¿Producen herbicidas para transgénicos una bacteria letal?
El mal se llama botulismo y es una intoxicación generada por la bacteria Clostridium botulinum que juega un importante papel en la descomposición. Pero si dicha bacteria se desarrolla en productos alimenticios, es peligrosa y hasta mortal.
Clostridium botulinum produce una toxina conocida como botulina - que bloquea la producción de acetilcolina, responsable de la contracción muscular, paralizando así los músculos y afectando el sistema nervioso vegetativo. La toxina de la botulina también se usa en la industria cosmética, bajo la marca registrada Botox, como producto para alisar las arrugas de la piel.
Helge Böhnel, veterinario de Gotinga, experto en enfermedades tropicales, investiga la propagación del botulismo en Alemania, en donde a comienzos del siglo XX, la enfermedad era frecuente.
“Los clostridios tienen gran incidencia en las enfermedades del trópico. En Alemania, en 1995 encontramos casi por casualidad animales que habían muerto a causa de esa enfermedad, y no sabíamos por qué”.
El mal del botulismo, reapareció en Alemania hace 15 años en forma de “botulismo visceral”, que ha causa parálisis, debilidad y la muerte por intoxicación. En Alemania son ya unas 2.000 reses, como también a perros y gatos los que han muerto víctimas de la bacteria.
Pero hay un gran problema: “Sabemos que la enfermedad existe pero no tenemos idea de cuál es el motivo de la explosiva aparición de los últimos 15 años”.
Helge Böhnel sospecha que el auge de las plantas de biogás en Alemania podría haber favorecido la expansión de la bacteria Clostridium botulinum.“El biogas se produce en un ambiente anaeróbico, es decir, carente de oxígeno, y los clostridios son bacterias anaeróbicas”.
Sin embargo, las condiciones de las centrales de biogás pueden ser muy diferentes. Hay centrales en las que la existencia de la bacteria del botulismo disminuye por el proceso de descomposición, pero aún no se sabe por qué. Y hay miles de bacterias diferentes de las cuales sólo se conocen unas pocas.
También la microbióloga Monika Krüger, de Leipzig, le sigue los pasos a esta bacteria que parece imparable. “Tampoco las temperaturas de 70º C las matan, ya que la bacteria forma entonces esporas, de las que surgen nuevos gérmenes”.
Monika Krüger sigue una nueva pista. En la orina de un granjero enfermo de botulismo se encontró una dosis extrema de glifosato, un herbicida. El paciente tenía en su sangre una cantidad del herbicida mil veces superior a la normal. En el aire de los establos se constató también una concentración demasiado alta de glifosato, más no se detectaron esporas del Clostridium botulinum.
Las marcas comerciales del glifosato “Roundup”, “Touchdown” y “Durango”, se usan en el cultivo de vegetales transgénicos resistentes a este herbicida, como la soja, el maíz o el algodón. La utilización de glifosato ha aumentado en todo el mundo desde los años 90, pero a menudo, el pienso importado está contaminado con glifosato.
Pero también en Alemania, donde está prohibido el cultivo de vegetales transgénicos resistentes al glifosato, los granjeros y hasta los jardineros emplean entre 4.000 y 8.000 toneladas del herbicida por año.
“El glifosato genera un desequilibrio en animales, vegetales y bacterias. Si ciertos aminoácidos aromáticos no se producen, la bacteria, por lo general, no sobrevive. Sabemos que los animales en los que hemos detectado la existencia de Clostridium botulinum sufren un desequilibrio de la flora intestinal.”
La causa de la destrucción de la flora bacteriana es el efecto específico del glifosato, ya que este herbicida mata las plantas impidiendo su fotosíntesis. Para eso, inhibe a una enzima determinada, responsable de la formación de aminoácidos aromáticos.
Lo cierto es que el aumento del botulismo crónico en Alemania es paralelo al aumento del uso del glifosato.
Autor: José Ospina-Valencia / CP
Editor: Enrique López