Vegetarianos en Alemania
“En Alemania hay cerca de 6 millones de vegetarianos, aproximadamente un 8% de la población.” Son palabras de Sebastian Zösch, presidente de la Vegetarier Bund Deutschland, la Unión Vegetariana Alemana: un lugar en que se aporta información y noticias relacionadas con el mundo de las dietas vegetarianas. “Un 10% de ellos son totalmente veganos, es decir, no consumen ningún producto animal.”
Y es que el vegetarianismo es bastante más complicado de lo que puede parecer a primera vista. Cuando una persona decide dejar de comer carne, se enfrenta a varias decisiones: ¿dejará de comer también pescado? ¿Y huevos? ¿Y otros productos animales, como la leche, el queso o la mantequilla?
Sebastian Zösch sonríe al decir que, para evitar confusiones, lo más fácil es hacer una distinción entre vegetarianos con estas opciones y “veganos”, que son personas que no toman ningún producto proveniente de un animal. Pero como nada es blanco o negro, entre medio se pueden encontrar muchísimos pesco-vegetarianos, que comen pescado, lacto-vegetarianos, que toman lácteos, o ovo-vegetarianos, que consumen huevos.
“Hemos calculado que el número de vegetarianos aumenta un 10% cada año. Se nota, desde el punto de vista empresarial, en el aumento de productos alternativos a la carne, y también en la cantidad de socios de la Unión Vegetariana.”
Un fenómeno antiguo
El vegetarianismo está cada vez más de moda en los países más desarrollados, pero no es, para nada, un fenómeno moderno. “Los primeros vegetarianos ya estaban presentes en la antigua Grecia. Por ejemplo, el conocido matemático Pitágoras era vegetariano, y también el filósofo Demócrates. Con los años se extendió a otras importantes figuras como Leonardo Da Vinci, Albert Einstein o el escritor Tolstoi.”
En Alemania, el vegetarianismo entró con fuerza a finales del siglo XIX con el movimiento llamado “Lebensreform”, o “reforma vital”, que supuso en Alemania y Suiza una vuelta al “estilo de vida natural”. Entre otras cosas, enfatizaba la abstención de drogas y alcohol, el nudismo, la liberación sexual y el consumo de productos naturales y no cárnicos. Los motivos de la gente para volverse vegetariana, no obstante, han ido variando.
“En Alemania, y también a nivel mundial, la razón principal es la protección de los animales: la gente no quiere que los animales sufran abusos ni mueran. No obstante, en los últimos años han ganado importancia también los aspectos globales, como el Cambio Climático. Cerca del 20% de las causas del Cambio Climático están relacionadas con el consumo de carne u otros productos animales.”
Vegetarianos por el medio ambiente
Este motivo es, precisamente, la razón por la cual Sebastian Zösch asegura que no resulta nada difícil ser vegetariano, precisamente, en la tierra de las salchichas y los rouladen de ternera por antonomasia. Gracias a la concienciación medioambiental reinante en Alemania, las alternativas vegetarianas son ya muy fáciles de encontrar tanto en restaurantes como en supermercados.
Pero a pesar de ello, siempre hay personas que se muestran escépticas: ¿no echará en falta el organismo determinados nutrientes debido a la falta de carne en la dieta? ¿No se reducirá drásticamente la variedad de los platos ante la limitación de los ingredientes? Sebastian Zösch nos recomienda: “Les sugeriría que lo probaran. En lo que se refiere a la variedad, existen muchísimas alternativas y recetas para descubrir. En cuanto al aspecto nutricional, no hay que preocuparse en absoluto: si se lleva una dieta vegetariana equilibrada, no habría ningún problema. Lo más importante es informarse. En el mundo germanoparlante hay muchas páginas web para ello, como la nuestra de la Unión Vegetariana Alemana, vegetarierbund.de, pero también hay muchos websites en español, como unionvegetariana.org”.
Si un experto nos recomienda que probemos, pues lo mejor será que le tomemos la palabra. Sebastian Zösch nos sugiere para empezar un delicioso plato de lasaña sin un gramo de producto animal.
Lasaña Vegetariana
Ingredientes para 4 personas
12 láminas de lasaña
250 ml de salsa de bechamel hecha con margarina, harina y leche de soja
2 berenjenas
Aceite de oliva
400 ml de salsa de tomate
Sal y pimienta
Piñones al gusto
Pan desmigado o polenta (harina de maíz)
Ingrediente opcional: espinaca al gusto
Preparación
Hervir las láminas de lasaña según las instrucciones de su paquete.
Mientras tanto, preparar la salsa de bechamel, disolviendo harina en la margarina derretida y añadiendo la leche de soja poco a poco sin dejar de remover, hasta alcanzar la densidad deseada.
Precalentar el horno a 200º C en horno eléctrico, a fuego alto en horno a gas.
Pelar las berenjenas y cortarlas en láminas finas. Freírlas en el aceite de oliva en una sartén y sazonar con sal y pimienta.
En una fuente para lasaña, cubrir una primera capa de salsa de tomate. Por encima colocar una capa de láminas de lasaña, una de bechamel y otra de rodajas de berenjena. Seguir este orden con las siguientes capas hasta que se agote la salsa.
Si se desea, se puede añadir espinaca a la salsa bechamel para tener un ingrediente extra entre capas.
Mezclar los piñones con las migas de pan o la polenta y “espolvorear” con ello la lasaña.
Meter al horno precalentado, en el estante medio, y mantener a la misma temperatura (200º C) durante 30 minutos.
Autora: Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López Magallón