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El laberinto de los trastornos alimentarios

En Alemania, muchas personas tienen sobrepeso. Otras, en cambio, sufren hambre a pesar de vivir en la abundancia. Detrás de la lucha contra las calorías, a menudo se esconde una enfermedad psicológica.

Imagen: picture-alliance/dpa

“Poco a poco se va perdiendo la relación saludable con la comida, y el cuerpo pierde la sensación de hambre y saciedad. Se encuentra en un estado carencial permanente. Ya no puede diferenciar entre el hambre y el apetito. Las dietas destruyen por completo esta sensación,” explica Annette Lemler-Lauerbach, psicóloga voluntaria en el Centro para Trastornos Alimentarios de Bonn.

Según estimaciones, el uno por ciento de las adolescentes y mujeres entre 15 y 25 años sufre de anorexia nerviosa. Hasta un cinco por ciento son bulímicas. Sobre todo las últimas pueden esconder su trastorno alimentario durante décadas, porque las oscilaciones en su peso no son tan ostensibles como en el caso de las anoréxicas. Pero, tarde o temprano, se hacen visibles los efectos secundarios de la malnutrición como pérdida de cabello, daños óseos, incontinencia urinaria, hasta falla renal y cardíaco.

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El entorno familiar juega un papel decisivo

Existen múltiples razones que pueden llevar a una conducta alimentaria malsana, señala la doctora Katrin Imbierowicz, de la clínica universitaria de Bonn: “A veces tratamos a enfermos de anorexia con traumas por abuso sexual. Otros pacientes tienen una familia estable, pero tienden a la perfección, a la exactitud y a la compulsión. También el entorno juega un papel importante. En el grupo de amigos, las normas rígidas de delgadez se expanden muy rápido.”

Lemler-Lauerbach, psicóloga voluntaria en el Centro para Trastornos Alimentarios de Bonn
Lemler-Lauerbach, psicóloga voluntaria en el Centro para Trastornos Alimentarios de Bonn Imagen: DW/K.Jäger

Imbierowicz cuenta que, en muchos casos, las jóvenes de familias intelectuales, orientadas al rendimiento, sufren de anorexia nerviosa. No obstante, las personas psiquicamente estables pocas veces caen en los trastornos alimentarios. Los afectados, en cambio, son muy ambiciosos, pero, al mismo tiempo, son inseguros y carecen de autoestima.

Los parientes de los enfermos con trastorno alimentario se comportan de forma similar, indica la psicóloga Lemler-Lauerbach: “En las familias de los anoréxicos, la compulsión a la armonía es muy marcada, los conflictos se ocultan y las apariencias se guardan hacia fuera. En las familias de los bulímicos se discute más, pero los problemas no siempre se resuelven de forma constructiva.”

Los trastornos alimentarios pueden terminar en la muerte

Los trastornos alimentarios son trastornos psicológicos que deben ser tratados con una psicoterapia. En la clínica universitaria de Bonn, esta terapia está enfocada en los problemas individuales de los pacientes. Sin embargo, la meta general es aprender a comer con placer y a superar los problemas constructivamente y no con comida o hambre.

Katrin Imbierowicz, de la clínica universitaria de Bonn
Katrin Imbierowicz, de la clínica universitaria de Bonn Imagen: DW/K. Jäger

Lemler-Lauerbach afirma que en su instituto los medicamentos se emplean ciudadosamente: “Si los usamos, lo hacemos sobre todo para tratar la bulimia, ya que en los afectados se ha detectado una falta de serotonina. También los antidepresivos ayudan a reducir los ataques de hambre.”

Una terapia para crear una relación saludable con la comida puede durar años, pero solo el 30 por ciento de los pacientes son curados. En el peor de los casos, los trastornos alimentarios terminan en la muerte. La anorexia es la enfermedad psicosomática con la mayor tasa de mortalidad. El 15 por ciento de los afectados muere de esta enfermedad: una mitad se suicida, debido a que el hambre constante deprime y la otra mitad muere por falla orgánico.

Autor: Karin Jäger/ VC

Editor: Emilia Rojas Sasse