La caótica política de refugiados de la UE
El nuevo gobierno de extrema derecha de Italia está haciendo exactamente lo que prometió durante la campaña de las elecciones que le llevaron al poder: que el desembarco de migrantes rescatados del mar sea más difícil y, en algunos casos, imposible. La primera ministra Giorgia Meloni incluso habló de un bloqueo naval en su momento.
Vivimos el mismo drama escandaloso que en 2018, cuando el entonces ministro del Interior, Matteo Salvini, ahora ministro de Transporte, bloqueó los puertos con críticas maliciosas a la política migratoria de la UE. Como entonces, los demás estados reaccionan mirando para otro lado, con vacías promesas de solidaridad o soluciones europeas.
Desde 2015, la política migratoria de la UE se ha centrado principalmente en evitar que los posibles solicitantes de asilo entren a Europa por las fronteras marítimas y terrestres, disuadirlos y encerrarlos, y no solo bajo la presión de los gobiernos nacionales de derecha, porque todavía no hay un acuerdo para la distribución de aquellas personas que llegan a la UE y pueden solicitar asilo.
La teoría sigue siendo que los países de primera entrada, es decir, Italia, Grecia, España, Croacia, Polonia, Hungría, Malta y Chipre, serían responsables de los procedimientos de asilo y alojamiento de los inmigrantes. Sin embargo, esta regulación, conocida como reglamento de Dublín, no ha funcionado en la práctica durante mucho tiempo y, de hecho, nunca ha funcionado. Porque las estadísticas de las autoridades de la UE muestran que, por ejemplo, de las 80.000 personas que llegaron a Italia a través del Mediterráneo en estos años, solo algo más de la mitad solicita asilo en Italia. Los demás pasan a la clandestinidad en ese mismo país o, con la tolerancia de las autoridades italianas, se trasladan al norte. El mismo patrón se puede observar en Grecia, en la ruta de los Balcanes y en España.
El gobierno italiano no tiene motivos para gritar que se está sobrepasado y justificar así sus promesas populistas. Una mirada a los números muestra que otros países de la UE aceptan significativamente más solicitantes de asilo que Italia. En términos absolutos, Alemania, Francia y España están por delante de Italia. Y si se hace un cálculo per cápita, Chipre, Eslovenia y Austria han registrado la mayoría de las solicitudes de asilo, no Italia. La negativa o la lentitud en la tramitación de los barcos de salvamento en los puertos italianos, además de las penurias para las personas afectadas, produce imágenes que son excelentes para hacer política.
Buscando desesperadamente una política migratoria común
No obstante, lo cierto es que la mayoría de las personas no llegan a Italia tras ser rescatadas en el mar, sino en barcos que son conducidos por contrabandistas a las playas de Sicilia o Calabria. La verdadera vergüenza de la política migratoria es que no ha logrado contener la peligrosa ruta a través del mar. Todos los intentos de instalar campamentos en Libia, construir centros de desembarco en la UE, externalizar los procedimientos de asilo al norte de África, trabajar junto con los países de origen o detener los modelos de negocio de los traficantes han fracasado hasta ahora.
Los ministros del Interior de la UE necesitan reunirse urgentemente y discutir una vez más la distribución de los solicitantes de asilo. Hasta entonces, volverá el inhumano "bingo de refugiados", como lo llaman los funcionarios de la UE en Bruselas. En una conferencia telefónica, Bruselas tratará de encontrar lugares en los países de la UE dispuestos a acoger los inmigrantes de Italia, que, de otro modo, seguirían retenidos a bordo de los barcos de rescate. Ese fue el caso en 2018 y 2019 y ahora volverá a suceder. Una tragedia.
(mn/lgc)