de la ciudad destruida, pocos minutos después de la explosión el 6 de agosto de 1945. Ese día murieron 70.000 personas; en los meses subsiguientes, otras tantas.
“Bajé lo más rápido que pude hacia el centro de Hiroshima. Cuando encontré a la primera persona, no estaba seguro de que se tratase de un ser humano. Al momento de la explosión había llevado una camisa blanca; en ese momento, trozos negros de tela colgaban de su cuerpo; también retazos de piel. Sus ojos estaban brotados; le faltaba la nariz y, en el lugar donde había estado la boca, había un agujero negro.”
Shuntaro Hida trabajaba como médico en Hiroshima. Entretanto ha cumplido 94 años. Inmediatamente después de la explosión, junto con otros colegas organizó una estación de asistencia en las afueras de la localidad.
Paralelos entre Hiroshima y Fukushima
El manejo de la información, según Hida, es similar: “después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, como potencia de ocupación, le había prohibido a los japoneses hablar del dolor y los peligros generados por la bomba atómica”. Ahora, muchos de los que vivieron o todavía habitan cerca del reactor siniestrado tienen miedo de ser vistos como hibakusha y de ser relegados socialmente.
“Lamentablemente, es probable. Fue una de las cosas más tristes que tuvieron que soportar los hibakusha. Todavía hoy, en la tercera generación, hay problemas. A menudo me consultan: por ejemplo, porque se va a cancelar una boda porque se han enterado de que los abuelos del novio fueron víctimas de la bomba de Hiroshima. La historia podría repetirse”, cuenta Hida, quien desde 1945 trabaja con víctimas de radiación y ha sido uno de los pocos especialistas en Japón que ha criticado los niveles que existen en este momento ocasionados por el reactor nuclear de Fukushima.
Autor: Peter Kujath/Mirra Banchón
Editor: Pablo Kummetz