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30.000 refugiados más cada día

Claudia Witte / JAG20 de junio de 2014

El número de refugiado crece dramáticamente en todo el mundo, advierte la ACNUR en su nuevo informe. La mayor parte de los desplazados termina en países en vías de desarrollo y eso debería cambiar.

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Nigeria Abuja Flüchtlinge
Imagen: DW/A. Kriesch

Es una cifra muy triste. Desde la II Guerra Mundial, nunca hubo tantos desplazados como ahora. Así lo afirma el Alto Comisariado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) en su informe actual “Tendencias globales de los refugiados”. A finales de 2013, más de 51 millones de personas habían huido, abandonando su hogar por conflictos, persecuciones, violencia o violaciones contra los derechos humanos. Más de 33 millones siguen en sus propios países y casi 17 millones se refugiaron fuera de sus fronteras. Más de un millón de personas solicitaron la condición de asilo.

No se trata de una tendencia en aumento, sino de un salto cuántico”, aclara Antonio Guterres, de ACNUR.

Nuevas zonas de crisis en todo el mundo

Durante años, los estudios de Naciones Unidas ofrecieron cifras bastante estables, números que eran consecuencia de conflictos duraderos. La mayoría de los refugiados procedían de países como Somalia, Afganistán o la Republica Democrática del Congo. En 2011 llegó la guerra civil en Siria y desde entonces, el número de refugiados experimentó un significativo aumento. En todo el mundo hay nuevas regiones en crisis, asegura Antonio Guterres: “Esta aceleración se debe a que los conflictos se multiplican de forma impredecible, mientras otros conflictos antiguos no terminan de extinguirse. La comunidad internacional solo tiene potestades limitadas para evitar un conflicto o extinguirlo a tiempo”.

En el año 2013, casi 11 millones de personas comenzaron la huida, unos 30.000 refugiados nuevos al día. Dos años atrás, ese número era de 14.000 al día y las expectativas para 2014 no son favorables: “Presentamos las estadísticas de 2013, pero si analizamos lo que está pasando desde entonces, se puede ver que las cosas se pondrán peor”, aclara Guterres.

Antonio Guterres UNO-Flüchtlingskommissar
Antonio Guterres, comisario de la ONU para los refugiados.Imagen: picture-alliance/dpa

Ayuda humanitaria insuficiente.

La guerra en Siria continúa. En el sur de Sudan y en la República Centroafricana no se atisba el fin de la crisis. Los últimos sucesos en Irak, que ya se cobraron cientos de miles de desplazados, tampoco aportan datos optimistas.

ACNUR considera que el año pasado fue uno de los más difíciles en sus seis décadas de historia. Los trabajadores de la unidad para los refugiados registran a destajo nuevos casos ofreciendo alojamiento de emergencia, mantas, alimentos y medicamentos, mientras negocian con terceros países la relocalización de los más necesitados. “La ayuda humanitaria y la protección de los refugiados es parte de la respuesta, pero esta respuesta es únicamente curativa”, aclara Volker Türk, director para la protección internacional de los refugiados en la ACNUR: “Necesitamos urgentemente iniciativas políticas para buscar una solución a estos conflictos. Tanto entre los principales responsables de los países, como en la comunidad internacional”.

Alemania como nuevo hogar

Mientras las soluciones políticas no llegan a los grandes conflictos, millones de refugiados están en situación de espera. La carga principal para su abastecimiento la llevan los países vecinos y el mayor número de refugiados se encuentra en Pakistán, Irán, Líbano Jordania y Turquía. En todo el mundo, el 86% de los refugiados vive en países en vías de desarrollo, aclara ACNUR apelando a los países industrializados a mostrar solidaridad y aceptar una responsabilidad acorde con su riqueza.

También hay esperanzas de que otros sigan el ejemplo de Alemania, que acordó acoger a 10.000 refugiados sirios. 10.000 personas cuyas condiciones de vida mejorarán tras la relocalización, dando un gran paso para aliviar la desgracia de los refugiados en todo el mundo, aclara Guterres: “Visito regularmente a personas relocalizadas en todo el mundo”, continúa el comisario: “Uno no se imagina la alegría que es ir a Alemania, a Suiza, a Estados Unidos o a Canadá y encontrar una familia que antes vivía en el campamento de Dadaab en Kenia y hoy tiene una vida normal”.