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La bioinvasión y sus consecuencias

Los biólogos de la conservación se dedican a expulsar animales no nativos, ya que muchos de ellos son una amenaza para las especies autóctonas y afectan el ecosistema original.

Este sapo de caña, de casi un kilogramo, es de los ejemplares más grandes econtrados en Australia.
Este sapo de caña, de casi un kilogramo, es de los ejemplares más grandes econtrados en Australia.Imagen: AP

Guntram Meier, un berlinés de 39 años de edad, de atuendo semejante al del héroe de acción Indiana Jones, es un biólogo especializado en “invasive alien species”, es decir, especies invasivas no nativas. Su objeto de investigación son aquellos animales que invaden de cierto modo espacios vitales ajenos a su especie.

Tal es el caso de los hurones hallados en Norderney, una isla del norte de Alemania, o de los sapos de caña, nativos de centro y Suramérica, que se encuentran en Australia y una y otra vez las ratas, que son una plaga en cualquier lugar. Los así llamadas “bioinvasores” tienen pocos enemigos naturales en su nuevo lugar de residencia y pueden reproducirse tranquilamente. Pero su presencia muchas veces pone en peligro el ecosistema original y la biodiversidad.

Cada animal en su lugar

Los biólogos de la conservación intentan restablecer el equilibrio natural. En Europa existe una veintena de estos abogados de los animales amenazados. Guntram Meier es el único en Alemania, que se dedica a esta tarea. Hoy recorre con una escopeta de perdigones una zona forestal al sureste de Berlín a la búsqueda de mapaches. Estos pequeños depredadores, que provienen originalmente de América del Norte, se expandieron a una velocidad impresionante en Alemania desde los años sesenta. Hoy ya son considerados autóctonos, sin embargo, siguen causando problemas. Por lo cual las autoridades veterinarias recurrieron a Guntram Meier.

"El mayor peligro que parte de los mapaches es la trasmisión de la ascáride. Los huevos son trasmitidos a través de la materia fecal y pueden ser ingeridos por niños al jugar. Conlleva a enfermedades graves, que pueden conducir a la ceguera y hasta la muerte”, explica Meier.

Guntram Meier persiguió sistemáticamente a los mapaches durante el último medio año. Ubicó los sitios donde duermen y comen, estudió sus hábitos y cazó un centenar de estos animales. Así logró expulsar a los mapaches y puede retirar ahora las trampas instaladas.

Las ratas se comen a las culebras

Los animales no nativos pueden también significar un peligro para los seres humanos o causar daños económicos, pero antes que nada son una amenaza para los animales autóctonos. Para Guntram Meier la motivación principal al realizar su trabajo es la de conservar la biodiversidad natural de una región.

"La erradicación por animales invasivos es la segunda mayor amenaza para las especies autóctonas. Tuvimos un proyecto, por ejemplo, en la isla Antigua en la cual quedaban los últimos 50 individuos de un tipo de culebra. Si no hubiéramos expulsado de allí a las ratas hace más de diez años, estas culebras habrían sido simplemente devoradas por las ratas”, relata el biólogo.

Una carrera contra el reloj

Guntram Meier supervisa unos 30 proyectos simultáneamente, para lo cual viaja de tres a seis meses al año por el mundo entero. Su próxima misión lo llevará a un archipiélago de la Polinesia francesa, donde intentará salvar a la paloma perdiz de pico grueso. Allí son las vacas silvestres las que están privando a las palomas de su base vital.

La naturaleza no tiene manera de reaccionar con la misma velocidad estremecedora con la cual se expanden los más diversos animales por el mundo entero, muchas veces traídos por el ser humano. "Cuando una fiera inmigra, los demás animales no disponen de diez mil o cien mal años de tiempo para adaptarse. Son devorados directamente”, constata Guntram Meier.

Autora: Valeria Risi

Editor: Enrique López