100 años de la muerte de Paula Modersohn-Becker
20 de noviembre de 2007Paula Modersohn-Becker nació el 8 de febrero de 1876 en Dresde y murió en Worpswede el 20 de noviembre de 1907. Worpswede fue una colonia de artistas fundada en 1889 en el norte de Alemania, donde surgieron destacados artistas del impresionismo y expresionismo alemanes.
Paula Becker visitó por primera vez Worpswede en 1897, a los 21 años de edad. El paisaje y sus juegos de colores, la soledad del lugar, la naturaleza y la colonia de artistas la impresionaron profundamente. Al año siguiente comenzó a tomar allí clases de pintura y dibujo con Fritz Mackensen.
El círculo de artistas de Worpswede rechazaba el academicismo de la época y la pintura en los ateliers. Sus motivos los hallaban en la naturaleza; sus colores, en la pintura al aire libre. Pero los marjales de Worpswede fueron sólo el comienzo de la trayectoria artística de Modersohn-Becker. Hoy está considerada una precursora de la vanguardia artística alemana.
Críticas despiadadas
Su primera exposición, en un museo de Bremen, fue objeto de críticas despiadadas. Desilusionada, la noche de fin de año de 1899 viaja a París. El Louvre la impresiona, los cuadros de Cézanne —cuando éste era aún un artista desconocido—, Gaugin y Matisse la electrizan. Otras tres veces viajará Paula Becker a la “capital de la pintura”, para regresar luego a Worpswede con nuevas ideas e inspiraciones. Su obra es un acto de equilibrio entre Worpswede y París, entre el marjal silencioso y oscuro y el bullicio de la ciudad luz.
En 1901, Paula Becker se casa con el pintor Otto Modersohn. En la soledad y el silencio de Worpswede pinta muchos cuadros que póstumamente la harán famosa: sendas entre blancos abedules y abigarradas casas de campesinos, lodos y turberas, con altos cielos, paisajes con lunas desvanecidas y ocasos de sol.
Y una y otra vez premoniciones: “Vivo en un extraño tiempo. Quizás el más serio de mi corta vida. Siento que todos se asustan de mí. Pero igualmente debo seguir adelante. No hay retorno.”
Pinta entonces madonas: campesinas y bebés regordetes sobre almohadas cuadriculadas, escenas con niños: muchachas de ojos grades y mirada perdida, gallinas y flores. También pinta autorretratos y grandes desnudos de sí misma, toda una revolución para la época.
Último viaje a París
En 1906 parte por última vez hacia París. La separación definitiva de su esposo y de Worpswede parecen ser una decisión irrevocable. Rainer Marie Rilke le compra un cuadro —uno de los únicos cinco que vendió en su vida— para alentarla a quedarse en París.
“He abandonado a Otto Modersohn y me hallo ahora entre mi antigua y mi nueva vida. ¿Cómo será? ¿Y cómo seré yo? Bien, con el tiempo todo vendrá…”
En París pinta sus cuadros más modernos: saturados de color, de una gran profundidad espiritual, obras pioneras de la pintura moderna. Pero su esposo logra llevarla consigo de vuelta a Worpswede. Paula está embarazada. La maternidad, anhelada durante mucho tiempo, se hace realidad. Tres semanas después del nacimiento de su hija, a la que llama Matilde, muere Paula Modersohn-Becker, el 20 de noviembre de 1907, apenas cumplidos los 31 años de edad, como consecuencia de una embolia de parto.