A 10 años del 11-M, no hay seguridad absoluta
11 de marzo de 2014Deutsche Welle: Hace diez años, el 11 de marzo de 2004, un ataque terrorista en los trenes de Madrid acabó con la vida de 191 personas y dejó más de 2000 heridos. ¿Diría usted que esa amenaza, como tal, ha dejado de existir? ¿Quién representa el terror hoy en día?
Gilles De Kerchove: Diría que desde el 11-S (2001) y los atentados de Madrid, la amenaza se ha transformado. En aquel momento nos enfrentábamos a una organización muy bien estructurada: Al Qaeda, que había sido construida con la misma estructura que una multinacional. Al Qaeda tiene pequeñas células independientes en cualquier parte del mundo. Tenemos los denominados lobos solitarios, que actúan sin ningún tipo de conexión con Al Qaeda. En los últimos tiempos hemos observado el creciente número de europeos que se van a Siria a luchar, lo que describe el desafío al que nos enfrentamos.
¿Siguen siendo los terroristas islamistas la gran amenaza, o se ha extendido a otros grupos?
No. Los terroristas que se han tomado como modelo a Al Qaeda o que tienen relaciones esta siguen siendo la gran amenaza para Europa.
Lo pregunto porque estamos siendo testigos del aumento de actos terroristas protagonizados por grupos de extrema derecha, como por ejemplo, el asesinato en masa perpetrado por Anders Behring Breivik en Noruega en 2011.
Sí, pero no están al mismo nivel. En ésa época en Alemania ya existían delincuentes de extrema derecha que asesinaban inmigrantes. Quizás, en ese contexto, nos queda menos por hacer. Cuando hablamos de terrorismo yo no hablaría de islamistas, hay que ser muy cuidadoso a la hora de establecer conexiones con la religión. Lo que sí diría es que la mayor amenaza sigue siendo la de Al Qaeda.
Una buena cantidad de conflictos están ocurriendo en torno a Europa como, por ejemplo, los de Afganistán o Siria. ¿Qué relación observa entre esos conflictos y Europa? ¿Cuáles son sus consecuencias?
Vemos cómo cada vez tenemos más Estados que fracasan o se dividen, lo que refuerza la amenaza. Sabemos que los grupos terroristas buscan Estados de este tipo para establecerse de nuevo, entrenar y ganar fuerza. Y es que esos países, que a su vez están conectados con la “Primavera Árabe”, son los que hay que mantener controlados a corto plazo. A conscuencia de los cambios, muchos de esos países han desmantelado o reducido sus servicios de seguridad, pues sirvieron al aparato represor de los regímenes anteriores. Puesto que en muchos de esos lugares la democracia está aún en proceso de construcción, muchas de sus agencias de seguridad son más débiles que antes. Esto supone un gran desafío por la gran movilidad de esas células terroristas. Afganistán es un punto esencial, aunque también podemos nombrar a Irak, por el hecho de que allí tienen aún más problemas. Tampoco olvidar a los países que rodean a Siria o Egipto y el Sinaí, donde se forman muchos de esos grupos terroristas. Fijémonos en el caso de Libia, un país muy débil que sigue sin poder restablecerse. Específicamente el sur del territorio libio está lleno de puntos de conflicto que suponen otro gran desafío. Europa debería hacer más por ayudar a estos países a construir aparatos de seguridad con garantías.
Ha mencionado a los conocidos como “terroristas caseros”, personas que han crecido en Europa pero que, por ejemplo, se van a Siria a luchar, donde se radicalizan para, más tarde, volver a Europa. ¿Qué tan peligrosas son estas personas?
El conflicto de Siria juega un papel importante, es un auténtico imán. Hay más de 2.000 europeos que han estado en Siria y que, o han vuelto ya, o siguen ahí. Aunque necesariamente no todos no son una amenaza, muchos podrían acabar siéndolo. Todos han sido entrenados y saben cómo manejar un Kalashnikov o construir una bomba. Además de que se han radicalizado, muchos de ellos han construido una red de aliados que se extiende por todo el mundo. Sabemos que cerca del 60 por ciento de los delincuentes que vienen del extranjero han sido entrenados o han combatido allí. Por ese motivo, necesitamos una política muy inteligente para manejar su regreso.
Hace diez años todos los Estados Miembros de la UE actuaron de forma individual contra el terrorismo. ¿Se atrevería a afirmar que la defensa del terrorismo está hoy en día mejor coordinada en Europa? (pausa) ¿Por qué sonríe?
Sonrío porque ahora me toca juzgar mi trabajo. En la práctica hemos dado grandes pasos no sólo conceptualmente, sino también en lo que se refiere al trabajo práctico. Ahora contamos con una política europea que es capaz de movilizar y coordinar a la policía y a los tribunales. También estamos invirtiendo mucho en prevención y vigilancia. Nos estamos involucrando, también en el aspecto económico, en terceros Estados con el fin de capacitarlos para luchar contra el terrorismo. Al mismo tiempo, los Estados de la UE son responsables de su propia seguridad, lo que queda muy claro en el Tratado de Lisboa. Aunque desde la UE servimos de ayuda a los Estados miembros, no vamos a reemplazarlos en esas funciones.
Una mejor coordinación de los servicios secretos sirve, en muchas ocasiones, de gran ayuda a la hora de impedir ataques terroristas. ¿Podríamos afirmar que, gracias a esta colaboración, se han impedido muchos ataques terroristas en los últimos años?
Naturalmente. Todos los Estados miembros han podido impedir puntuales ataques gracias a la mejora de la cooperación de los servicios secretos y las agencias de seguridad. El caso es que no siempre se harán públicas, puesto que en algunas ocasiones estas investigaciones deben permanecer bajo secreto. En realidad, desde los atentados de Madrid (2004) y Londres (2005) no hemos sufrido grandes ataques. Lo que ya es algo.
La llave del éxito es, sin duda, la colaboración con EE.UU.. En los últimos meses ha habido una gran agitación acerca de los métodos empleados por la Agencia de Seguridad Nacional Americana (NSA) y la recopilación masiva de datos, los cuales también habrían sido recopilados por servicios secretos europeos. ¿Cree usted realmente que esos datos son necesarios?
Esa es una buena pregunta. La cooperación con EE.UU. es necesaria. Sus servicios secretos también ponen mucho de su conocimiento a nuestra disposición, lo que nos sirve de gran ayuda. Yo siempre he sido partidario de mantener esta colaboración. Deberíamos seguir construyendo esa relación. Necesitamos a EE.UU .y ellos nos necesitan. Por otro lado, la revelación de secretos llevada a cabo por Edward Snowden ha dado lugar a una gran cantidad de preguntas y preocupaciones. Esto es actuar sin cortapisas. Querríamos que EE.UU. protegiera mejor los datos y la esfera privada de los europeos.
En el curso del escándalo de la NSA, los servicios secretos europeos formularon una propuesta en referencia a la amenaza terrorista, consistente en compensar la balanza con la creación de una agencia de seguridad europea. ¿Qué opinión le merece la idea?
El Tratado de Lisboa no lo preveía. Esto significa, explícitamente, que los Estados miembros siguen siendo responsables. De momento, los 28 Estados miembros no están preparados para estos cambios. Lo que no quiere decir que no podamos ver un giro en el futuro. Aunque me temo que no pasará antes de que yo me jubile.
Diez años después del atentado de Madrid, ¿sería capaz de prometer que no vamos a volver a ser testigos de un ataque de ese tipo?
No, es imposible estar seguro al cien por cien. Nadie es capaz de afirmar que no va a volver a pasar. Lo que sí es cierto es que hemos mejorado mucho en estos últimos diez años. Intercambiamos muchos más datos. Trabajamos en distintas direcciones pero siempre con el ojo puesto en esos 2000 europeos que vienen de Siria. Tenemos que permanecer alerta y estar preparados para todo.
Gilles De Kerchove es desde 2007 el segundo coordinador para la lucha Antiterrorista en la UE. De Kerchove trabaja desde hace años como experto en Derecho en el Consejo Europeo y es el director de la Oficina del Ministerio de Justicia belga. Asimismo, da clases de Derecho europeo en distintas universidades belgas. La UE fundó la Oficina de Coordinación Antiterrorista tras los ataques de Madrid en marzo de 2004. El primer cargo, Gijs de Vries, dimitió en 2007. De Vries se quejó de la falta de disposición a cooperar de los Estados miembros de la UE, así como de su falta de poder.