80 años del levantamiento del gueto de Varsovia
17 de abril de 2023Tenía solo once años cuando fue testigo del levantamiento en el gueto de Varsovia. Krystyna Budnicka no vio las luchas con sus propios ojos, pero las sintió en carne propia. "Arriba todo estaba en llamas, por eso la tierra en el búnker estaba tan caliente que teníamos que huir constantemente a las canalizaciones de agua para refrescarnos un poco", cuenta a DW esta mujer de 91 años.
"Corrimos durante días de aquí para allá, a través del túnel hacia la sucia canalización, donde, en algún momento, empezaron a flotar los cadáveres", dice Budnicka. "Cuando los alemanes notaron que las canalizaciones eran usadas para escapar, disparaban en cuanto las cabezas asomaban de los sumideros".
Krystyna Budnicka fue registrada como Hena Kucze, y era la menor de ocho hermanos. Sus dos hermanos mayores fueron transportados en 1942 a la cámara de gas del campo alemán de exterminio de Treblinka, durante las grandes deportaciones. Su padre era carpintero y decidió no mirar más de brazos cruzados lo que pasaba.
"Juntos, con los hijos que aún quedaban, comenzamos a construir un búnker debajo del sótano de nuestra casa", cuenta la sobreviviente del Holocausto. Allí se escondió la familia, a principios de 1943, de los nazis. El búnker estaba unido a la canalización a través de un túnel y la familia esperaba poder huir por allí algún día.
Lucha por la dignidad humana
Budnicka tenía seis hermanos varones. Cuando dos de ellos fueron deportados, el resto se ocupó de la familia. Apoyaron el levantamiento, pero fueron asesinados. "No lucharon tanto por su vida, sino mucho más por la dignidad de todos nosotros. Los alemanes querían negarnos la humanidad a nosotros, los judíos. Esa resistencia demostró que no podían hacerlo", dice Budnicka.
El gueto de Varsovia fue establecido por la Alemania nazi en 1940 en el barrio judío de esa ciudad. Antes de la ola de deportaciones a los campos de exterminio, en 1942, vivían allí hasta 400.000 judíos. Después, solo quedaron unas 60.000 personas en la zona cercada por muros.
A principios de 1943, el entonces ministro del Interior del Reich, Heinrich Himmler, ordenó la disolución definitiva del gueto. Hasta entonces, la mayoría de los judíos había rechazado la resistencia armada, también por motivos religiosos. Pero cuando estaban por comenzar las últimas deportaciones masivas, cientos de jóvenes judíos decidieron luchar.
Suicidio colectivo: "Querían decidir ellos mismos cómo morir"
El 19 de abril de 1943, las unidades de las SS alemanas que avanzaban se encontraron con una resistencia inesperada. Los jóvenes judíos sabían que no tenían posibilidades porque carecían de armas, alimentos y apoyo. Pero resistieron durante tres semanas y libraron una amarga batalla. Cuando los alemanes rodearon el búnker de los insurgentes, a principios de mayo, se suicidaron de manera colectiva.
"Querían decidir ellos mismos la forma en que iban a morir", dice Zygmunt Stepinski, director del relativamente nuevo Museo POLIN de Historia de los Judíos Polacos, en Varsovia. Explica que su muerte fue un manifiesto político: "Querían mostrar que los judíos pueden defenderse, y que organizaron el primer levantamiento contra los nazis".
También para Krystyna Budnicka, la rebelión fue un símbolo importante para otras, ya que luego los judíos opusieron resistencia en varios guetos más pequeños.
Un balance del horror
El líder de las SS Jürgen Stroop fue el responsable de sofocar el levantamiento. En mayo de 1943, informó que "56.065 judíos fueron registrados y liquidados de manera demostrable" durante la rebelión. Pocos sobrevivieron, como Krystyna Budnicka, de once años. Pasó nueve meses con su familia en el búnker. En septiembre de 1943, su hermano Rafał organizó ayuda para la familia con la organización clandestina polaca Zegota, que salvó a muchos judíos del exterminio.
Primero huyeron Krystyna y su hermano menor por la canalización, luego debían seguirla los padres y una hermana. Pero los padres estaban demasiado exhaustos como para subir desde su escondite por sus propias fuerzas. La hermana decidió permanecer con los padres. Pero no fue posible intentar un segundo salvataje. Murieron en su escondite.
Varias familias polacas escondieron hasta el final de la guerra a la pequeña Hena Kuczer. De una de esas familias recibió el nombre de Krystyna Budnicka, como se llama hasta hoy. Fue la única en sobrevivir de los diez miembros de su familia.
Memoria y homenaje
Este 19 de abril hace exactamente diez años que, en el 70 aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia, en medio de lo que fue el barrio judío, se inauguró en la capital polaca el Museo de Historia de los Judíos Polacos. Está justo enfrente del Monumento a los Héroes del Levantamiento del Gueto de Varsovia, delante del cual el canciller alemán Willy Brandt se arrodilló en 1970.
Para Budnicka, el museo es un "gran centro educativo". Sobre todo las personas jóvenes pueden aprender, no solo sobre el Holocausto, sino también sobre cuántos judíos fueron polacos sobresalientes que dieron forma a la vida en el país durante más de un milenio".
"Sin el coraje de muchos polacos, yo no habría sobrevivido", dice Krystyna Budnicka. En una callejuela, donde su padre construyó el búnker desde el cual ella pudo huir con once años del horror nazi, se colocará este 19 de abril de 2023 una placa conmemorativa para la familia Kuczera, como lugar de memoria y homenaje.
(cp/rml)