Peligrosa fiebre de consumo
Desde el punto de vista ecológico, desde mediados de la década del 70 vivimos, por así decirlo, “endeudándonos con el planeta”. La ONG Footprint calcula cada año el día en que la humanidad ha consumido todos los recursos que la naturaleza está en condiciones de regenerar en un año. En 2011, ese día fue el 27 de septiembre. Si hacemos el mismo cálculo a una escala menor, referida sólo a Alemania, la fecha en que se agotaron los recursos fue el 15 de mayo.
En Alemania, al igual que en otros países industrializados, el consumo supera ampliamente la capacidad de regeneración de los recursos naturales. Una quinta parte de la población mundial –los 1.4000 millones de personas que viven en los países más ricos- consumen el 80 por ciento de los bienes y servicios ecológicos producidos en todo el mundo. Si los 7.000 millones de habitantes de la Tierra tuvieran el mismo nivel de consumo, se necesitarían cinco o seis planetas para satisfacer su demanda.
Críticas de fondo
Jürgen Meier, jefe del Foro de Medio Ambiente y Desarrollo, cuestiona el modelo de fondo: “Creo que un problema es, de seguro, que en Alemania o Europa, y en muchos países, todavía pensamos que la felicidad y el bienestar material son más o menos lo mismo. Quien quiere incrementar su felicidad, necesita entonces cada vez más bienestar material. Producimos cada vez más, compramos cada vez más. Eso supone crecimiento; consideramos que el crecimiento es bueno y entonces, teóricamente, todos somos felices”.
Meier piensa, sin embargo, que afortunadamente mucha gente está comenzando a ver este modelo con ojos críticos. “Usted ve que en este momento, en muchos países, se está cuestionando esta verdadera fijación en lograr cada vez mayor productividad”, afirma. Y subraya: “Cada vez más estrés, cada vez más presión por rendir. Eso no hace más felices a las personas, sino más infelices. Creo que en los últimos años hemos aprendido mucho y que debemos dar vuelta el timón”.
Enfermedades causadas por el estrés, como las depresiones o los males cardiovasculares, son resultado de este círculo vicioso. Y tienen enormes consecuencias financieras. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la depresión será en 20 años la enfermedad más frecuente en los países industrializados. Ya en la actualidad, las compañías de seguros estiman que las depresiones cuestan a la economía alemana cerca de 22.000 millones de euros anuales.
Definición de desarrollo
La fiebre del consumo no sólo va en perjuicio de la salud individual, sino también del medio ambiente. Por eso, hay quienes ponen en duda las actuales definiciones de desarrollo, basadas en el crecimiento del Producto Interno Bruto.
Vandana Shiva, miembro del Club de Roma, explica: “En 1948-49, el entonces presidente del Banco Mundial, Robert McNamara, acuñó una nueva definición de desarrollo. De acuerdo con ella, el desarrollo era en primer lugar la forma de vida de las sociedades industrializadas occidentales. Los demás eran atrasados. Si yo uso un sari, o no quiero rociar pesticidas, soy subdesarrollada”.
La ambientalista india y activista de derechos humanos afirma que esa visión condujo finalmente al actual sistema económico mundial. Un sistema económico que a todas luces no funciona bien, según el economista y exfuncionario del Banco Mundial Mohan Munasinghe. En su opinión, “la actual crisis económica nos muestra que los así llamados países ricos en realidad no tienen un sistema sostenible, ni en lo económico ni en lo ecológico, y en parte tampoco en lo social”.
A juicio de Munasinghe se requieren nuevos modelos de desarrollo. Y no es el único que piensa así. Incluso la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, está trabajando actualmente en una nueva definición de desarrollo, que no contemple sólo el crecimiento del PIB, sino también el bienestar social y la calidad de vida.
Autora: Helle Jeppesen /Emilia Rojas
Editor: Enrique López