Tecnología de punta depende de metales industriales
La importancia de los metales y tierras raras crece con el desarrollo de nuevas fuentes energéticas. Las plantas de producción de energía eólica, por ejemplo, requieren grandes cantidades de neodium. La procedencia de los metales para tecnología de punta es tan variada como sus usos.
Lo único que tienen en común es que tienen que extraerse con los métodos de la minería. Algunos son productos residuales del tratamiento de metales como el cobre, zink o el aluminio. Entre ellos se cuenta el indio, sin el cual hoy no existirían las plantas de fotovoltaica de membranas ultradelgadas o las pantallas táctiles. Pero también hay metales como el galio, el germanio, el telurio y el selenio.
Pero como estos metales sólo pueden obtenerse si los metales de los que provienen son extraídos, dependen demasiado del precio en los mercados internacionales. El caso del renio, uno de los metales industriales más raros, lo ejemplifica. En el mundo se producen sólo 50 toneladas de renio por año.
Renio se usa, sobre todo, en la fabricación de turbinas de aviones que generan y soportan altísimas temperaturas. El renio es un producto secundario del molibdeno que, a su vez, surge de la explotación de cobre. Chile y Perú son dos de los mayores exportadores de cobre y los metales industriales resultantes de su explotación.
Hermann Wotruba, geólogo de la Universidad Técnica de Aachen, cuenta cuán difícil es extraer renio:
“Las minas de cobre sólo contienen un 0,005 por ciento de molibdeno. Son miles de toneladas de cobre las que se tienen que extraer para llegar al molibdeno.”Es más, del molibdeno sólo se puede extraer como máximo un 2 por ciento de renio. El renio es un metal blanco plateado, brillante, y tiene uno de los puntos de fusión más altos de todos los metales, sólo superado por el wolframio.
“Para extraer renio hay que dinamitar, transportar y almacenar 10 millones de toneladas de rocas”
Gigantescos esfuerzos que sólo valen la pena si los precios del cobre y el molibdeno son altos. Pero mientras el del cobre sube, el del molibdeno baja. Hermann Wotruba:
“La baja rentabilidad de la extracción del molibdeno está impidiendo entonces extraer el renio, su producto residual”
En el mundo tiene lugar una guerra silenciosa por los metales industriales y tierras. Alemania tiene que asegurarse el acceso a estas materias primas si quiere conservar su estatus económico y defender su liderazgo en la innovación tecnológica. Pero América Latina como poseedora de tan preciadas materias primas, aún no recibe de Europa una propuesta de cooperación científica y económica de la que se beneficien ambas regiones.
Autor: José Ospina-Valencia
Editor: Pablo Kummetz