Los médicos creían, hasta ahora, que la sal se diluía en el organismo.
El primer conejillo de Indias fue el físico y astronauta alemán Reinhold Ewald que, durante su estadía en el espacio, realizó ensayos sobre el funcionamiento del metabolismo humano bajo condiciones de cero gravedad.
“Durante mi tiempo en el espacio, y dos semanas después del aterrizaje, documenté cada ingestión de comidas y líquidos, cuyos análisis revelaron que el contenido de la sal en mi organismo cambió totalmente, algo que no aparecía en los libros de medicina”.
Lo que la medicina aún no había observado hasta ahora es que la sal se almacena debajo de la epidermis en grandes cantidades: la cantidad de sal encontrada bajo la piel del astronauta era comparable con la contenida en 6 litros de líquidos en personas sanas. Lo sorprendente es que la ¡persona no subió seis kilos de peso!
Los médicos partían de la creencia que la sal se diluía en el organismo y que la ingerida de más era desechada con la orina. Pero tan fácil no parece funcionar el cuerpo humano, dice el médico Rupert Gerzer del Instituto alemán de Investigaciones Espaciales (DLR), con sede en Colonia.
“En los libros de medicina dice que la sal y el agua son dos elementos que actúan en forma paralela. Lo interesante es que hay otros efectos que hasta ahora eran totalmente desconocidos”
El sistema óseo también depende de la sal
Para corroborar lo observado en el espacio, los científicos realizaron ensayos en Tierra, pero en condiciones de aislamiento. Los estudiantes escogidos recibieron por un tiempo comidas y bebidas más saladas de lo normal.
“Gracias a la dura prueba a la que sometimos a estos estudiantes, pudimos comprobar que la sal no solo regula los líquidos y la tensión arterial sino que además influye en el sistema inmunológico y la formación, pero también en la degradación de los huesos”.
Los científicos observaron que la sal se concentra bajo la piel generando varias reacciones.
La hora de los linfocitos, los guerreros del cuerpo humano
Pero el médico Jens Titze, de la Universidad de Erlangen, que también participó en el mismo experimento, quería saber cómo funciona el mecanismo molecular que desata la sal bajo la piel.
En la sangre humana hay células que juegan un papel importante en la regulación de la cantidad de la sal en el cuerpo humano. Se trata de los macrófagos, más conocidos como glóbulos blancos o leucocitos, que miden el contenido de sal y sodio bajo la piel.
El profesor Jens Titze, sobre la función de estas células:
“Hay leucocitos que tratan con ‘cariño’ a la sal y que si encuentran demasiado sodio influyen para que este sea evacuado a través de los vasos capilares. Para ello, los glóbulos blancos producen una sustancia transmisora que incita a los vasos linfáticos a abrirse y así evacuar la sal que el cuerpo no necesita”.
Pero no todos los glóbulos blancos reaccionan tan benévolamente cuando detectan mucha sal… Aquí entran en juego los llamados linfocitos T, que son glóbulos reguladores de sistema inmunológico. Los linfocitos T son algo así como un batallón de nerviosos guerreros que puede atacar a un virus, pero también al organismo propio.
“Cuando se consume demasiada sal hay otros glóbulos blancos como los linfocitos T que reaccionan dañando el propio tejido humano hasta degenerar en autoinmunidad”
Las alergias son, por ejemplo, enfermedades provocadas por una reacción exagerada del sistema inmunológico.
Los científicos concluyen que quien consuma más sal de la necesaria, no solo eleva la probabilidad de adquirir hipertensión arterial sino la de ayudar a la manifestación o el agravamiento de osteoporosis y además de una enfermedad genética: la esclerosis múltiple. Un mal neurodegenerativo.